Era la una de la tarde de un miércoles cuando un joven en moto se plantó en la puerta de una fábrica de suplementos dietarios de la zona sur y preguntó por el dueño. El empresario salió a atenderlo a través de una reja pero no se animó a identificarse ante ese muchacho incapaz de explicar con claridad las razones de su presencia. Luego de unos minutos de vacilación el visitante sacó un arma. Lo hizo con decisión, con una actitud propia de quien está acostumbrado a empuñarlas. Disparó tres veces sin herir a nadie y la policía lo alcanzó cuando escapaba tras una persecución.
Ese atentado del 21 de abril pasado fue un precedente del fallido ataque con sicarios contratados en la cárcel que estaba en marcha contra el empresario de 28 años. Este lunes fue puesto a resguardo y sometido a un programa de protección. Una delegación policial fue a buscarlo a su casa y le avisó que lo estaban buscando para matarlo ese día a las 10 de la mañana. El plan se detectó en escuchas a una organización con sus referentes presos en la Unidad 3 de Rosario y tiradores a sueldo en la calle, tan fungibles como sus lealtades.
Esa investigación, con allanamientos aún en curso en la tarde de este jueves, derivó en la detención de Lucas F., otro empresario de 36 años que fue arrestado esta mañana en una vistosa mansión de la calle Alvarez Thomas, en el barrio La Florida. Los policías a cargo del allanamiento se sorprendieron al detectar que vivía allí sin demasiados lujos junto a su esposa e hijos. Es el dueño de otra empresa dedica da la fabricación de suplementos nutricionales que se suelen comercializar en gimnasios. Se sospecha que podría haber sido quien acudió al servicio de sicarios para eliminar a su competidor, un ex empleado suyo con quien mantenía un conflicto desde 2019. Si bien afirmó que la sustancia encontrada en su casa eran anabólicos esteroides, según fuentes del caso, con el correr de las horas se constató que se trataba de pastillas de éxtasis.
El fallido plan criminal quedó al descubierto en escuchas en la investigación del crimen de Nicolás “Fino” Ocampo que realizaban la agencia fiscal de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos, a cargo del fiscal Matías Edery, junto a la División Antidrogas de la Policía Federal. Ocampo, un hombre del círculo íntimo del empresario narco Esteban Alvarado, fue acribillado el 16 de abril frente a su casa de zona oeste, donde cumplía prisión condicional tras aceptar ser parte de una asociación ilícita.
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En esas intervenciones se detectó que un preso que cumple condena en la Unidad 3 de Riccheri y Zeballos conversaba sobre un trabajo de sicariato, en teoría pago, del que sólo se sabía que el blanco era una persona que se movía un auto rojo y tenía una fábrica. El 17 de abril se comunicó con uno de los celulares intervenidos un muchacho que se identificó por su nombre de pila y que al parecer era un tirador a sueldo. La actividad de su celular se interrumpió el 21 de abril. Por eso los investigadores del entorno del Edery pensaron que podría haber sido detenido en esa fecha.
En efecto, en los registros del Ministerio Público de la Acusación constataron que ese día un muchacho con el mismo nombre había sido detenido por el atentado a tiros a una fábrica de suplementos nutricionales de Avenida del Rosario y Ovidio Lagos. Y comprobaron que el dueño tenía un auto rojo. Así, uniendo las piezas del rompecabezas se pudo poner a resguardo al hombre que estaba a punto de ser blanco de un nuevo ataque. El lunes a la mañana fue protegido con un chaleco antibalas para su traslado al Centro de Justicia Penal. Allí lo pusieron al tanto del plan que se tramaba en su contra y se dispusieron medidas para su protección.
Este empresario, cuyo nombre de pila empieza con N., no podía salir de la sorpresa. Aunque había tenido un claro preaviso. El del miércoles 21 de abril, cuando alrededor de las 13 un chico de unos veinte años llegó en una moto de alta cilindrara y preguntó por el dueño, con nombre y apellido. Lo atendió una empleada desde atrás de una reja que da a un patio interno. Luego salió a recibirlo el propio N. “¿Qué necesitás?”, le preguntó, sin llegar a identificarse. El muchacho sólo repetía con insistencia el nombre de la persona a la que buscaba. Cando N. le pidió más precisiones dijo que iba de parte del Sindicato de Camioneros.
La explicación dejó azorado al empresario porque no mantenía relación con esa rama laboral. Entonces entró a oficina a corroborar la información. A los pocos minutos volvió a salir y en ese momento el atacante, desde atrás de la reja, sacó una pistola 9 milímetros con la que efectuó tres disparos. El empresario advirtió el movimiento a tiempo y se tiró al piso. Había otras dos personas en la oficina y nadie resultó herido. Toda la secuencia quedó filmada por una cámara del local.
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Justo a media cuadra había un patrullero. Los policías escucharon los tiros y salieron tras la moto. Luego de una larga persecución el motociclista arrojó el arma, se sacó la remera, la tiró en el camino y terminó chocando. El detenido quedó a disposición del fiscal de Flagrancia Aurelio Cicerchia, quien constató en pericias que las vainas disparadas en la fábrica partieron de la pistola sin numeración incautada al detenido. A los dos días lo imputó en audiencia pública por los delitos de portación ilegal y abuso de armas. Tenía como antecedente una condena a 1 año y medio de prisión condicional por un hecho de robo y quedó en prisión preventiva por el plazo legal.
Convocado a declarar por el atentado del que fue víctima, el empresario dijo entonces que mantenía un conflicto con su ex empleador, aunque jamás pensó que la desavenencia pudiera llegar a ese punto. Según lo que pudieron reconstruir los investigadores, N. había sido empleado del detenido F., a quien lo unía una relación de conocimiento personal además del vínculo laboral. Hasta que en 2019 N. quiso abrir su propio camino y hace tres meses abrió su propia empresa. Al parecer, F. lo culpó de algunos problemas en su negocio y le dijo que no recibiría indemnización.
Como registro de ese conflicto constan denuncias cruzadas entre ambos. En 2019 N. radicó una denuncia por amenazas contra su ex empleador. Según consta en esa presentación, F. le había dicho que si se dejaba su puesto de trabajo “no podría reclamar nada o de lo contrario mataría a su familia”. Ese año también F. denunció por el mismo delito a su ex empleado.
El último encontronazo entre los empresarios de esta historia que es parte de un árbol más denso, con ramificaciones que llegan hasta la banda de Los Monos, fue el jueves de la semana pasada. Según pudieron determinar los investigadores, los dos hombres coincidieron de manera casual en el Shopping Alto Rosario y F. se abalanzó con su Mercedes Benz blanco sobre el competidor al que, se presume, había ordenado asesinar.
Al menos quedó detenido bajo esa sospecha, por ser la persona con quien la víctima mantenía un conflicto constatable en denuncias previas. Si bien se espera el resultado de pericias a su celular, sería sometido a audiencia este sábado por tentativa de homicidio agravado por promesa de remuneración económica y con pedido de prisión preventiva.
Allanamientos
En el marco de la investigación por el fallido atentado armado contra la vida de N., agentes de la Agencia de Investigación Criminal allanaron una vivienda de calle Lima al 1100, en el barrio Echesortu; y un depósito de Alsina al 2400 en el cual, sin autorización municipal alguna, se encontraron almacenados envases de proteínas y suplementos dietarios. En ese local, al momento del procedimiento, se encontraban dos encargados y ocho empleados, siete de ellos de nacionalidad venezolana.