"Fue un golpe muy duro. Era campeón argentino, sudamericano, panamericano, europeo, mundial... me quedaba una sola, una sola me quedaba. Cuando el alemán Gueldenpfenning se acercó para saludarme y me dijo: «Tú debiste haber ganado», me dieron ganas de llorar". La frase es de la Máquina Alberto Demiddi, el gran remero argentino, después de salir segundo en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. Esas palabras cobran una inusitada fuerza si se tiene en cuenta que salieron de la boca de un hombre que estaba acostumbrado a llevarse muy bien con los éxitos, aunque nunca alardeó de ellos ya que su humildad se lo prohibía. Hoy Demiddi hubiera cumplido 73 años y es en su homenaje que desde octubre del 2003 se celebra el Día Nacional del Remero, según lo decreta la ley número 25.793.
Su padre era un italiano que llegó a Argentina poco antes de que estallra la Primera Guerra Mundial. Empezó laburando en un balneario en Mar del Plata y luego, cuando recibió una oferta de Newell's Old Boys para ser entrenador de natación, junto a su esposa Sara Gabay decidieron trasladar la familia a la Chicago Argentina y se instalaron en barrio Belgrano. Así, Alberto padre empezó a entrenar a su hijo, mientras éste estudiaba en el colegio Dante Alighieri.
Fue precisamente en ese establecimiento donde según cuenta la leyenda, Demiddi escribió "voy a ser campeón del mundo" en uno de los bancos, sólo casi seis meses después de decidirse por el remo, ya que antes había hecho waterpolo y natación.
Representando a la Lepra, Demiddi había sido campeón de natación dos veces en 400 metros y cuando Luis Alberto Nicolao (otra gloria del deporte, el único nadador argentino que batió dos veces el récord mundial de 100 metros mariposa) ostentaba el primer puesto del ránking, Alberto aparecía en el quinto lugar.
Sin embargo, la historia del deporte le tenía reservado otro lugar, en otra disciplina. Su padre tuvo un altercado con la institución rojinegra y se fue al Club de Regatas Rosario, que en ese momento era presidido por Napoleón Sivieri, quien las vueltas de la vida lo convertiría en su suegro. Corría 1960 y fue el propio Sivieri quien alentó la idea de que se dedique al remo. Después, entre el entusiasmo por los primeros triunfos (en un ocho junior) y el aprendizaje que le dieron algunas derrotas terminaron de encaminarlo. Al tiempo se dedicó por entero a la que fue su especialidad y también su gran pasión: el single.
Desde ese entonces, el río Paraná fue el mudo testigo del silencioso sacrificio de un hombre que tiempo después se consagraría campeón y tendría el mundo de remo a sus pies.
La Máquina, como lo apodaron sus rivales, era un hombre de carácter fuerte y aguerrido y su metódica disciplina en la práctica del remo, tanto como su concentración, constancia y pasión fueron el espejo de todos los logros. Su espíritu guerrero contagió a más de uno.
Con esos argumentos no tardaría en comenzar a encadenarse una larga cadena de triunfos y títulos. Guiado por Mario Robert, el entrenador que supo sacar lo mejor de él y lo acompañó en sus horas más brillantes, llegaron los títulos nacionales y la proyección internacional.
Entre los principales lauros de este deportista ejemplar se destacan los campeonatos argentinos obtenidos en forma ininterrumpida desde 1962 hasta 1973. Oro en los campeonatos sudamericanos de 1962, 1964, 1965, 1968, 1970 y 1972. En 1964 obtuvo un segundo puesto en la Regata Henley celebrada en Gran Bretaña y un meritorio cuarto lugar en las olimpíadas de Tokio 1964.
La Real Regata Henley lo vio nuevamente inscripto en el medallero de plata en 1966. Al año siguiente, el Campeonato Panamericano organizado en Winnipeg, Canadá, permitió verlo en lo más alto del podio, logrando el primer lugar entre sus pares. En los Juegos Olímpicos de México 1968 logró una medalla de bronce. En 1969 se coronó campeón europeo en Austria, preludio del campeonato mundial que al año siguiente obtendría en Saint Catharines, Canadá. En 1971 salió primero en la Regata Henley, celebrada en el Reino Unido. Aquel 1971 lo vería también con una primera colocación en el Campeonato Europeo disputado en Dinamarca y con dos primeros puestos, en singles y en el ocho con timonel, en el Panamericano de Cali, Colombia.
Ya en 1972, vendría el segundo puesto y la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Alemania, lauro que hasta el presente significa la mejor colocación de un deportista rosarino en el remo olímpico. La revista El Gráfico, el 19 de septiembre de 1972, titulaba en un póster de colección "Lágrimas de oro para una medalla de plata".
En materia de premios, Demiddi fue distinguido con dos premios Olimpia de oro en 1969 y 1971 y en 1972 fue galardonado con el premio Panathlon al deportista ejemplar. En 1980, recibió un premio Konex de platino como uno de los mejores deportistas argentinos y un diploma al mérito en su deporte. Treinta años después, en 2010, la Fundación Konex le otorgó el Konex de honor por su figura sobresaliente, distinción que fue recibida por su familia.
Alberto Demiddi murió el 25 de octubre de 2000 víctima de un cáncer. Tenía 56 años y un lugar destacado en la historia más gloriosa del deporte nacional. Su nombre es leyenda.