Cuando Paulo Ferrari asumió el enorme reto de reemplazar a Edgardo Bauza no pensó jamás que a los pocos días los dirigentes canallas le estarían pidiéndole la cabeza. Menos que serían los mismos que le pusieron en la mano el fierro caliente que nadie quiso agarrar por distintas circunstancias. Central continúa sin hacer pie en la Superliga. El termómetro popular indica además elevados niveles de disconformismo y temor. Sobre todo en el seno dirigencial, que se rigen en muchos casos por las leyes de los estados de ánimo que envuelve a la gente. El partido de esta tarde contra San Lorenzo puede significar un detonante. Ferrari depende más que nunca de Ferrari. Porque hay quienes, llamativamente o no, esperan un paso en falso del Loncho para pedirle la cabeza. A la vez hay unos pocos que aún consideran que la labor del entrenador es confiable y puede dar buenos dividendos en un futuro. Pero el fútbol es presente. Y hay muchos canallas que claman un cambio inmediato sin tener en cuenta el estado financiero del club, la enorme baja que azota al plantel y que el DT recién tiene cinco partidos en el lomo y sólo perdió uno. Igual, hoy el equipo auriazul está en condiciones de ganarle a San Lorenzo y empezar a encarrilar la nave.
A Ferrari les pusieron la soga al cuello los propios canallas. Incluso hay quienes esperan correrle la silla hoy mismo para ponerle punto final a este nuevo ciclo que apenas lleva tres semanas. Los cuestionamientos florecen en todos los ámbitos. Algunos tienen sustento. Otros no. La actualidad auriazul es un reflejo de lo que se hace a nivel político. Sea en el profesionalismo como amateurismo (ver página 4).
La reciente derrota en tiempo adicional ante Universidad Católica por la Libertadores activó el descontento popular. De la noche a la mañana se instaló que el encuentro ante San Lorenzo tiene que ser determinante para la continuidad del Loncho.
Un Ferrari que por ahora viene haciendo malabares para definir once apellidos en cancha y conformar el banco. Las reiteradas lesiones y el polémico estado físico que heredó del proceso encabezado por el Patón Bauza lo pusieron solito contra la espada y pared. Sin embargo, pocos pueden verlo.
El clima no será el óptimo en el Gigante de Arroyito. A nivel dirigencial hay quienes afrontan un momento de tensión por las críticas que reciben. El hecho de que muchos no son de este palo hace que presionen más arriba para evitar quedar expuestos ante el socio o el hincha.
De hecho ese es el verdadero quid de la cuestión. Ferrari depende en parte de Ferrari porque hay directivos que esperan el resultado de hoy para ver luego cómo se manifiesta la gente en el Gigante para después tomar una decisión.
Si Central le gana a San Lorenzo todo seguirá como hasta entonces. Tendrá el respaldo de rigor y vendrá el receso por la fecha Fifa que podría ser como un bálsamo de tranquilidad para todos. Si empata habrá que ver la forma en que lo hace. Ahí ya entrarían en juego otros motivos para evaluar la continuidad del DT.
En cambio, si Central besa la lona, la dirigencia podría reunirse mañana mismo para tomar una determinación sin esa adrenalina que genera un partido, más aún si es con una derrota de por medio. Lo que está claro es que Ferrari no tiene pensado dar un paso al costado sea el marcador que sea. Confía en lo que viene haciendo y sabe perfectamente que no todo es su culpa pese a que tiene claro que es el fusible.
Es un despropósito estar hablando de otro posible fin de ciclo a tres meses de haber obtenido un campeonato tras casi 23 años de sequía. También fue cuando lo echaron a Bauza por obra intelectual de un alto dirigente, que venía de la rama sindical al fútbol como Martín Lucero, que a los pocos días decidió presentar la renuncia por "motivos personales". Central se las ingenia para generar malestar interno por cuenta propia. Sea el escenario que sea. El equipo no está bien en la Superliga. Acumula una racha importante sin victorias (ver página 3). Quedó rápidamente eliminado de la Copa Argentina y en la Copa Libertadores sumó un punto en dos partidos. No está bien en líneas generales pero al menos desde hace tres semanas se percibe que intenta jugar a ser protagonista. Por ahora no lo logra. Pero hay puntos que mejoraron.
Sin embargo, esta tarde el Loncho se jugará el cuero. Sabe que Central debe ganar para encarar lo que resta de la competencia con otro semblante y energía. Tiene elementos para aferrarse a un triunfo. Resta saber si la dirigencia muestra convicción y unión ante un posible empate o derrota. O bien opta por soltarle la mano al entrenador que se la dio cuando las papas quemaban de verdad.