
Viernes 13 de Abril de 2018
No fue casualidad que la primera pelota que tocó pasó muy cerca del arco. Iban apenas 25 segundos cuando la recibió de aire y no dudó al entrarle de primera. Ni en esa pirueta que ensayó para poder cabecear un centro de Lovera a los 9. Por pelearla siempre, a veces hasta cometiendo él la falta, quedó tendido en el piso a los 35. Con sangre en el pómulo derecho, el color de la tarjeta con la que el árbitro dejó con diez a San Pablo al expulsar a Rodrigo Caio.
Y siguió. Cómo no iba a seguir. Por eso en el complemento se tiró de palomita para buscar el centro del pibe Nahuel Gómez, aunque el arquero le cortó las alas a esa pelota que pedía red (61). Y también fue él quien estaba ahí para cabecear al fondo del arco pese a que la jugada ya estaba anulada por falta de Zampedri al arquero en la jugada previa cuando el reloj marcaba el minuto 72.
Esa fue la última. Lo reemplazó el Chaqueño Herrera y era lógico. Hacía varios partidos que no jugaba de titular. Apenas ingresó contra Godoy Cruz en los últimos tiempos. Y no tener continuidad lo perjudica. Por eso sería bueno que juegue el domingo contra River, para que vuelva a ser el que los hinchas quieren, el que el equipo necesita, el hombre gol que sin dudas puede ser importante en la revancha en el Morumbí. Porque Marco siempre una va a tener.
En tanto, la tarea de su compañero Fernando Zampedri estuvo un escalón abajo. Se sabe que cuando está Ruben pierde protagonismo, le toca cumplir un rol más peleador, algo más lejos del arco rival que tanto le gusta visitar como a todo buen 9. Pero anoche en el Gigante no consiguió el propósito de desnivelar, es más no le quedó ni una. Claro, siempre preocupa a sus rivales, por juego y su pelea constante para desgastarlos, y los defensores de San Pablo lo tendrán muy en cuenta para la revancha.