A finales de los 80, la serie Baywatch pintó estereotipos de los guardavidas que quedaron grabados en el inconsciente colectivo. Eran varones y mujeres de físicos esculturales; ellas enfundadas en mallas enteras rojas, sin anteojos ni gorros que las despeinaran y todos llevaban torpedos al tono para el rescate, en las cristalinas playas californianas de Santa Mónica. Pero la realidad de estos trabajadores que hoy celebran el Día del Guardavidas, a las 21, nadando con antorchas en el corredor Rambla Catalunya (ver aparte), no es de película. Las y los guardavidas trabajan horas bajo el sol con los ojos pegados a quienes disfrutan en las piletas, en el río y en el mar. Una labor que parece un veraneo perpetuo, pero que se llena de riesgo y estrés cuando los llama la acción. Y hay una vertiente más de los guardavidas, poco conocida, y es la del Salvamento Deportivo (una combinación de nado, atletismo y salvataje).
Rosario cuenta con una de las diez mejores guardavidas del mundo en este deporte, se llama Antonela Cornaglia, no es parte del grupo Baywatch, pero sí integra la selección nacional: representó ya en dos mundiales a la Argentina y entrena con miras al próximo, que tendrá lugar entre el 7 y el 18 de noviembre próximos, en Adelaide (Australia). Además también es de esta ciudad uno de los dos entrenadores albicelestes: se llama Mauro Picarelli (y forma dupla con Javier Nievas). Ovación estuvo con ambos, una manera de homenajear a quienes se niegan que los tilden de "bañeros" porque, según aclararon Cornaglia y Picarelli con resignación y humor: "No bañamos a nadie".
Antonela nació hace 29 años en María Susana (a casi 177 kilómetros al noroeste de Rosario). Desde hace unos años trabaja como kinesióloga, de guardavidas (en la pileta municipal del complejo Belgrano Centro) y entrena en salvamento, en la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) y en el río. "Una realidad muy distinta a la de los guardavidas profesionales de Australia que pueden ganar unos 5 mil dólares mensuales, porque allá el desarrollo de esta disciplina es política de Estado", comentó la muchacha, que además de trabajar hace malabares para entrenar todos los días en pileta, arena y gimnasio.
Antonela participó en 2014 en el Mundial que se jugó en Montpellier (Francia), dos años después intervino del de Eindhoven (Holanda) y ahora se viene la posibilidad del australiano. "Antonela es la primera finalista argentina en la historia del Salvamento", aclaró el entrenador antes de añadir que a los mundiales van seis mujeres y seis varones, mayores de 18 años, quienes tienen dos años para clasificar a nivel nacional.
Antes de decidir trabajar y competir como guardavida, Antonela nadó y jugó al hockey (y lo sigue haciendo cuando puede), pero se quedó con este deporte donde se destaca en las disciplinas en arena.
Para entender sus logros vale explicar, al menos sintéticamente, de qué se trata esta actividad que ya tiene tres equipos mixtos en Rosario, integrados con deportistas que van desde los 17 y más de 60 años.
El Salvamento es un deporte federado reconocido por el Comité Olímpico internacional (COI), aunque, por ahora, no esté incluido en la lista de los deportes olímpicos. Nació en 1978 en Marsella (Francia) por el afán de lograr un buen entrenamiento entre los guardavidas y propone varias pruebas que pueden dividirse en piscina, playa y aguas abiertas.
En nado las hay individuales y en equipos, de distintas distancias, con obstáculos, de socorrismo (el guardavida rescata a un maniquí) y con lanzamiento de soga. En la arena hay pruebas con banderas (beach flag) y 90 spring (carrera, individual o en grupo). Y en aguas abiertas se compite con tablas, sky y tubos de rescate.
Antonela logró sus mejores marcas mundiales en Holanda. Salió octava en el mundo en lanzamiento con soga, décima en beach flag y segunda 90 spring. Pero no son marcas de película, son de verdad.