Este jueves, con la presidencia del camarista Gustavo Salvador, se llevará adelante la audiencia de apelación pedida por la mayoría de los defensores de las 21 personas apresadas el pasado 27 de abril en una saga de allanamientos tendientes a desbaratar una banda que, según la imputación fiscal, integraban “una asociación ilícita dedicada a la comisión de balaceras y extorsiones con el fin de generar temor, una organización para cometer delitos que buscó afectar la paz social”. Entre los principales implicados están Ariel Máximo “Viejo” Cantero; su pareja, Rosa Bibiana Montero; y su ex esposa, Celestina “La Cele” Contreras.
Pero lo llamativo del hecho no fue la detención de esas personas y los otros acusados sino que uno de los allanamientos se hizo en la casa de quien fuera fundador de la banda de Los Monos, en bulevar Avellaneda al 4500, en el asentamiento conocido como Vía Honda. Allí, el Viejo vivía con su pareja y tenía una huerta además de varios “animales exóticos”, como dijeron los fiscales Valeria Haurigot, Franco Carbone y Gastón Avila, quienes llevaron adelante la acusación. Y en la planta baja de esa propiedad funcionaba el comedor comunitario de la “Asocación Civil Antonio «Gauchito» Gil”, una de cuyas titulares es precisamente la pareja de Cantero. Allí los pesquisas encontraron numerosas cajas de alimentos del Plan Cuidar que la Municipalidad de Rosario distribuye en 33 espacios distribuidos en distintos barrios que antiguamente se llamaban Centros de Convivencia Barriales.
Ese hallazgo desató una verdadera polémica política, a tal punto que el intendente Pablo Javkin ordenó iniciar una investigación para saber qué hacían esas cajas en el comedor que maneja la Asociación que conduce la pareja del Viejo Cantero e incluso dejó la sospecha de que habían sido robadas de otro centro comunitario. Incluso, el día de los allanamientos el fiscal Carbone sostuvo: “Creemos que las cajas, eventualmente, serían destinadas a una especie de comedor barrial que funcionaría en ese lugar, donde no vimos indicios de eso. No había cocina. Más bien vimos algo parecido a un salón de fiesta con algunos detalles”.
En ese marco, y de cara a la audiencia de este jueves el abogado Marcelo Martorano, quien lleva adelante las defensas del Viejo Cantero y Celestina Contreras, adelantó que el 18 de enero pasado, con el número de dictámen 471, la Inspección General de Personas Jurídicas de la provincia le otorgó validez al funcionamiento de la “Asociación Civil Antonio Gil” cuyos titulares son Ricardo Angel Montero y Rosa Bibiana Montero, con el fin de brindar en su domicilio “una copa de leche y comedor comunitario” además de “brindar capacitaciones en talleres de apoyo escolar, manualidades y herrería” entre otras actividades poniendo fin así a un trámite que se había iniciado en octubre de 2021.
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Asimismo, el letrado dijo que la Asociación cuestionada “cuenta con la habilitación para funcionar de acuerdo a sus objetivos planteados a pesar de que la fiscalía siempre dijo que el comedor era ilegal y que no tenía autorización del Estado para funcionar”. E incluso, recordó que en la audiencia imputativa, “se sostuvo que las fotos de la gente buscando comida en el local allanado era una puesta en escena”.
En ese marco, Martorano explicó que “las cajas del Plan Cuidar eran enviadas por la Municipalidad aunque la jueza Valeria Pedrana, al dictar las prisiones preventivas tras los allanamientos, expusiera que la recepción de las mismas era ilegal porque la asociación no tenía personería jurídica, lo que queda desmentido por la documentación que se presentó en tiempo y forma porque la misma le fue otorgada cuatro meses antes”. Además, sostuvo que “más allá de esa autorización legal, desde 2018 en ese lugar se dictan cursos de capacitación en oficios para los vecinos tal cual lo dijimos en un primer momento”.
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Un par de días después de los allanamientos que le pusieron faja de clausura al comedor, La Capital pudo ver in situ cómo se trabajaba en el comedor y la manera en que los vecinos del carenciado barrio de la zona suroeste rosarina iban en busca de alimentos no perecederos al lugar. A tal punto que numerosos habitantes de la zona se manifestaron preocupados por el destino del lugar tras los allanamientos y el secuestro de las cajas alimentarias del lugar donde vivía "Don Ariel".