Apenas pegó ayer el batacazo de su vida en Roland Garros y bajó al tenista número 11 del mundo, el local "Mohamed Alí" Tsongá _su parecido con el legendario boxeador es increíble_, el rosarino Renzo Olivo, que es el 91º del ránking mundial, habló en un fluido francés para pedirles perdón a los parisinos por haber derrotado a su ídolo y sorprendió a propios y extraños con un mensaje garabateado con su firma sobre una cámara de televisión: "Fuerza, Belén, estoy con vos".
Belén es una admiradora de Renzo, de 25 años, que permanece internada en Rosario con una grave enfermedad y que a su vez es paciente de un médico que juega al tenis en las canchas del complejo deportivo de Antonio Olivo, el padre del "chico de la tapa", en Urquiza entre Santiago y Pueyrredón.
"Un día este médico les contó la historia de Belén a los padres de Renzo, a quien la chica no conoce, pero cuando el tenista se enteró se solidarizó con ella", abundó un allegado a los Olivo.
A su vez, Miriam, la mamá de Renzo, contó ayer en LT3 que la firma que hizo su hijo apenas terminó de ganar el partido a la cámara y el mensaje de "Fuerza, Belén" fue por una chica que está muy enferma que es fan del tenista, a quien le grabó un videíto en su momento para darle fuerzas para pelear contra su afección. "Renzo le dijo que los próximos triunfos se los iba a dedicar a ella", confió. Renzo le mandó ayer un mensaje a Belén diciéndole que la quiere conocer y que la va a visitar en el hospital apenas regrese a la Argentina.
Rencito, el terrible
Quienes conocen a Renzo desde niño cuentan que el pibe jugaba al tenis desde muy chico en las canchas del complejo familiar y que lo hacía con una destreza inimaginada para su edad. "A veces en una cancha faltaba un jugador, entonces el padre le decía «Rencito, vení a jugar con el señor». Los jugadores generalmente lo miraban con sorna hasta que Rencito empezaba a jugar y los dejaba pintados. No sabés cómo les hacía pasar vergüenza a los grandes", recuerda Lucas Ameriso, redactor de la sección Ciudad de La Capital.
Hace siete años, cuando Renzo jugó una final de un Futures en el Club Gimnasia y Esgrima, su padre no quería ir a verlo para no ponerlo nervioso, pero tampoco estaba dispuesto a perderse el partido, motivo por el cual no tuvo mejor idea que disfrazarse y mirarlo de incógnito desde la tribuna del club del Parque de la Independencia.
"Me puse barba, bigotes, una ropa y sombrero vaqueros. Me instalé en una tribuna. Nunca me reconoció. Nadie en realidad supo que era yo. Me gusta ver sus partidos en silencio", reveló Antonio a La Nación.
"Anclao" en París
Casi como en la sabia letra del tango "Anclao en París", Renzo sufrió el desarraigo de su exilio tenístico desde niño, al extremo que con apenas 12 años se fue a vivir a la Ciudad Luz para desarrollar su carrera. Y casi como Lionel Messi, el niño terrible del fútbol, que a los 13 años dejó el primer año de la Escuela Juan Mantovani y emigró del barrio La Bajada hacia el monstruo de Barcelona para erigirse en el mejor.
"No me gusta mucho hablar de eso porque no la pasé bien los primeros seis meses. Los sufrí: no sabía el idioma, ni francés ni inglés, y estaba solo. Era chico y extrañaba horrores. Encima yo siempre fui muy familiero. Después me acomodé un poco y creo que aunque no me sirvió tenísticamente como hubiese querido, me favoreció para hacerme más fuerte", confió este rosarino que ayer logró la victoria más resonante de su trayectoria.
Consultado sobre la franqueza de sus disculpas con los franceses, Renzo Olivo declaró ayer en el diario capitalino: "Sí, les pedí perdón a los franceses porque sé lo valioso que es para ellos Tsonga, pero no sé si lo siento tanto de verdad".
En tanto, Antonio Olivo, quien llegó ayer a París con una fuerte gripe, permaneció todo el día en el hotel y solamente salió para ir a ver el partidazo de su hijo en Roland Garros, quien, a diferencia de cuando era más chico y no quería que asistiera porque se ponía nervioso, esta vez le pidió especialmente que viajara para verlo.
Mucho más cerca, Miriam, la mamá de Renzo, habló en el programa Primera Edición de LT3 a minutos de la victoria de su hijo en Francia: "Antes no me perdía un partido, pero después dejé de verlo porque me ponía muy nerviosa. Pero este lo miré con las cábalas de siempre, en el mismo sillón y a los gritos. Espero que este partido le sirva para creérsela un poquito", dijo Miriam, desde el complejo deportivo de la familia.
"Hincha de Newell's, pero no fanático, al extremo que si juegan a la misma hora que Barcelona puede elegir mirar al equipo de Messi, Suárez y Neymar porque le gusta el fútbol bien jugado, pero comparte mensajes con jugadores leprosos", Olivo pareció ayer poner en duda al cronista del diario de los Mitre cuando le respondió: "¿Con qué puedo comparar este triunfo? Y... es tan grande como cuando Messi venga para jugar en Newell's".