El equipo de De Felippe puso dignidad, un plan para disputar el protagonismo y mucha ambición, pero el desequilibrio de Pavón, los goles de Abila y poco más le alcanzaron al líder para hacerlo caer. De pie, eso sí
El equipo de De Felippe puso dignidad, un plan para disputar el protagonismo y mucha ambición, pero el desequilibrio de Pavón, los goles de Abila y poco más le alcanzaron al líder para hacerlo caer. De pie, eso sí
La dignidad no se negocia. No debería, bajo ninguna circunstancia. Pero se enaltece más cuando la hace bandera el más débil. Cuando con ella trata de equilibrar un juego sin equivalencias. Eso fue Newell's anoche en la Bombonera. Un equipo digno, vaya que sí. Que no lo achicó el marco ni la jerarquía del rival, al cabo lo que hizo la diferencia a favor del más fuerte, Boca. Las derrotas no son todas iguales, por más que alimenten las malas estadísticas forjadas en otras condiciones. No debería serlo, aunque duelan igual. Sin la tentación de alimentar el conformismo, los muchachos de Omar De Felippe mostraron, hacia afuera pero mucho más también lo fue hacia adentro, que pueden oponer competitividad al más competitivo aunque pierdan en el intento. Si es así, eso le permitirá ir dando saltos de calidad para salir del pantano en que, institucional y deportivamente, se metió solito. Y el 3 a 1 que le propinó el seguro campeón será pronto una anécdota.
Y la dignidad de Newell's se tradujo en postura, por qué no en ambición, también en un plan para hacerse de la pelota ante tamaño oponente y escenario. Sin miedo escénico, antes del primer gol de Abila, un 9 que el equipo rojinegro nunca tuvo, había copado la parada, había hecho amonestar rápido a Sebastián Pérez, había tenido el único tiro al arco, el único córner y había generado la impaciencia de la hinchada que a la mitad de la etapa empezó a pedirle "huevos" a los suyos que no aparecían. Pero...
Bastó una aceleración del tocado Pavón y una excelente combinación ofensiva en la puerta del área que terminó en centro de Jara, para que Wanchope lo golpeara durísimo, para que le hiciera ver que Boca necesitaba de mucho menos para lograr mucho más. Y sintió por primera vez que le tiraban la chapa encima. Pero en el momento del intuido desmoronamiento, tras la segunda conquista de Wanchope, la asistencia de Figueroa y la perfecta definición de Fértoli lo pusieron en partido de nuevo. Que duró hasta que Boca quiso, o hasta que otra vez Pavón quiso, acelerando por segunda y última vez para romperle el arco a Ibáñez.
La lógica cobró cuerpo entonces. El plan se desgranaba, el tremendo esfuerzo de Bernardello, no sólo físico (en su regreso después de un desgarro) sino mental para tratar de mantener el orden rojinegro, empezó a hacer agua, como los intentos de Fértoli o el buen pie que se intentó aplicar desde los pies de Figueroa o de Cacciabue, hasta que se agotó y quedó expuesto ante Pavón terminando de 4 . Y las consideraciones previas quedaron a la vista en el mano a mano.
De un lado Wanchope para tocar dos pelotas de gol al gol, no más. Del otro Opazo, que volvió a tener una chance grande y un aprovechamiento pequeño. De un lado Buffarini o Junior Benítez a la cancha para oxigenar. Del otro todos pibes al cabo, más allá de la experiencia que debieron sumar por las circunstancias: Rivero, Torres y Alexis Rodríguez. De un lado, Emmanuel Mas u hasta otro 9 picante como Walter Bou bufando por no poder tener su chance. Del otro, los pibes Callegari o Nadalín. Y se aplicó la realidad de la comparación al once inicial, por supuesto. Nunca es triste la verdad.
Por eso, porque después del tercero quedó expuesto e Ibáñez empezó a sufrir más, sirvió también no bajar los brazos, buscar y hasta generar la última que abortó Rossi sobre Alexis Rodríguez, que hubiera hecho más digno el resultado, ya que lo fue el desarrollo general. No alcanzó, es cierto. Newell's no pudo siquiera empatar, tampoco pudo anular los destellos de los monstruos que tenía enfrente, pero la imagen cuenta también. Del desastre de Curitiba pasó a meterle dudas al líder en su casa, coqueteó con la posibilidad impensada de llevarse algo mientras Boca lo dejó. Se sabía el final pero hizo más de lo que se suponía para modificarlo. En estos tiempos de vacas flaquísimas, vale. Claro que sí.