Detrás del doble crimen ocurrido al anochecer del domingo en la zona del bajo Ayolas, en barrio Tablada, hay una compleja trama de violencia criminal con allegados a las víctimas que están privados de la libertad. Se trata también de una familia marcada por un estigma social arrastrado desde hace más de tres décadas, cuando el mote de "comegatos" se impuso mediáticamente para sostenerse hasta hoy. Los investigadores analizan varias hipótesis entre las cuales se baraja un recrudecimiento de conflictos entre bandas de ese sector del sudeste rosarino.
Habían pasado unos 20 minutos de las 19 del domingo cuando dos hombres armados ingresaron por la fuerza a una vivienda ubicada en el ingreso de los pasillos que conducen al interior del asentamiento de Ayolas y la colectora de Circunvalación. Dentro de la casa había al menos tres personas, sobre las cuales los intrusos se fueron encima para dispararles sin mediar palabra.
César Luis Pucheta murió al recibir varios disparos que, entre orificios de entrada y salida, le dejaron 14 perforaciones en distintas partes del cuerpo. Tenía 40 años y anotaciones policiales por robo de maíz y trigo. Ramón Gregorio Benítez, de 37, recibió casi la misma cantidad de balazos y murió ahí mismo, con 13 orificios en el cuerpo. Su detención más reciente estuvo relacionada a un ataque a balazos contra una vivienda ocurrido en 2019. La pareja de Benítez, Erica P., de 41 años, también fue alcanzada por los disparos pero sobrevivió y está internada pero fuera de peligro.
La investigación del doble homicidio quedó a cargo de la fiscal Georgina Pairola, que con el correr de las horas reunió información para barajar distintas hipótesis. Una de ellas conduce a los lazos familiares de una de las víctimas. César Pucheta era hermano de Leonardo Pucheta, preso desde mayo acusado de administración fraudulenta por el manejo de las cajas de alimentos del Plan Cuidar de la Municipalidad de Rosario. Las mismas habían sido secuestradas de la casa del fundador de Los Monos, Ariel Máximo "Viejo" Cantero, en un allanamiento que precedió a su encarcelamiento acusado de liderar una asociación ilícita.
Otro integrante de la familia, José Damián Pucheta, de 24 años, purga un condena a prisión perpetua por un doble homicidio ocurrido el 1º de enero de 2018. En esa ocasión el joven fue acusado de ser uno de los dos gatilleros que asesinaron a Sabrina Barreto y Luis Hernán Tourn y dejaron a otras tres personas heridas en un ataque a balazos contra un grupo que cenaba en la vereda de una casa de Grandoli al 3600. Ese doble crimen se abordó en un juicio oral que expuso un conflicto de fondo de larga data en Tablada: la alianza de las bandas de Funes-Ungaro contra las de Caminos-Segovia. Entre otros hechos en ese debate también se juzgaron los crímenes de Jonatan y Ulises Funes, hermanos de Alan y Lautaro, presos con condenas por narcotráfico y delitos violentos asociados a esa actividad.
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El trasfondo de este conflicto suele conducir a la antigua disputa entre los dos nombres propios referentes del narcotráfico en Rosario: Esteban Alvarado con los Funes y Ungaro como líderes de distintos grupos barriales, y la familia Cantero, conocida como Los Monos, con su peso sobre los grupos que se desprendieron de las bandas en otros tiempos lideradas por los asesinados Roberto "Pimpi" Caminos y Rubén "Tubi" Segovia. En ese último vínculo aparece Joel Pucheta, condenado en diciembre de 2019 por la Justicia Federal a seis años de prisión por integrar una banda dedicada a la comercialización de drogas que tuvo como jefe a Máximo Ariel "Guille" Cantero.
Una familia marcada
Luego del doble crimen de este domingo fuentes barriales indicaron que el hecho pudo ser una represalia a una serie de ataques a balazos ocurridos en la zona por órdenes de uno de los Pucheta que están privados de la libertad. En el lugar del hecho los familiares de las víctimas se negaron a hablar y en un ambiente hostil, custodiado por un móvil policial estacionado a varios metros, sugirieron a los periodistas de La Capital que se retiraran.
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No hubo entonces espacio para el diálogo, para conocer algo más de las víctimas más allá de sus vínculos y posibles entramados delictivos. Con el paso de las horas, y por otras vías, un familiar de Benítez confirmó que el hombre era profesor de fútbol del club Lamadrid, en Cepeda al 5000. Desde la institución difundieron en las redes sociales un mensaje en el que enviaban el pésame a la familia y recordaban a Benítez como un hombre "siempre predispuesto a ayudar al club".
En lo poco que en el lugar del doble crimen manifestaron los familiares de las víctimas apareció el reproche "a los medios" por "las cosas que dijeron". Sin embargo sobre el episodio reciente para la mañana del lunes apenas se había difundido una versión escueta de lo ocurrido, acotada a la poca información que había trascendido por entonces.
El descontento de los Pucheta se debe al nivel de exposición que toda la familia atraviesa desde hace tiempo, no solo por las recurrentes apariciones de distintos allegados en las crónicas policiales sino por su relación con el apodo "comegatos".
El mote quedó ligado a los Pucheta cuando en 1996 un miembro de la familia apareció en la televisión porteña junto al notero Julio Bazán asando gatos en una parrilla en el bajo Ayolas. En la comunidad del lugar, pero incluso a nivel nacional por el impacto mediático, ese mote quedó arraigado a la familia, que a su vez lo portó durante varios años en los que incluso se los vinculó con esa referencia a la barra brava de Rosario Central. Ahora el peso de esa historia recae sobre nuevas generaciones de la familia que —entre miembros detenidos, episodios violentos frecuentes y las marcas del pasado— cargan también un estigma que profundiza las fisuras de los lazos sociales a través de las cuales penetra la violencia.