Detrás de una bandera extendida que dice "Lo que no pudo hacer uno solo, lo hará la unión", los pibes de la cuarta división del Club Federal y sus hermanos de El Luchador posan para la foto. El trapo tiene los dos escudos. Están por disputar la semifinal del torneo de la Asociación Rosarina de Futsal. Es un partido raro, porque los pibes de ambos clubes son amigos, entrenan y hasta salen a bailar juntos.
Pero más allá de la contienda deportiva, afuera de la cancha las instalaciones del club están pobladas de vecinos de La República, de Bella Vista y otros tantos barrios más. Muchos no saben para quién hinchar, o hinchan para los dos. Cualquiera sea el resultado, hoy gana el barrio. Hace ya unos años que los clubes vienen expandiendo sus límites formando un entramado identitario y participativo que abarca el territorio en sus múltiples dimensiones.
El Federal es un club recuperado hace unos diez años. La organización barrial potenciada por la participación de los más jóvenes posibilitó volver a darle vida a esta institución mítica, que durante muchos años estuvo cerrada y su edificio tomado. Hoy la cancha del Federal tiene piso y tribunas nuevas, y está en marcha la construcción de los vestuarios. Las mejoras edilicias permitieron el desarrollo de otros deportes.
La sede queda en Zeballos 4641, en el barrio La República, en la zona oeste de Rosario. Está a tres cuadras de distancia de El Luchador. Ambos clubes tienen una vida social, cultural y deportiva muy intensa. Entre las dos entidades suman más de 1200 socios.
De barrio somos / Federal
Orígenes y devenir del club
Federal fue fundado el 30 de marzo 1943. Sus socios más viejos recuerdan que por las décadas del 50 y 60 sus instalaciones desbordaban de gente que participaba en todo tipo de actividades. El salón principal se convertía en un gran sala de baile al que llegaban orquestas de todo el país. Las peñas y los carnavales también rebalsaban. El club vivió sus años dorados con una vida social y deportiva muy intensa.
Con los años el club fue perdiendo su antiguo esplendor y muchos de sus viejos socios dejaron de participar. Ese espacio, que otrora fuera de encuentro vecinal y recreación deportiva, "se fue convirtiendo paulatinamente en un lugar siniestro". El club fue tomado por personajes que lo usaban para la comercialización de las drogas. Durante muchos años el Federal perdió su brillo, se oscureció. "Los vecinos habituales se cruzaban de vereda para evitar conflictos", recuerdan algunos socios.
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El 26 de diciembre de 2008 un grupo de jóvenes, interesados en recuperar al club para la comunidad, empezó a organizarse para tomar las riendas. En 2009 pusieron al día la personería jurídica del club, y planificaron una estrategia de recuperación para borrar definitivamente la droga y la violencia que expulsó a la barriada.
Empezaron proponiendo la práctica del futsal, "ese fútbol techado que sería el más convocante entre los jóvenes de la zona". Luego, con un ritmo de crecimiento constante, incorporaron el voley, las artes marciales, los talleres de guitarra, murga, tango y folclore. Desde su comisión directiva aseguran que "se modificó ese prejuicio de la barriada, que veía al Federal como un antro peligroso para los más chicos. Donde no había rejas ni caños en los baños". Se hicieron obras, se corrigieron los estatutos y se estableció una fuerte amistad con los socios y dirigentes del Club El Luchador.
El protagonismo de las mujeres
Cuando empezaban a recuperar el club, un grupo de mujeres tomaron el protagonismo para conformar un equipo de volley. "Las chicas pedían un espacio de mujeres que las encuentre juntas", comenta Daniela Gimenez, actual DT del equipo. "Me preguntaron si tenía ganas de sumarme al proyecto de volley, empezamos con una sola pelota en el club, mujeres de todas las edades. Hasta ese momento no habíamos experimentado un espacio así, poniendo el cuerpo nosotras. Fue un desafío, poner en condiciones la cancha, buscar los recursos", recuerda.
El Federal militaba así una nueva disciplina deportiva, y la experiencia alimentaba el sentido de pertenencia. Mujeres de todas las edades llegaron al club para practicar volley, junto con ellas sus hijos, padres y madres, amigos y amigas, que se contagiaban y se prendían en otros espacios emergentes del club.
"Unos años después nos enfrentamos con el Lucha y nos dimos cuenta que no nos sentíamos bien separados. Nos agrupamos, primero con la primera división, y luego todas la sinferiores. Cuando nos juntamos pensamos un nombre, rápidamente vimos que nos identificaba el barrio, y nos llamamos así, La República", detalla Gimenez.
Esa idea conjunta de hermanar las dos instituciones, buscando ampliar las fronteras hacia el barrio, tuvo su primer paso con este equipo. "Para todas fue una gran victoria. Fue romper la barrera de los clubes. Empezamos a habitar concretamente ambos espacios. Un día entrenamos en uno, otro en otro. Vamos trasladando la utilería de un club a otro. Eso consolidó mucho la identidad hacia al barrio. Las más jóvenes pueden decir que se sienten cómodas participando acá", describe la DT.
Para Marcela Rausch, jugadora de volley de La República, "contrariamente a lo que se cree sobre la rivalidad de los clubes de un mismo barrio, acá construimos el barrio juntos, buscando que las poblaciones de ambos clubes se mezclen, articulando actividades y espacios colectivos".
Pibes y pibas toman la posta
Decenas de jóvenes de los barrios aledaños arribaron al Federal luego de su recuperación, la mayoría por el boca a boca. Uno de ellos es Lucas Sartori, que llegó al club por un amigo que lo invitó a jugar futsal porque faltaban jugadores. "Caímos acá, las puertas estaban abiertas, nos recibieron de lujo", dice el joven que juega en las inferiores. "Este club tiene muchas cosas que lo distinguen de otros, acá se curten valores que vas aprendiendo día a día, cada vez que pasás el portón rojo del frente. Acá aprendí muchas cosas, a no bajar los brazos, a dejar mis problemas afuera".
"Todo el Federal es una familia, acá nadie tiene cara de perro. Hay sonrisas y abrazos para que te sientas mejor", explica Lucas, mientras sus compañeros le gritan desde una mesa para cargarlo. En esa mesa, además de compañeros del Federal hay otros pibes del Luchador. "Cuando llegué no entendía esta hermandad que hay con El Luchador, porque es algo que no se ve en todos lados. Luego conocí las historias, cómo se forjaron ambas instituciones, y ahí comprendí por qué prevaleció la amistad". No son solo palabras, los pibes comparten cancha, botines, entrenamientos, asados y salidas.
"Yo represento esto, todos los días elijo ponerme la camiseta, y no solo significa entrar a la cancha a representar a mi equipo, se trata sobre todo de representar lo que estos clubes defienden, las cosas que se forjaron desde el principio, defiendo eso desde lo más profundo del corazón", concluye Lucas.
El
proyecto transmedia da forma a un recorrido multiplataforma por las historias de clubes de la ciudad de Rosario, de la mano de personajes que le otorgan tridimensionalidad, articulando una serie de medios on y offline que buscan aprovechar las potencialidades narrativas de cada lenguaje. Es una iniciativa del
#DCMteam de la Universidad Nacional de Rosario.