Independiente logró esta noche un triunfo por 1 a 0 sobre el juvenil River Plate que se apresta a jugar primero el superclásico con Boca Juniors y después la final de la Copa Argentina ante Rosario Central.
El tanto de palomita logrado por el uruguayo Diego Vera a los 26 minutos del segundo tiempo apagó el fuego que se había encendido mucho antes de que comenzara el partido, que dejó de arder por unos instantes cuando se realizó el homenaje a los fallecidos en el accidente aéreo que diezmó el plantel de Chapecoense, de Brasil, pero posteriormente empezó a crecer y a menos de 10 minutos del epílogo amenazaba con un final de impredecibles consecuencias.
El gol no fue ni por asomo una muestra de superioridad de este Independiente sin confianza ni mucho menos. Por el contrario, lo del Rojo fue muy pobre de punta a punta ante un rival sensiblemente inferior en jerarquía.
Y esto se puso muy claramente de manifiesto en el primer período, cuando un Independiente obligado a ganar tras la derrota por goleada en el clásico, no pudo imponerse en la red pese a que tuvo varias contras que no aprovechó cuando River se volcó al ataque en el final del primer tiempo.
El repiqueteo Rojo se hizo más ostensible en la segunda parte, empezando a los 8 minutos cuando el juvenil Fabricio Bustos lo tuvo de cabeza tras centro de Juan Sánchez Miño.
A los 14 minutos continuó la saga con otro buen pase de Sanchez Miño (de los más silbados junto a Jorge Ortiz) que dejó solo a Vera, pero el uruguayo disparó a las manos del arquero Augusto Batalla. Y a los 26, por fin, llegó el gol de Vera tras centro de ingresado Emiliano Rigoni y el desvío en un defensor.
Claro que esto se produjo cuando el hincha seguía viendo, como en las presentaciones previas, poco de Independiente, que otra vez no jugaba cuando tenía que hacerlo y no ganaba cuando lo demandaban los resultados.
Y más allá de los jugadores que muestran un mal rendimiento, se lo ve confuso a Milito, que colocó al promisorio Ezequiel Barco como titular ante San Lorenzo y Racing Club y hoy fue suplente, mientras otro chico con mucho futuro como Bustos estuvo desde el arranque en un partido que quemaba.
La dupla ofensiva integrada por Diego Vera y Germán Denis contradice el sentido "barcelonista" que el técnico quiere imprimirle al equipo, ya que eso representa jugar con un solo centrodelantero, considerando que en la optimización de ese sistema se considera que el nueve es el espacio, aunque eso en este paupérrimo presente de Independiente sería algo casi blasfemo.
Y de hecho el gol de Vera llegó un poco por imperio de la casualidad, ya que el centro al segundo palo cayó después de una jugada sucia y a los tropezones, demostrando que hoy la claridad está nublada por la duda.
Y si se dio una victoria roja fue pura y exclusivamente porque la jerarquía de algunos futbolistas de Independiente tuvo un peso específico superior al de los pibes que Marcelo Gallardo probó en este clásico.
Es que River, desde el planteo inicial no aspiraba a más, y de hecho cedió la pelota casi todos los segundos 45 minutos a un rival que no supo qué hacer, pero al final ganó, aunque en su fuero íntimo todos saben en los alrededores del equipo de Milito que en realidad éste no es tal. Y como será que Independiente hacía desde la segunda fecha que no ganaba como local.