Este martes se realizó la tercera y última audiencia del año en el marco del juicio oral a 19 policías acusados de participar con distintos grados en la desaparición forzada seguida de muerte de Franco Casco, ocurrida en octubre de 2014. En esta jornada tuvieron la oportunidad de declarar 13 policías, aunque todos se abstuvieron. Las audiencias se retomarán el próximo 8 de febrero, luego de la feria judicial.
El pasado 16 de diciembre declararon seis policías, entre ellos el subcomisario Diego Álvarez, quien en octubre de 2014 era jefe de la comisaría 7ª, el último lugar en el que Casco, de 20 años, fue visto con vida. En esa jornada todos los policías hicieron uso de su derecho a declarar y volvieron a insistir con que son inocentes. La fiscalía federal que investigó la muerte de Casco considera que después de que el joven fuera detenido, dentro de la comisaría de Cafferata al 300 fue blanco de torturas y golpes que le provocaron la muerte. Y que luego el cadáver fue ocultado y arrojado al río Paraná, donde fue hallado 25 días después.
La versión policial asegura que Franco fue detenido el 7 de octubre —a diferencia de la hipótesis de la fiscalía que sostiene que fue un día antes— y que ese mismo día quedó en libertad. Se trata de un relato diametralmente opuesto al de la acusación, que se basa —entre otras evidencias— en el testimonio de las personas que en ese entonces estaban privadas de la libertad y aseguraron haber escuchado cómo un chico de nombre Franco Casco fue golpeado entre la noche del 6 de octubre y la madrugada del 7.
Los policías, sin embargo, sostienen que lo que ocurrió con Franco fue un procedimiento de detención normal. "Un hecho que no tuvo nada llamativo", dijo el subcomisario Álvarez en la audiencia anterior. Según este relato de los hechos, un vecino de la comisaría se comunicó al celular privado de Álvarez para avisarle de dos personas con actitud sospechosa. Luego de salir a patrullar se encontraron a un joven que se resistió a ser identificado y los agredió: según los policías ese fue el desencadenante de la detención de Franco, quien —luego de la revisión de la médica policial— fue liberado.
Silencio y cautela
"Me abstengo de declarar por consejo de mi abogado" y "no recuerdo", fueron las frases que más se repitieron en la jornada de este martes. En esta ocasión pudieron haber declarado 11 policías que en octubre de 2014 cumplían distintas tareas en la comisaría 7ª: Cintia Greiner, Belkis González, Franco Zorzoli, Marcelo Guerrero, Cecilia Contino, Fernando Blanco, Rocío Hernández, Rodolfo Murúa, Walter Ortiz, Romina Díaz y Ramón Juárez. Además fueron convocados a hacer uso de la palabra Pablo Síscaro y Daniel Escobar, policías de Asuntos Internos acusados de encubrimiento.
Ninguno de los 13 hizo uso de su derecho a declarar. Entonces se incorporó al debate la lectura de las declaraciones que cada uno había brindado en ocasión de la etapa de instrucción de la causa. En esos testimonios, la mayoría ofrecidos en 2017, todos los policías dijeron ser inocentes.
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Algunos contaron que tenían varios años de trabajo en la fuerza y sin antecedentes, otros dijeron que se habían sumado a trabajar en la comisaría tres meses antes del hecho y que por lo tanto no conocían en profundidad el funcionamiento habitual. Otros aseguraron que cumplían exclusivamente tareas administrativas, es decir que tenían "estado policial" pero no "autoridad policial".
A partir de esos descargos los policías argumentaron no recordar con precisión cuando, tanto la fiscalía como los querellantes, les preguntaron sobre sus desempeños en aquellos días de octubre. Un dato que destacó por sobre otros en la lectura de las declaraciones es que ninguno de estos 11 policías de la comisaría 7ª recordaban haber visto a la médica policial que —según la versión policial— había revisado a Franco antes de que le otorgaran la libertad.
Jerarquías
Guillermo Campana, querellante en representación del hijo de Franco Casco, consideró que la decisión de los policías de no ampliar sus declaraciones responde a "la jerarquía policial" que construyó una versión contraria a la hipótesis de desaparición forzada seguida de muerte. "Queda claro cómo se implementan las jerarquías, cómo ha sido el comisario (por Álvarez) el que estructuró todo el relato", analizó y agregó: "Él declaró durante horas, también los otros superiores. El resto optó por no hacerlo y se acomodó a ese relato del comisario".
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A su vez sugirió que no fue casual que la mayoría dijera no recordar datos con precisión cuando declararon en ocasiones anteriores. "Recurrieron al recurso de no recordar a los efectos de evitar caer en contradicciones o de implicar a terceras personas", analizó Campana. "Hay algunas cuestiones que uno puede entender que por el paso del tiempo no se recuerden. Ahora bien, los compañeros de trabajo de una guardia en general sí se recuerdan", agregó.
El querellante sostuvo que si ningún policía aseguró haber visto a la médica policial es porque en verdad nunca estuvo en la comisaría. "Está claro que la médica nunca estuvo en la comisaría. Aunque se encuentre en el relato policial que Franco estaba desorientado, que la médica lo revisó, eso evidentemente nunca ocurrió. El único que la pudo haber visto obligadamente fue el que abrió la reja donde estaba Franco, que no declaró y cuando lo hizo en su momento no hizo alusión a la médica", explicó.