Si quieren espectáculo vayan al teatro, solía decir el legendario entrenador Carlos Salvador Bilardo para responder a las críticas que le realizaban a su estilo táctico desde diferentes sectores los militantes de la estética. Algo similar podría esgrimir hoy el técnico Edgardo Bauza tras la presentación de su Rosario Central en la Superliga si algún periodista o simpatizante canalla cuestionase la forma con la que venció a Banfield, el pasado domingo en el Gigante de Arroyito.
Porque lo que se vio ante el Taladro fue un cuadro auténtico de Bauza. Un conjunto pensado y estructurado desde atrás hacia adelante. Con un orden férreo y con tolerancia cero para la inseguridad que pueda generar alguna desconcentración defensiva. Tratando de transmitir en todo momento que no había margen para evidenciar la vulnerabilidad que supo mostrar Central en los torneos precedentes.
"Equilibrio, confianza y tranquilidad" fueron las palabras que en toda la pretemporada repitió el Patón en cada ensayo táctico, tanto que los futbolistas más experimentados lo reiteran como marca registrada en cada ocasión que tienen de dialogar en público, como lo hizo el zaguero central Matías Caruzzo ayer durante la entrevista que le concedió a Ovación.
No debe molestar ni herir susceptibilidades que algunos consideren que la matriz futbolística que utiliza Bauza no sea vistosa, como ya lo hicieron saber aquellos estetas que pululan en las mesas de café de cada día. Pero lo que sí puede objetarse es que esas voces pongan en duda la convicción con la que el actual conductor centralista desarrolla su plan de acción.
Más allá de los gustos y pareceres, todos respetables por cierto, el Patón está convencido de sus formas, a tal punto que aunque luzca monótono por momentos exhibe la efectividad necesaria acorde a las circunstancias.
No es nuevo esto en la biblioteca de los cuestionamientos a Bauza, si incluso no fueron pocas las voces de la prensa porteña, como así de algún sector de la hinchada de San Lorenzo, que criticaron su planteo pese a que el club de Boedo ganó por primera vez la Copa Libertadores de América.
Pero volviendo a la actualidad, es cierto que proyectar la campaña canalla en esta Superliga por lo visto en el primer partido puede resultar inconsistente, pero lo que sí se puede aseverar sin temor a caer en la equivocación es que este equipo se está diseñando a imagen y semejanza del Patón Bauza.
Orden defensivo como primera estación para progresar después en el campo. Ese bien puede ser el epígrafe a ubicar en la foto de la presentación de Central en esta segunda edición de la Superliga.
Así como alguien alguna vez dijo que "estos equipos son como el Rastrojero, porque van despacio pero te permiten llegar a destino", no es menos cierto lo que algunos hinchas dijeron tras la victoria del domingo: "A estos partidos, antes Central los empataba o los terminaba perdiendo".
Cuando las condiciones imponen la necesidad de sumar muchos puntos, se ponen en valor algunas características futbolísticas que en otro momento se menospreciaban, pero todo responde a que hay que saber incorporar determinado aprendizaje, como el que indica que para ir por otros objetivos es indispensable primero cuidar lo que se tiene. Aunque se quiera menoscabar la importancia de esto con calificaciones como "defensivo" o "mezquino".
Necesidades vigentes
El orden evidenciado más la victoria consumada por supuesto que no disimulan las necesidades que tiene un conjunto en formación, con carencias por supuesto.
Es que la falta de un volante central que compense en el mediocampo no le permite a Néstor Ortigoza liberarse por completo para así poder exhibir su capacidad como armador de juego.
Porque más allá de la precisión que exhibe Leonardo Gil en los envíos, sus características difieren de ese cinco de quite y despliegue que el esquema requiere. ¿Será acaso el uruguayo Diego Arismendi el indicado? Un interrogante a develar.
También la falta de profundidad de los volantes externos es un tema a subsanar, porque en el debut se soltaron poco y nada, hasta que entró Andrés Lioi, a quien con una decidida incursión hasta el fondo para asistir al Chaqueño Herrera le alcanzó para mostrar lo que Carrizo y Camacho no habían logrado.
Trabajo pendiente
Y es allí donde más trabajo tendrá el cuerpo técnico de Bauza, porque si bien necesitará ratificar el viernes en Córdoba esa imagen de solidez defensiva, también tendrá la misión de dotar a su equipo de variantes ofensivas que le permitan contar con mayores posibilidades para vulnerar al adversario.
El 4-4-2 del Patón o el eventual 4-4-1-1 puede no satisfacer el gusto de aquellos que disfrutaban con el vértigo de otros planteos que prometían protagonismo en épocas de abundancia, pero la realidad indica que hoy Central tiene otro marco, donde el cuadro luce menos por austero y utilitario, pero asoma más efectivo. Sí. Como el Rastrojero.