Luego de lo que pasó con mi hermano no pude recuperarme. Fue un golpe muy duro en lo personal y familiar. Ninguno de nosotros esperábamos que sucediera algo así en casa. A eso le sumo que en mi última etapa en Vélez no me tocaba jugar mucho, por lo que se me hacía pesado. Sobre todo también porque tenía un técnico (Heinze) intenso que además me sacó las últimas ganas de jugar que me quedaban.
¿Heinze te sacó las últimas ganas?
Sí, pese a que ya venía sin tantas ganas de seguir y meditaba dejar en cualquier momento, al no jugar es como que se aceleró todo. Por ahí si me hubiese tocado tener aunque sea un poco más de participación en el equipo no largaba. En ese sentido me arrepiento bastante de haber ido a Vélez porque tampoco quería retirarme así. Pero cuando no jugás, entrenás duro y no te dicen nada es como que te van quitando las ganas de seguir en esto. Al menos es lo que me pasó.
¿Y no hablaste con Heinze o algún directivo para ver si encontraban alguna manera de ayudarte. Sobre todo para que evitaras dejar la carrera de un día a otro como hiciste?
No, no lo culpo sólo al profe (Heinze) porque también estaba el tema de mi hermano en mi cabeza. Además mucho no hablaba con el entrenador porque él tiene una forma de ser que no es de dirigirse mucho a los jugadores. No hablamos nunca prácticamente.
Pasa que el Gringo se caracteriza por ser de muy pocas pulgas.
Está bien, pero un entrenador tiene que ser como un padre para el jugador. Hay que hablar más con el grupo y preguntar qué pasa porque somos personas ante todo. Estos técnicos modernos y jóvenes de hoy en día al estilo Bielsa son raros.
¿Nadie te dijo cómo era el entrenador antes de ir a Vélez?
Sí, lo grave es que muchos ex compañeros de él me decían que no vaya porque tiene una forma muy particular de moverse. Pero no les hice caso y así me fue...
¿Puede ser que Heinze te desilusionó porque estabas acostumbrado a tratar con entrenadores como Russo, Borghi o Bianchi, quienes son de otra camada, tienen otros códigos y respetan al jugador?
Puede ser, sí. Quizá eso también haya tenido que ver. Pero en el fútbol cambiaron mucho las cosas. La verdad es que me cansó tener un técnico intenso, con el que todos los días había que ver como cuarenta minutos de videos o ir mucho antes a los entrenamientos, pese a que somos profesionales. Aunque a los 34 años había cosas que ya no iban conmigo. En definitiva, el fútbol es uno sólo y es simple. Ojo que no culpo de todo al entrenador que tuve en Vélez (Heinze) porque mi retiro se debió a un gran combo, donde lo de mi hermano fue prácticamente el detonante. Aunque reitero, haber ido a Vélez no me ayudó en nada.
Más allá de eso, lo de tu hermano caló hondo en tu vida porque tuviste varios altibajos por ese tema.
Por supuesto. Lo sé. Pero al ver que mi familia también estaba mal es como que me hizo recapacitar y ver cosas que por ahí muchos no se dan cuenta. A eso le agrego que mi hija vive en Rosario y eso también pesa. Por eso decidí largar todo y disfrutar de lo que para la mayoría son pequeñas cosas de la vida, como compartir un momento con tus padres o hermanos. Eso me llena realmente, pese a que por ahí desde afuera no logren comprenderlo. Para qué iba a seguir renegando con el fútbol si podía ser feliz desde otro lugar.
¿Te diste cuenta en este período de inactividad que el jugador mientras está en actividad vive como en una burbuja de cristal porque no ve las cosas que suceden en la vida?
Ni hablar, es así. Aunque en mi caso no reniego de eso porque nunca me olvidé de dónde salí o quién soy para mis amigos y familia. En mi carrera me manejé siempre con bajo perfil y de eso pueden dar cuenta los que realmente me conocen, sea en Rosario o en los demás clubes donde jugué. Pero sí, estando en actividad o siendo técnico, hay mucho ego y orgullo a flor de piel. Se piensan que son más que el resto cuando no es así. Por ejemplo, cuando pasó lo de mi hermano quedó en claro que en la vida somos todos iguales.
¿Vas a superar la pérdida de tu hermano algún día?
Hasta ahora no lo hice ni puedo. No sé qué pasará más adelante, es así. Fue un golpe durísimo y por eso prioricé estar cerca de mi familia. La vida es una sola y quiero disfrutar de mis seres porque además me fui de muy chico a Buenos Aires y me perdí muchas cosas de ellos por jugar al fútbol.
¿No probaste con hacer terapia, ya que es una de las herramientas más nobles que hay en el alto rendimiento?
Sí, hice terapia pero esos dolores y golpes que me dio la vida no se me pasaron nunca. Por eso también decidí volver a Mendoza, ya que estar acá es como recibir una caricia al alma todos los días porque disfruto de mi familia y amigos de la infancia. No me olvido que luego de lo que pasó con mi hermano me fui a Independiente y a la semana estaba jugando de titular. Las piernas me pesaban como doscientos kilos, había bajado muchísimo de peso y encima mi cabeza me explotaba porque ni el duelo había podido hacer. El fútbol tiene eso, por ahí muchos miran lo lindo pero hay cosas que son realmente más importantes.
¿Haber jugado así te pasó factura, ya que abarcó lo emocional con lo físico?
Sí, ni hablar. Lo hizo, pero como uno es profesional había que seguir entrenando y rindiendo dentro de una cancha porque es lo que se ve de uno sinceramente. Nadie sabe lo que le pasa a un jugador en la semana. Te juzgan o apuntan por lo que hacés sólo los días de los partidos. Pero eso ya forma parte de lo que fue mi carrera. Ahora hago otras cosas.
¿Qué hacés ahora además de disfrutar de tu familia?
Ayudo a mi papá en la cosecha de uva, aceitunas y con los animales que tenemos en un campito familiar. También colaboro con mi mamá con algunas cosas de la casa. Si hay que hacer los mandados, voy sin problemas. Hago las cosas simples que realiza la mayoría de la gente, pero siendo jugador no la hacés jamás. Mi vida cambió totalmente. Sabía que lo del fútbol no iba a ser para siempre, pese a que no imaginaba retirarme así tampoco. El jugador cuando está en actividad vive como en una burbuja y no se da cuenta de la realidad.
Hablando de realidad, ¿tomás colectivo o andás en auto de alta gama como hacen los jugadores mientras están en actividad?
No, si tengo que subirme a un bondi lo hago porque siempre fui de bajo perfil. Ando en bicicleta o a pata. Nunca me olvidé de dónde salí. La humildad no hay que perderla nunca.
¿Y pensás dedicarte al fútbol siendo técnico o te vas a dedicar de lleno a la cosecha?
Por ahora no quiero saber nada con el fútbol. Incluso me siguen llamando equipos para jugar, pero a todos les doy las gracias. Esa etapa quedó atrás. Si bien sé que algo puntual deberé hacer, la verdad es que por ahora no quiero saber nada con la pelota. Ni de jugador ni de técnico.
¿Estás dolido por haber dejado el fútbol así?
No tengo más ganas de saber nada con el fútbol. Dolido no, pero no era tampoco la forma en que quería retirarme. Considero que podría haberlo hecho de otra manera. Dentro de una cancha como corresponde y creo que me había ganado ese derecho porque siempre me manejé con respeto y mucha profesionalidad.
¿Mirás fútbol o al menos lo jugás?
No, casi nada. Sólo a Central, por ahí (ver aparte). Nunca fui de mirar muchos partidos así que ahora no voy a cambiar. Y cuando me invitan a jugar casi que ni voy. No quiero saber nada. No tengo ni botines porque regalé casi todo, fruto del desgaste que me generó el fútbol. Mi etapa de futbolista ya pasó. Cada uno piensa a su manera. Pero si veo bien por todo lo que me tocó pasar, creo que si tuviese la chance de volver el tiempo atrás considero que ni elegiría ser jugador.
¿No?
No, porque la vida del futbolista no es fácil. Muchos piensan lo contrario, pero hay que hacer muchos sacrificios desde muy chico. En mi caso dejé Mendoza de pibito para ir a River. Estaba solo allá. Y se me hacía duro en ciertos momentos poder seguir. No se trata todo de plata. Hay cosas más simples que te hacen feliz. Siempre ayudé a mi papá con el trabajo y estudiaba. Jugué a la pelota porque sentía la necesidad de que debía ayudar a mi familia por la situación en que estábamos.
¿Al menos te gustaba jugar?
Sí, y hasta lo disfruté en su momento. No puedo negar tampoco que gracias al fútbol pude ayudar a mi familia. Pero no me llenaba últimamente. Nunca tuve representante y eso también hizo que mi carrera sea mucho más dura. Como que todo me costaba más. Igualmente estoy orgulloso de todo lo que hice a lo largo de tantos años, donde siempre me vendieron por mi rendimiento y no por tener contactos con entrenadores o directivos de clubes. Siempre fui un jugador que practicaba y jugaba al máximo. Pude haber jugado bien o mal, pero siempre me gané el puesto o fui vendido en buena ley.
¿Sos de los que creen que para los representantes el jugador es solo un número?
Sí, pienso que es así. Hay muchos casos que así lo reflejan también. Cuando jugás o te va bien te palmean la espalda o aparecen todos. En cambio, cuando las cosas no salen te quedás solo. Igualmente nunca me creí eso de que el jugador es un fenómeno. Muchos dejamos el fútbol y no te llama más nadie por teléfono. Por suerte a eso siempre lo tuve bien en claro.
¿Qué cosas tenías en claro?
Que mientras jugara la realidad sería otra. La verdadera vida está después de que largás la actividad. Cuando encarás el día a día y te enfrentás a problemas realmente serios, que van más allá de un resultado deportivo.
¿Cuál es la parte positiva entonces del jugador?
Tiene cosas muy lindas. No puedo ser necio y negarlo. Somos pocos los que tenemos la suerte de llegar y hacer carrera en primera. O pasar por muchos clubes muy importantes. No todo es tan malo. Pero que mientras jugamos estamos en otra sintonía eso es muy real. Gracias al fútbol pude ayudar a mi familia, y me quedo con eso.
¿Conociste gente buena en el ambiente?
Sí, porque las hay. Por suerte en casi todos los clubes que estuve siempre había gente muy buena o que obraba de buena fe. Incluso ahora que tengo la cabeza en otro lado y disfruto de estar en Mendoza pienso en que dejé varias amistades.
¿Qué te da Mendoza?
Tranquilidad ante todo. Vivo en Rivadavia y hago cosas simples. Y con eso me alcanza.
¿Y qué pasa por tu cabeza cuando ves que jugaste en River, Central, Boca e Independiente, entre otros clubes?
No me doy cuenta. Es como que aún no caigo. Y mirá que si vemos bien mi carrera, jugué en casi todos equipos grandes e importantes del país. Incluso mis amigos o mi papá me recuerdan por dónde estuve con algunos detalles. Creo que pasó todo muy rápido, que no lo asimilé nunca.
Todo pasa muy rápido, como en la vida misma.
Claro. Cuando jugaba y ganábamos un domingo no teníamos ni tiempo para disfrutarlo porque al otro día ya había que planificar y trabajar para el partido siguiente. Nunca te relajás y la vida pasa rápido. Y te saca cosas de un momento a otro sin darte cuenta o sin avisarte, y es ahí dónde te das cuenta que hay cosas más importantes que jugar a la pelota, ganar un clásico o un campeonato.
¿Ahora que pasó todo, quién fue Méndez para el fútbol?
Aún no me doy cuenta de lo que hice en mi carrera porque dejé todo hace pocos meses. Además, estoy una etapa en la que disfruto esencialmente de mi familia. Mi vida cambió radicalmente, ya no pasa por la pelota. Me cansé del fútbol. Se me agotó la batería. O me la agotaron, ja.