Por qué no usar la famosísima letra de León Gieco para agregarle un nuevo pedido a Dios. Que el Dios del fútbol actual, Lionel Messi, juegue para siempre. Es que quedó claro luego de la victoria por 3 a 0 sobre Venezuela por las eliminatorias sudamericanas que no habrá muchas más funciones del mejor jugador de fútbol del mundo, acaso de la historia, solo comparado con Diego Armando Maradona, tal vez con Pelé. Una realidad que el propio rosarino dejó bien en claro en sus declaraciones, al punto de hasta disparar alguna duda sobre su presencia en el Mundial 2026, aunque ya esté a la vuelta de la esquina.
“Nueve meses pueden parecer nada pero también son un montón”, dijo un emocionado Leo al término de su último partido en eliminatorias, ese que le permitió alcanzar un nuevo récord, el de presencias en esa competencia que ahora compartirá con el ecuatoriano Iván Hurtado, hace rato retirado, de 72 partidos. El martes, justo ante Ecuador lo hubiera superado, pero no se quiso arriesgar. Una muestra de la realidad que envuelve al 10 argentino.
Es que Messi, como nunca le pasó en su cuidada carrera, viene padeciendo molestias musculares y en una liga menos competitiva como es la del fútbol de Estados Unidos. Por eso destacó además que pudo completar tres partidos seguidos después de mucho tiempo. A sus 38 años, que serán 39 en medio de la disputa del Mundial, todo empieza a sentirse más. El lo sabe, más allá de que no se palpa eso en la cancha.
El gran repertorio de Lionel Messi
De hecho, el jueves por la noche en un Monumental repleto, Messi volvió a desplegar un gran repertorio. Con lucidez, con rapidez para sacarse de encima la marca o resolver en espacios cortos, con dos goles, el primero un golazo, y una magistral asistencia para el que marcó Lautaro Martínez apenas pisó el césped. Aún ante un limitado Venezuela, que viene creciendo, se lució de verdad y lo que se vio en la cancha no habla de un jugador a punto del retiro. Pero lo está.
A Messi hay que creerle cuando afirma, reafirma en realidad, que irá partido a partido, que necesita sentirse bien en una cancha y que si no lo está dará un paso al costado. Por ahora disfruta, no en plenitud porque lo dice, pero sí con el suficiente margen como para llegar a la nueva Copa del Mundo.
A decir verdad, luego de su extraordinaria actuación en Qatar a los 34 años, y la meta que alcanzó, todo lo demás fue un plus. Pero muchas cuestiones fueron alimentando la ilusión de tenerlo en Estados Unidos-México-Canadá 2026. La gran performance del jueves fue una de ellas, pero hubo otras.
Razones que alimental el sueño del Mundial
Cuando dejó el PSG y decidió emigrar a Miami, no hubo dudas de que se trató de una decisión muy pensada. Por Leo y por los que lo imaginaron en el nuevo Mundial. Qué mejor que tenerlo ahí, en el lugar de los hechos, sin arriesgar tanto en las ligas mas competitivas del mundo, sin necesidad de que haga una gran logística cuando llegue el momento.
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Si bastó un ejemplo para eso fue la Copa América 2024 festejada en Estados Unidos, en Miami claro, donde se vio a un Messi feliz por un lado y llorando como un chico en la final cuando debió dejarla por un esguince de tobillo. Eso habló entonces más que nada de que el animal competitivo estaba vivo. Por eso, a nadie se le pasa por la cabeza que faltando tan poco para la nueva cita mundialista, Leo pueda bajarse.
Sin embargo, las palabras de Messi abren un interrogante. Más porque en el medio de la emoción de lo que sabía era su despedida de un partido por los puntos en el país, no se privó de ser reflexivo para plantear su sentimiento. Como también para no perderse la oportunidad de decir que no olvidó por completo el maltrato al que fue sometido antes de este proceso virtuoso con Lionel Scaloni al mando.
Un balance de todo, lo bueno y lo malo
Casi que trazó un balance de todo, de lo bueno y lo malo. En eso también se notó que el retiro lo madura en serio. Como debe ser, por otra parte.
A los 34 años, con el físico ya maltrecho, Maradona cumplía su última función con la selección también en Estados Unidos, llevado de la mano al antidoping luego de una actuación sobresaliente ante Nigeria, por la segunda fecha de aquel Mundial de 1994. Más de tres décadas después, Messi tiene la oportunidad de también despedirse en el mismo país, casi rozando los 40 años y seguramente de una manera muy distinta. Casi como cerrando un círculo con los dos mejores jugadores que dio el planeta y que nacieron en Argentina. Un privilegio del que nadie puede ufanarse.
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Faltan 9 meses, el tiempo que desemboca en un parto, el del contraste único que conjuga un dolor incomparable y la felicidad más infinita. El tiempo que media entre esas palabras de Messi y un Mundial que, sin dudas ese sí, será el de una despedida que nadie quiere pero que también le dará chance de hacerlo como lo merece. En el torneo más importante de todos, defendiendo la camiseta que tanto ama como lo hizo siempre sin importar los resultados. No sería justo pedirle al Dios del fútbol que juegue para siempre.