Newell's luchó para vencer a Platense, se prendió bien arriba y sueña

Y fue festejo leproso nomás en un Coloso repleto. La alegría del clásico tuvo correlato ante Platense y Newell’s logró así una victoria trascendental por 3 a 1 ante el calamar. Fue un triunfo muy trabajoso, durísimo, que recién logró justificar en el final, donde supo ponerle el moño a una noche chivísima en el trámite, pero abultada en el resultado. Los goles de Juan Garro, Nicolás Castro de penal tras intervención del VAR y Djorkaeff Reasco le dieron tres puntos de oro a los rojinegros que quedaron terceros en la tabla de la zona A, en puestos de clasificación a los play-off y a sólo dos unidades del líder Racing. Newell’s tiene viento a favor, fue de menos a más y el sueño de pelear hasta las últimas consecuencias está más vivo que nunca.

En la etapa inicial a Newell’s le costó imponer condiciones en el Coloso. En un partido ordinario desde el comienzo los rojinegros arrancaron erráticos con la pelota, no presionaron en bloque en la salida del adversario y el calamar supo hacer pie en la mitad de la cancha en base a triangulaciones.

Incluso las primeras aproximaciones a las áreas, siempre en el contexto de escaso peligro real, fueron de Platense. El arco calamar le quedaba muy lejos a la lepra que carecía de profundidad, no podía tomar la manija Nicolás Castro y, además, ni Panchito ni Garro estaban sueltos por las bandas. En ese marco Juanchón García era un lejano llanero solitario luchando entre los zagueros.

Juan Infante remató alto para la visita y la monotonía dominaba la noche del Coloso. Pero a los 26 minutos tras un córner ejecutado con rosca por Nicolás Castro llegó la apertura. Se iluminó Juan Garro, que atacó la pelota y con un cabezazo cruzado agitó la red ajena.

Newell’s estaba arriba casi por casualidad. Ya que la ventaja no era producto de un dominio sostenido ni de una lluvia de chances de gol. Nada de eso. La lepra casi no había pisado el área y le sacó el máximo rédito a ese balón detenido.

Pero lejos de aprovechar ese contexto y animarse a ser dominador del trámite, el local siguió con las mismas desatenciones defensivas y la escasa tenencia en el medio.

Por ello no sorprendió el empate del calamar. Ramiro Macagno le tapó el grito a Bergessio, pero la la pelota derivó a Ignacio Schor, que giró y remató de corta distancia. El Var no encontró nada fuera del reglamento y Dóvalo convalidó el empate. Al descanso.

En la reanudación del juego otra vez Newell’s extrajo petróleo de una pelota quieta. Luego de un córner de Castro, el Var llamó al juez principal Dóvalo para notificarle un agarrón de Infante a Garro dentro del área. Penal. Nico Castro se paró frente a la pelota con perfil de crack y lanzó el disparo a la derecha del arquero Ledesma, que eligió la izquierda tras el amague del diez leproso. Otra vez arriba Newell’s.

El trámite siguió siendo ordinario, desprolijo y friccionado. Sanguinetti buscó sorpresa y dinámica con los ingresos de Sordo y Portillo. Newell’s no podía sostener la pelota y Platense se animó. Lo perdió Bergessio con un remate que se le fue ancho.

Sin dudas que la lepra sintió las ausencias notorias de Cristian Lema, Pablo Pérez y Julián Fernández, los tres integrantes de la comuna vertebral anímica y futbolística del equipo de Sanguinetti. Pero a esa altura del partido era apretar los dientes y aguantar lo que fue una noche de pocas luces.

En busca de más energía arriba en los rojinegros saltaron a la cancha Funez, Reasco y Giani. El final fue dramático, con Platense desesperado aunque sin ideas y con Newell’s aguantando sin poder sostener la pelota con inteligencia.

Y en el epílogo Newell’s cerró la temporada de pesca del calamar. Peinada de Nazareno Funez y Reasco corrió como una flecha al área para definir con autoridad con un tiro bajo ante el achique del arquero Ledesma. La Pantera ecuatoriana hizo rugir al Coloso para ponerle el moño del 3 a 1 a un cotejo chivísimo que Newell’s a puro gol y con escaso juego igual sacó adelante.

Portillo estuvo picante y sin dudas los cambios le dieron a Newell’s la intensidad y la agresividad que no había tenido antes. La lepra está viva, en alza y con la ilusión por las nubes y ahora sentado en una de las butacas de los clasificados al top 4 de la zona A.