Central jugó. Ganó. Resistió. Cumplió. Eliminó a Deportivo Táchira. Clasificó a cuartos de final de la Copa Sudamericana. Avanzó. Hizo todo con orden. Con determinación. E inteligencia. Y hasta un lujo en la definición que marcó el camino hacia el arco del triunfo producto del ingenio de ese futbolista necesario llamado Emiliano Vecchio.
Central mantuvo un rendimiento parejo, compensado, solidario y así extendió un desempeño mayoritario por el equilibrio, algo que es fundamental para poder alcanzar el propósito táctico que pretende el cuerpo técnico auriazul.
Por supuesto que de cara a lo que viene el Kily debe seguir resolviendo situaciones, como esas distracciones defensivas que motivaron jugadas rivales con pelota parada, incluso dejando a los venezolanos cerca de la igualdad. Pero más allá de esto, Central funcionó, generó y de haber estado más certero, la victoria habría quedado plasmada con más distancia.
Es que un resultado en la mayoría de las ocasiones es la conclusión de un funcionamiento colectivo, y cuando ese desempeño es eficiente, la ventaja suele plasmarse, aunque para ello sea muchas veces indispensable un futbolista distinto que haga la diferencia. Y Central lo tiene. Vaya si lo tiene. Emiliano Vecchio condujo a su equipo a protagonizar el encuentro en ofensiva. Un GPS canalla que articuló juego, y cuando vio que faltaba el toque final, encaró entre los rivales, escondió la pelota, pasó y ante la salida del arquero Varela se abrió hacia la izquierda para eludirlo y definir como crack. Un golazo.
Central se vistió de protagonista desde el inicio. Manejó los tiempos y fue sometiendo gradualmente a Deportivo Táchira. El que sólo dependía de Michael Covea para intentar un atisbo de reacción.
En esa primera etapa, previo al gol de Vecchio, el arquero Varela le había ahogado el grito a Martínez Dupuy, quien ejecutaba pero las atajadas notables le impedían festejar.
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Leonardo Vincenti / La Capital
En el complemento Táchira fue empujado por las urgencias hacia el arco de Juan Pablo Romero, tratando de desordenar al equipo del Kily, algo que sucedió por momentos cuando la zona de volantes no lograba contener y la pelota no pasaba por Vecchio.
En ese lapso la visita fue con más ímpetu que claridad, y los escasos lapsos de zozobra fueron producto de jugadas con pelota parada, algo que los canallas evidencian sufrir en su área.
A los 85' Táchira tuvo el empate, pero el arquero Romero y un rebote en la espalda de un compañero evitaron la caída.
Pero Central terminó prevaleciendo, justificando y festejando una victoria que mutó en clasificación a los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Ahora la próxima estación será Bragantino. Pero esa es otra historia. Que aún hay que escribirla.