El próximo 28 de marzo asoma como el Día N. Para esa fecha los socios de Newell's fueron convocados a una asamblea que no se visualiza como una mera formalidad como muchas veces suelen ser. En esta ocasión el encuentro tendrá una significación política trascendente. Porque si bien se pondrá a consideración la memoria y balance del ejercicio 2016/17, la reunión permitirá a los verdaderos dueños del club ejercer su derecho soberano de opinar, debatir, disentir, buscar puntos de coincidencia e intentar proyectar soluciones a la profunda crisis que agobia a su club. Todo tendrá que ser de manera cívica. Para lo cual los organismos de seguridad deberán ofrecer todas las garantías.
El motivo de la convocatoria es el que oportunamente no pudo ser tratado en octubre pasado porque hechos de violencia lo impidieron. Pero la capitalización de la asamblea dependerá de la votación inicial para la constitución de las autoridades, la que puede lograr la ampliación del temario según las mociones que los socios vayan proponiendo.
Es evidente que la crisis de un club no se resuelve en una asamblea, pero sí puede ser el punto de partida de una convergencia de ideas para una edificación colectiva superadora.
A mayor escala muchos pueblos encontraron en ásperas asambleas el camino hacia la independencia, luego de conciliar posiciones que se presentaban como antagónicas. A menor escala no son pocas las entidades de distinta índole que construyeron una solución gracias a las reuniones de sus representantes.
Y es lo que de forma urgente precisa Newell's, porque una vez más una entidad popular se encuentra inmersa en un oscuro derrotero merodeando la cornisa, y con métodos que aunque parezcan paridos por la falta de ilustración, se asemejan demasiado a historias ya vividas por éste y otros clubes.
Sería un sesgado reduccionismo circunscribir este estado de situación del club rojinegro sólo a la actual comisión directiva, que deshilachada consumió su escaso crédito político en tiempo récord, mientras impúdica exhibe su amplio muestrario de torpezas y fragmentación, el que dejó en la superficie la falta de preparación para semejante responsabilidad.
Y sería parcial suponer que estos dirigentes son la única causa de todos los males en el club porque ellos son el emergente de una clase política que ofreció opciones. Y fueron elegidos democráticamente. Es decir que se impusieron en una legítima contienda electoral. Sí, como una escasa primera minoría. Pero votados al fin. Sería contrafáctico señalar que con algunas de las otras alternativas la realidad sería diferente.
Lo que sí puede aseverarse sin margen de error es que el oficialismo tiene la enorme responsabilidad de haber profundizado la precarización del club al extremo de ubicarlo en un espacio incierto. Y es el que tiene el mandato de modificar este estado de situación.
Sólo aparecen leves síntomas tardíos de corrección económica mediante una intervención judicial directa en la tesorería, como así un aparente cese de hostilidades entre algunos directivos en pugna. Demasiado poco para salir del barro donde está empantanado un club que volvió a evidenciar rasgos de esa violencia estructural en las tribunas, la que impune se muestra como si hubiese renovado crédito en este tiempo ante la preocupante pasividad de quienes ejercen el poder para evitarlo.
Y también la oposición tiene su rol en este caos, porque apareció segmentada y por momentos los sectores más radicalizados fueron funcionales a estos estados alterados. Razón por la cual hoy deben pensarse como un todo para cumplir el rol que las circunstancias le imponen, la de impulsar alternativas con ideas y ejerciendo un control implacable a la comisión directiva, siempre y cuando su real propósito sea evitar que la debacle sea total.
También esta crisis política remite a aquellos operadores que en su afán por estar en el poder detrás de escena emularon a Víctor Frankenstein, y tras crear al monstruo lo dejaron solo, pero hoy aparecen de nuevo como si tuvieran autoridad para crear otro.
Este difícil presente a su vez alude a aquellos socios a quienes extrañamente los denominan como "distinguidos" por su situación patrimonial personal, que hacen saber su disponibilidad grupal para funcionar como respaldo financiero con encajes de ciertas garantías, con derecho a incidir pero sin aparecer. Es decir sin compromiso político ni público. Pero en este presente Newell's requiere que sus socios pongan la cara, el cuerpo y la cabeza. Porque la peor de las incertidumbres es la que genera la degradación.
El 28 de marzo todos tendrán una gran ocasión para redimirse. Pueden convertirlo en un día importante en la vida de Newell's. Porque será un cabildo abierto para sus socios. Quienes tendrán la posibilidad de articular voluntades en pos de una idea que resuelva. La que empiece a diluir esta crisis. La que acerque al club de vuelta a su gente y la aleje de aquellos militantes de la violencia.