San Pablo (enviado especial).- A Franco Colapinto se le nota mucho todo lo que le pasa, en este mundo inconmensurable que empezó a conocer el año pasado.Un sueño que lo atrapó de chiquito y que ahora lo atrapó a él. Tanto, que todo el mundo lo busca, quiere un saludo, una selfie, lo que sea. Y cuando todo viene bien, el gusto de darles el gusto es otro. Pero cuando sale mal, apechuga y trata de poner su mejor cara. Eso pasó el año pasado en este mismo Interlagos.
Por eso, que el final de las extensísimas jornadas de un gran premio haya sido el que fue, habla de que Colapinto entendió que se llevó mucho de Brasil, más allá de que quiere mucho más de lo que le da este Alpine.
¿Y cuál fue ese final? El del piloto argentino colgado sobre la pared del box de Alpine, firmando todas las banderas y camisetas que podía, y enseguida uniéndose al cántico general tan pegadizo, aquél que anuncia que “de la mano de Colapinto, todos la vuelta vamos a dar”.
Franco era uno más de ellos, un argentino que expresaba el deseo de todos los tuercas de verlo triunfar. Y que empezó a tener base firme luego del anuncio el viernes de su continuidad en la Fórmula 1 para toda la temporada 2026.
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Colapinto y la velocidad en la sangre
Nada pasó más importante en el fin de semana. Curiosamente, para Colapinto fue fuera de la pista, pese a que su metié está adentro. Pero como lleva la velocidad en la sangre, todo lo relacionado a ella es de su absoluta prioridad.
Por eso no quedó para nada contento luego de un sábado que lo golpeó. Como parecía estar destinado en Brasil, el gran premio más cerca de casa, el que sabía que iban a venir a apoyarlo más hinchas, como realmente ocurrió. Inclusive, superando el número del año pasado.
Por eso, él más que nadie necesitaba de un domingo reparador. Mucho más aún porque en la víspera su compañero Pierre Gasly le había vuelto a hacer distancia en los cronómetros. Y de hecho cerraría un gran GP de Brasil sumando un puntito en el sprint y en la carrera.
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El domingo fue otra cosa en Brasil
Pero si el sábado terminó contra las protecciones y luego no pudo pelear la clasificación con un auto armado a las apuradas con piezas viejas, el domingo fue otra cosa.
Es cierto, su posición final fue 15º y tuvo momentos en la carrera en retroceso, sobre todo cuando rápidamente empezó a gastarse el caucho blando que había puesto para el segundo stint. Tanto que sólo 14 giros estuvo en pista para volver al box.
Pero para el último stint, con gomas medias nuevas, encontró el ritmo, fue consistente e inclusive durante varias giros tuvo el récord de vuelta. Fue el 5º más rápido en carrera.
Con 28 vueltas por delante, le limó a Fernando Alonso para apurarlo hasta el final y aguantó al compañero del español, Lance Stroll, que varias veces intentó superarlo. El ritmo fue tan bueno que al final terminó muy cerca en tiempo de ese último punto que sumó Gasly y que casi se lo arrebata Alex Albon en una maniobra arriesgada antes de la trepada de la recta, donde se lo pudo llevar puesto.
Entre el 10º, Gasly, y Colapinto hubo solo 4,863 segundos de diferencia. Y los dos Williams, Esteban Ocon y Alonso en el medio. Si se considera además que en la segunda parada los mecánicos de Alpine demoraron 5,4 segundos en volverlo a pista, su posición final seguramente debió estar más cerca del francés.
Inclusive, en el transcurso del primer giro, un errático Lewis Hamilton se equivocó feo y golpeó con su trompa la rueda trasera izquierda del argentino. Que arruinó la carrera del inglés, pero también pudo influir en esa inestabilidad que Colapinto describió en el ritmo inicial de carrera.
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El juego de las diferencias
En el juego de las diferencias entre Brasil 2024 y 2025, en aquella oportunidad demoró casi una hora en salir a saludar a los hinchas que ya no solo se impacientaban, sino que eran empujados por la seguridad del circuito para que se fueran del lugar. En cambio ahora no tardó nada y no solo complació a los que pudo con firma o selfie, sino que cantó lo mismo que cantaban todos.
Es obvio decir, pero hay que remarcarlo, que ningún piloto tuvo semejante acogida. Ni el local Gabriel Bortoletto, amigo de Franco, que por cierto vivió el peor debut en casa por la tremenda piña del sábado y la del domingo, donde se apuró demasiado, o fue demasiado optimista, en superar a Lance Stroll y terminó accidentado también, menos aparatosamente.
Y para cerrar un domingo feliz, aunque hubiera preferido un mejor final en pista, Colapinto finalmente se puso la camiseta número 10 de Boca y con ella se fue rumbo al aeropuerto. A esa altura, el equipo de Claudio Ubeda le ganaba bien a River 2 a 0 y así terminaría el súper clásico unos minutos después.
"Todos la vuelta vamos a dar"
Colapinto terminó en Brasil su 14ª carrera en Alpine. Solo en una no pudo largar, en Silverstone, por un problema mecánico. En las restantes trece vio la bandera a cuadros, con un auto que en Brasil mostró al menos un poco más de competitividad respecto a los Williams, los Racing Bulls, los Sauber o los Haas.
Ese saldo fue positivo. Pero ninguno más importante que la renovación del contrato. Hay Colapinto para rato, para prenderse a esa ilusión que el mismo Franco cantó con sus fans, el de que todos “la vuelta” vamos a dar. Nada más acorde para el representante más importante del deporte motor argentino.