Ojalá que esta crónica vaya a parar a la basura luego de la finalísima que jugará Argentina contra Nigeria para saber si sigue o no en el Mundial. De verdad es el deseo de quien escribe estas líneas. Y también el anhelo de un pueblo argentino que se merece un desahogo deportivo luego del ahogo cotidiano que vive con la complicada situación económica y social que atraviesa el país. No es la idea caer en el chauvinismo barato y creer que un gol de Lionel Messi o una milagrosa clasificación tapará todo con diario. Ni la crisis del país ni el desastre futbolístico que demuestra ser el equipo de Jorge Sampaoli cada vez que jugó en Rusia.
Pero es mejor ir por partes, como alguna vez dijo un personaje de la literatura de terror. Si Argentina está con un pie afuera del Mundial es porque se lo merece. También tiene al técnico que se merece quedar marcado si finalmente se consuma el adiós tempranero. Cómo puede clasificar un equipo que no le pudo ganar a Islandia y bailó al ritmo de Croacia, una selección que está lejos de ganar la Copa del Mundo. Pero que hoy le alcanza para zamarrear como a un muñeco de trapo a esta albiceleste que el DT la definió como "la selección de Messi".
Hasta en eso se equivocó Sampaoli. Si tanta admiración le despierta Messi ¿por qué en este tiempo que lleva en el cargo no armó al menos un equipo decoroso? Por lo menos, una formación que no se prestara a la vergüenza que pasó ayer ante los croatas. La actuación de Argentina tuvo muchos puntos de contacto con las producciones de otras selecciones que disputaron mundiales antes de la llegada bisagra de César Luis Menotti.
Si es cierto que por aquellos tiempos los equipos se definían arriba de los aviones, Sampaoli copió ese método, aunque lo suyo fue más sofisticado. Se pasó de gira en gira por Europa para explicarles a los jugadores que iban a ser citados qué pretendía de ellos y evidentemente no les transmitió nada. O lo que es aún peor, nadie le creyó nada. Quizás esta última reflexión se acerque más a la verdad para explicar el cataclismo que se vio en el estadio Nizhny Nóvgorod.
Desde que está el Zurdo en la conducción, Argentina es un equipo tirado en la cancha. Con muchos desvaríos tácticos, cambios compulsivos y muchas decisiones equivocadas. No hay guía afuera ni adentro. Porque Messi, hasta el momento, jugó el Mundial siendo una sombra. Nada se sabe de él. Parece que está, pero nadie lo ve. Y nadie lo ayuda. Es tal el respeto reverencial que le tienen que ningún compañero se rebela para sacar la cara por el equipo. Tampoco hay ninguno que se anime a desmentirle a ese mundo que los tilda de perdedores seriales. Es más, si alguien ayer bajaba de un plato volador y veía cómo caminaba la cancha Messi, nunca hubiera pensado que estaba viendo al mejor jugador del mundo. Al futbolista que causa revoluciones planetarias en cualquier lugar adonde vaya.
Aunque parezca un contrasentido, tal vez no le vendría mal a la selección argentina quedar afuera en la primera fase. Para qué seguir adelante en el Mundial si cualquier equipo más o menos con un plan de juego definido la llenará de magullones con la misma facilidad con que lo hizo Croacia.
O alguien confía en que estos jugadores pueden revertir una situación desfavorable. Si no lo hicieron hasta ahora, con todas las oportunidades que tuvieron, es realmente impensado que en el declive de sus carreras muestren sublevación. Mucho menos con un técnico más jugadorista que los propios jugadores, como demostró ser Sampaoli en la conducción. Para levantar esta tierra arrasada, se impone una urgente refundación.
Después de este bochorno mundialista, lo único que les queda a Sampaoli y a los jugadores es pedirles perdón a esos miles y miles de hinchas que desafiaron las distancias y estuvieron apoyando primero en Moscú y luego en Nizhny.
El técnico argentino en la conferencia de prensa se hizo responsable de la derrota y exoneró de culpabilidad a Caballero. Está bien que lo haga y no lo incendie públicamente. En realidad, tiene razón. A la única cabeza que se le puede ocurrir que Caballero es mejor que Armani es a Sampaoli.
Así estamos y así terminamos. Ahora hay que rezarles a todos los santos para que Islandia y Nigeria hagan tan mal los deberes como Argentina para tener alguna posibilidad de seguir en el Mundial. Aunque no lo merezca.
El silencio de Messi
Leo Messi se fue del vestuario masticando mucha bronca. Y sin hacer declaraciones tras la durísima derrota ante Croacia. Messi dejó además el estadio de Nizhny Nóvgorod escoltado por el presidente de la AFA, Claudio "Chiqui" Tapia. Con el equipo oficial de la delegación, una mochila y las manos en los bolsillos, el crack rosarino surcó la zona mixta dispuesta por Fifa para que los jugadores hablen con la prensa, sin precisamente hablar.
Ya no importa mirar a Francia o Dinamarca, sino rezar para clasificarY pensar que cuando salió el fixture la cuestión era elegir si salir primero o segundo del grupo D para jugar o no con Francia en octavos, o pensando en España en cuartos. Hoy pasa por clasificar de última, ayudado por otros resultados. Ya es imposible llegar primero. Finalizar segundo parece un sueño, que sólo se dará con una victoria propia ante Nigeria (sumaría 4 puntos y entraría a tallar la diferencia de goles) y del resultado de cierre entre Islandia y Croacia en la última fecha (no deben vencer los islandeses). Pero antes de esto, sobre todo con una combinación en el resultado de hoy entre Nigeria e Islandia (ver página 10), que incluya triunfo africano (la tabla quedaría con Nigeria 3, Islandia y Argentina 1) o reparto de puntos (Islandia 2, Nigeria y Argentina 1).