Al final ganaba Central. Cuando Marinelli remató y la pelota encontró descansar junto al palo, todo se resolvía a los 90'. Una victoria que aparecía como necesaria. Indispensable. Y aunque no decisiva, trascendente. Pero Táchira en el último minuto igualó. 2 a 2. Y aunque el resultado parezca malo por las sensaciones del final, no lo es.
Central logró un gran empate. Una igualdad en tierras extrañas es un guiño a la ilusión. Más cuando el equipo del Kily tuvo que disimular ausencias claves. Como así la llegada tardía de las incorporaciones. Y tener que dirimir octavos de final de la Sudamericana sin siquiera competencia previa. Por eso ese gol de Luciano Ferreyra marcaba una diferencia que trascendía el resultado. Y cuando el empate derivó de un yerro del arquero Juan Pablo Romero, la sensación fue de injusticia para el joven que hasta ahí había tapado todo. Pero más allá de los pormenores, Marinelli sorprendió con el segundo, y los canallas volvían con una conclusión que no era decisiva, pero sí muy beneficiosa, y lo sigue siendo pese al empate sobre la hora de Táchira por medio de Angarita.
Central repitió virtudes en cuanto al funcionamiento del primer semestre. Vocación por el protagonismo jugando y tratando siempre de sostener el orden. Cuando lo consiguió, predominó. Cuando se desacomodó, padeció. Y en ese devenir fueron claves Romero, Avila, Blanco, Ferreyra y por momentos Zabala.
A los 26 minutos el Pupi Ferreyra tomó el rebote que dio el arquero Varela tras un remate de Avila, convirtió el gol de la ventaja y hasta ahí el de la justicia. Porque Central fue predominante por su determinación ofensiva para seducir a la victoria. Es que los antecedentes a esa apertura había sido un cabezazo de Ruben que se fue rozando el travesaño del arco venezolano y un remate de Zabala que fue desviado por el portero local.
Los canallas encontraron por la izquierda el bulevar de los sueños probables, y por allí Blanco y Ferreyra se alternaban para desnivelar, apelando a jugadas o centros, haciendo colapsar a una defensa con poco oficio para mantener el orden necesario.
Es cierto también que Deportivo Táchira está formateado para atacar, por eso el panameño Freddy Góndola trataba de conectar con el goleador Gómez, y en esa búsqueda tuvo chances de igualar, pero el caño izquierdo del arco canalla devolvió un remate de Zalzman y el joven Romero después tapó otra pelota de gol.
Pero la cualidad canalla fue no cesar en su búsqueda más allá de la ventaja del gol. Y con ese afán de protagonismo preocupaba a Táchira, que estaba obligado a tratar de llegar a la igualdad, pero dejando espacios que se convertían en tierra fértil para la contra auriazul.
El complemento inexorablemente encontró a un equipo local tratando de empatar y a Central pugnando por no cesar en su ataque, pero sin embargo el empuje venezolano fue inclinando el trámite hacia el arco de Romero, que cuando empezaba a erigirse en figura, cometió un error que parecía decisivo.
Central se reiteraba en las infracciones en su terreno y los centros comenzaban a ser un atajo para los anfitriones, y en uno de ellos el arquero falló en la salida y Granados entró por detrás para empatar. Estaba para cualquiera de los dos. Y lo tuvo el equipo del Kily. Pero después Táchira se lo impidió.
El partido ahí se rompió, y las jugadas de riesgo se fueron alternando hasta el final. De ahí en más el empate en un gol era un resultado favorable para los planes canallas, ya que ese tanto de Ferreyra cotizaba doble en tiempo de revancha.
Pero el partido encontró un cierre con tormenta de emociones. Marinelli dijo que Central debía ganar. Y convirtió. 2 a 1. Pero Táchira en el final otra vez empató. A los 94' Angarita marcó. 2 a 2. Y el empate igual sigue siendo un buen resultado para Central.