"No voy a hablar de los jueces, primero hay que hacer autocrítica. Tuvimos la chance del 2-0 y los jueces no juegan". Paolo Montero resistió la tentación de echarle la culpa al árbitro y contestó con sinceridad de acuerdo al desarrollo del partido que Central perdió con San Martín de San Juan el domingo apenas pasado el mediodía. Después de dos expulsiones y un penal en contra, y a pocos días de la insólita decisión de Fernando Rapallini de no darle un clarísimo penal de Pablo Pérez contra Boca por la Copa Argentina, era bastante sencillo tomar por el atajo. Tentación a la que no pudo resistirse el bueno de Paulo Ferrari.
"Después de la final con Boca (aquella de la Copa Argentina de 2015) venimos sufriendo muchísimo con los arbitrajes", dijo. "No sé qué pasa contra Central. Uno no quiere decir nada a veces, pero tampoco podemos callarnos siempre. Esperemos que esto cambie porque estamos jugando cosas importantes, estamos en los cuartos de final de la Copa Argentina". Llamativas declaraciones del capitán. Sobre todo porque corresponden a un futbolista muy poco proclive a los conceptos grandilocuentes y los golpes de efecto.
Flaco favor se hace Central a sí mismo si se victimiza y se convence de esa victimización. En tiempos en que los poderosos amenazan serlo cada vez más, protagonizar el papel de perjudicado agranda la brecha. Además, salvo que sea sólo una estrategia parida en "el que no llora no mama", desconocer los enormes errores estratégicos a cambio de justificarse es el peor de los negocios. Ferrari sí, Montero no.
¿Dos posturas diferentes dentro de un mismo grupo? Seguramente no. Ferrari sabe perfectamente que Central arrancó muy mal en el campeonato y que la gran victoria sobre Boca fue un oasis en medio de un desierto en el que el equipo está atrapado desde la primera fecha. "Se hicieron cosas mal, por algo se perdió y nos vamos con mucha tristeza. Por momentos sufrimos y por momentos hicimos bien las cosas, pero la derrota deja cosas para pensar. Siendo uno menos tuvimos un par de chances que no pudimos aprovechar, eso no es excusa. Hay que seguir laburando. No fuimos intensos como fuimos el miércoles.
En el segundo tiempo empezamos dominando y luego se revirtió todo", resumió Montero evitando, por supuesto, ponerle nombres propios a la descripción. Central jugó mal en San Juan, por momentos muy mal y por eso sucumbió frente a un rival muy endeble y de escasísimos recursos, que sólo cumplió con la estrategia de no complicarse más de lo que lo complica su realidad. Y porque juega mal, Central sólo consiguió 3 puntos de 15. No por los arbitrajes, aunque Ferrari, muy poco enfático, después relativizó la incidencia del juez.
No es culpa de San Martín que Parot sea expulsado por doble amarilla ni que Tobio rechace a la altura de la mandíbula de un rival. Tampoco que Rodríguez haga un penal casi innecesario cuando el delantero se va abriendo. Menos responsabilidad todavía tiene Juan Pablo Pompei que, encima, infiel a su trayectoria de árbitro de escaso nivel dirigió correctamente. Tampoco es culpa de San Martín ni de Pompei que el armado del equipo sea deficitario. San Martín y Boca no tienen nada en común. Contra Boca el objetivo era neutralizar al rival y crecer después.
La generación de juego, en ese caso, era una necesidad muy secundaria, casi inexistente. El domingo, ese recurso era imprescindible. Y Central no lo tuvo jamás. Llegó muy poco, hizo un gol gracias a una avivada de Zampedri para que le cometan una infracción innecesaria primero y para aprovechar la muy buena pegada de Gil después anticipando a la defensa. "El desgaste psicológico a veces se sufre. Por momentos lo sufrimos", aseguró el entrenador y seguramente fue así. Aquel partido con Boca fue perfecto de principio a fin.
Todos respetaron el libreto con una rigurosidad asombrosa y ponderable. Y relajarse después de tamaño esfuerzo es casi necesario. Montero tiene 11 días para reorganizar un equipo que parece necesitar un reacomodamiento de piezas y cambio de nombres sobre todo en la mitad de la cancha. Romero, Martínez y Gil, todos juntos, no parece ser la mejor ecuación.
La puesta frente a Boca fue extraordinaria, pero sólo para ese partido. Allí Paolo mostró su inteligencia para acomodar las piezas en pos de un objetivo y los futbolistas su capacidad para interpretar y ejecutar la estrategia. A esa misma disciplina deberán apelar todos para sacar a Central de un pozo llamativo en un comienzo de campeonato claramente desfavorable y sorprendente.
El puntero le sacó 12 puntos en 5 fechas, una cantidad industrial en un torneo que se supone desigual, pero no tanto para una institución que se preparó e invirtió para ser protagonista. Es posible que desde adentro hacia afuera sea mucho más sencillo seleccionar un buen menú de excusas antes que reconocer los errores. Por eso, Ferrari puede ser tranquilamente exonerado por haber alimentado el complejo que acongoja al club desde hace mucho tiempo. Hasta podría considerarse un juego de distracción. A Central le conviene que sea así. El papel de víctima tiene poco y nada que ver con un equipo protagonista.