Newell’s no jugará la zona campeonato de la Copa Diego Maradona. Perdió con Boca otra vez y de esta manera se quedó afuera de la conversación por el título. Frank Kudelka no logró a lo largo del certamen ensamblar el equipo. Y la decepción se terminó de corporizar con esta tercera derrota en cinco partidos. Por lo que ahora también en el Parque comenzará una etapa de revisión. Porque el objetivo no se alcanzó. Y será tiempo de autocrítica y replanteos.
Es que cuando Newell’s no maneja la pelota, es un equipo vulnerable. Porque se hace largo, retrocede mal, deja muchos espacios y es ahí cuando los rivales que tienen jerarquía lo vencen. Kudelka aún no pudo encontrar la forma de que su equipo no se descompense cuando no tiene el balón. Porque de mitad de cancha hacia adelante funciona, pero desde la zona de contención para atrás el esquema colapsa. Salvo contra Lanús, le pasó siempre. Por eso el déficit táctico asoma como crónico.
Boca encuentra la primera ventaja en la primera incursión profunda tras agarrar a contrapierna a la última línea, cuando Abila engancha en la puerta del área y Fontanini le comete falta. Tiro libre frontal. Edwin Cardona le pega con más certeza que potencia y la clava en el ángulo del arquero Macagno que justo antes se corrió hacia el medio del arco.
Hasta ahí Newell’s había sido más incisivo. Pero no contundente. Pelotazos sistemáticos a las manos de Andrada.
La tarde noche ya pintaba mal para los rojinegros. Nacho Scocco había caído en los minutos iniciales luego de una infracción y el hombro lo obligó a salir.
Newell’s no resignó su búsqueda, fue por la igualdad, pero en otra réplica el intratable Cardona se metió por la izquierda a manera de wing y desde un ángulo cerrado metió la pelota en el arco leproso. 2 a 0. Boca no dominaba. Pero sí definía.
Y de ahí en más sí el local empezó a predominar porque hice pie en el mediocampo y cada gestación amagaba con corporizarse en el tercero.
Un puñado de minutos antes del descanso, Cardona, sí el 8 que ya jugaba de diez, recibe una pelota sobre la izquierda en el mediocampo y Gabrielli, ya amonestado, lo derriba desde atrás para dejar a Newell’s con un hombre menos y en peores condiciones.
Ya en el complemento el amor propio de algunos jugadores rojinegros no alcanzaba para intentar achicar las distancias que se presentaban como irreductibles. Por eso cada ataque de Boca, elaborado con paciencia, llevaba implícito un riesgo de gol.
Que pudo haber sido de penal, porque una mano inconcebible de Moreno derivó en la sanción desde los 12 pasos, pero Abila le pegó mal y envió la pelota por arriba del travesaño.
Todos los minutos posteriores estuvieron demás. Sólo fue un recorrido de la impotencia de Newell’s y la suficiencia de Boca. Que con ventaja de goles y hombres se dedicó a jugar con paciencia y esperando que los minutos se diluyeran.
Y así llegó el final. Newell’s no pudo ni supo torcer una historia que ahora lo ubica en la zona complementación. Con la frustración a cuesta de lo que debió ser y no pudo. Pero con la obligación de encontrar el funcionamiento pretendido para volver a ser.