Antes de comenzar a establecer la dirección, los lineamientos, las variantes tácticas y los nombres propios que formarán parte del Newell’s que encarará el 2025, el cuerpo técnico rojinegro debe primero terminar de aquietar los movimientos de sus aguas internas, y las sensaciones de incertidumbre y de inestabilidad que atraviesan la actualidad de la entidad leprosa.
Para eso, el entrenador Mariano Soso necesita despejar las nubes que siguen enturbiando el panorama y descontaminar el clima del vestuario para poder cimentar, con bases sólidas y confiables, las expectativas y los objetivos para la próxima temporada. En ese rango de intenciones se incluye la determinación de la partida de Matko Miljevic tras sus excesos y desplantes, y también debería contemplarse la situación de Ever Banega, su capitán y figura, después de una temporada en la que estuvo muy lejos de representar un aporte positivo.
La ausencia del 10 rojinegro en el último viaje a Córdoba para enfrentar a Talleres, donde fue baja de último momento por “problemas personales”, según comunicó escuetamente el club a través de sus canales oficiales, sintetiza con precisión y crudeza la saga de inconvenientes que han envuelto el errante tránsito de Banega durante toda esta temporada en Newell’s.
Ese tipo de faltas habitualmente lo han dejado afuera, sin posibilidad de intervención, cada vez que el equipo leproso intentó reaccionar y encaminarse detrás de un proceso sustentable de revitalización, que nunca llegó a concretarse, entre otras muchas causas, por la pobre ayuda de los líderes, de quienes más podrían aportar por sus potenciales y sus condiciones naturales.
Lo de Banega en este año fue muy irregular, sólo fueron breves esbozos que despertaron cierta dosis de entusiasmo inicial, pero después todo se fue perdiendo rápidamente entre intentos fallidos, en carencias para confirmar los pocos indicios positivos que forjó, y en lesiones que nunca permitieron ver con continuidad su verdadero nivel de rendimiento.
En este contexto de necesidades y urgencias, los problemas personales de algunos terminan transformándose en malos ejemplos y en problemas para todos en Newell’s.
El club quiere que Banega siga
Ante este panorama, en el plantel leproso hay que recomponer las estructuras internas de soporte y los lazos de contención que representan los referentes. Con la ida de Leonel Vangioni, quien decidió tras la victoria sobre Talleres ponerle fin a su ciclo en Newell’s, y con la grave lesión de Lucas Hoyos, este grupo se quedó con Banega como única figura de referencia entre los que tienen pasado y peso dentro del club.
Este equipo rojinegro necesita líderes que aparezcan, que den la cara y que eleven la voz cuando las instancias y los momentos lo ameritan. Newell’s precisa que su 10 cambie de fase y el signo de sus aportes. Debe creerse ese rol y ejercerlo.
Por eso, la directiva está iniciando un proceso de negociación con Banega para la extensión de su vínculo con la institución rojinegra. Pero ese nuevo acuerdo implicaría una baja sensible en su sueldo y nuevas reglas de funcionamiento interno para la próxima temporada.
Por ahora las tratativas iniciales corren en buena dirección y todo indica que Banega se quedaría en el Parque pero bajo otros parámetros de exigencias y responsabilidades, las que viene señalando y requiriendo Mariano Soso y su cuerpo técnico desde su arribo.
Por ahora, Banega está caminando por una cornisa muy difícil, por una línea roja muy fina. Y todos lo miran de reojo. Tendrá que reconciliarse con una temporada 2025 que debe ser mucho mejor. No le queda mucho margen de acción ante los hinchas. El lo sabe y la dirigencia leprosa también.
En el club del Parque entienden que debe ser el eje de la generación de juego para el próximo año y por eso se está desarrollando este etapa de negociaciones con la idea de armar desde esa base, desde esa plataforma, con ese rumbo.
Son horas decisivas para su situación en Newell’s. Todo lo que asoma hacia el futuro aparece con nuevos encuadres.
¿Aceptará eso Banega? ¿Lo conseguirá Soso?
Soso lo usó de doble cinco
Si bien no hay que tomar como determinante o definitivo nada de lo que probó el técnico rojinegro en las tres fechas en que estuvo a cargo del equipo, lo cierto es que Soso ubicó a Banega en los encuentros ante Atlético en Tucumán y frente a Boca en Rosario como doble cinco, al lado del pibe Tomás Pérez, un volante central tradicional, más de contención, más joven, con más dinámica y corredor, para tratar de complementar los tipos de juego.
Hay que recordar que ante Talleres en Córdoba, en el duelo de cierre de la Liga, el 10 leproso no viajó por problemas personales.
En la fecha 25ª, visitando al Decano, Banega se paró de doble cinco, junto a Mata Pérez, un poco más adelantado, con Armando Méndez y el Piri Vangioni como laterales volantes por los costados. En esa ocasión, salió a los 85’, por Gustavo Carabajal.
En tanto, en la jornada 26ª, frente a Boca en Rosario, Banega se paró de manera muy similar al cotejo anterior, junto a Mata Pérez. En esa oportunidad jugó todo el pleito.
Mientras que en la última fecha, contra Talleres en el estadio Kempes, no estuvo a disposición por “problemas personales”.
En ese compromiso, ante la gran cantidad de bajas forzadas, Soso apeló a Lucas Regiardo, el cinco de la reserva, junto al paraguayo Fernando Cardozo, para conformar el doble cinco.
Esa apuesta funcionó a medias, ya que el jugador proveniente de la reserva cumplió en ese difícil debut que le tocó protagonizar, mientras que el guaraní, en un rol extraño no funcionó y fue reemplazado en el entretiempo por Juan Ignacio Méndez.