Central sufrió un terremoto que bien podría llamarse Merlos. Y que tras el clásico sumó réplicas. Que profundizaron grietas y desplomó parte de los cimientos políticos de un club que tiene en sus actores una enorme capacidad para esmerilar hasta la paz de los sepulcros. Porque el divorcio entre el plantel y cuerpo técnico con el vicepresidente Ricardo Carloni ya tiene sentencia. Y ahora la causa derivará en una crisis institucional, porque el futuro del directivo en cuestión comenzó a conjugarse en tiempo imperfecto. A tal punto que se especula con un pedido de licencia si el propio dirigente no da un paso al costado.
Después de toda la saga previa al partido en torno a la elección del árbitro por consenso, con los reproches que esto derivó de los referentes del plantel y del cuerpo técnico hacia Carloni y otros directivos, el diferendo siguió. El domingo, luego del empate, el vice encaró hacia el vestuario pero un ayudante de campo le desaconsejó el ingreso. Y este lunes la confrontación se profundizó. La viralización de un audio privado en el que el vicepresidente alude a Emiliano Vecchio de manera crítica reavivó el fuego interior. Que ardió al mediodía cuando los futbolistas de mayor representatividad y el entrenador convinieron declarar persona no grata al directivo. Y así se lo comunicaron al manager Raúl Gordillo, quien se lo hizo saber al presidente Rodolfo Di Pollina de manera informal.
"No quieren que vaya al predio de Arroyo Seco, tampoco que entre al vestuario y mucho menos que viaje con ellos", le contó a La Capital una fuente del club, determinación que luego fue ratificada desde el seno del plantel.
Con el paso de las horas las comunicaciones se intensificaron entre las diferentes partes y ya a la tarde se empezaron a delinear probables escenarios, los que comenzarán a decantar este martes, en el que será una jornada de definiciones. Los directivos consultados mantuvieron una "consensuada" prudencia con respecto a la resolución de este conflicto, pero trascendió que habrá un intento por persuadir a Carloni para tratar de descomprimir todo con una licencia. Y así evitar una crisis mayor, no sólo por el club sino también por su propia situación personal, la que estuvo expuesta a un estrés por los inadmisibles episodios de amedrentamiento que sufrió la familia del empresario.
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No obstante, de las puertas hacia adentro describen que el vicepresidente fue perdiendo consenso entre sus pares y también en el ámbito futbolístico de la entidad, ya que el caso de Merlos no fue un hecho aislado sino que forma parte de un conjunto de desavenencias que mantuvo con el cuerpo técnico y también con algunos futbolistas, quienes ven vulnerada la intimidad del plantel.
Sin dudas que sería un acto de ingenuidad no visualizar que este contexto está atravesado por la interna política que comienza a delinearse de cara a la renovación de autoridades programadas para el 2022, pero en la que nada tiene que ver el enojo de los futbolistas y del cuerpo técnico con Carloni en particular, y con la dirigencia en general.
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También es cierto que Carloni mantuvo una actitud muy crítica hacia cierto intermediario allegado a algunos integrantes del ámbito del fútbol canalla, y desde el entorno del vicepresidente aluden a esto como el principal motivo de esta movida en su contra.
Más allá de las posturas antagónicas, es indudable que el mayor perjudicado es Central, que tiene en su gestión una incomprensible vocación para generarse crisis no forzadas. Y así precarizar su porvenir futbolístico e institucional.