Central tenía que ganar y no lo consiguió. Al contrario, fue goleado. Ni siquiera fue necesario esperar los resultados en el Monumental o en el Cilindro. Porque el equipo del Kily no hizo lo que debía. Entonces la ilusión de clasificar a los cuartos de final de la Copa de la Liga Profesional se vistió de frustración. Porque esta vez el conjunto canalla no reiteró el funcionamiento que había alcanzado en los últimos partidos. Es más, repitió viejos errores. Los defensivos. Los que le facilitaron al débil Platense ponerse en ventaja en dos ocasiones. Y después golear. Por eso el final adverso de 4 a 1 no fue más que la conclusión de un recorrido que dejó con las manos vacías a los auriazules.
Central no logró el objetivo de meterse entre los primeros cuatro de la Zona 1 y por ende quedó en deuda con las metas planteadas. De nada sirve ahora lamentar los puntos perdidos en el camino, porque el final se emparentó con la insatisfacción. Y el bochorno por la diferencia. Y ahora al Kily y su cuerpo técnico le queda la chance de redimirse en la Copa Sudamericana, en la que tiene muchas chances de clasificar a la próxima fase. Pero en la que depende de sí mismo.
El primer gol de Platense se desencadena por una desatención defensiva, en la que Bogado habilita a Pereyra Díaz con un centro que cabeceó al fondo de la red mientras los defensores canallas desubicados miraban.
El segundo deviene de un mal pase de Laso que intercepta Curuchet para iniciar una jugada en la que Baldasserra consigue el segundo. Inconcebible. Pero varias de estas equivocaciones fueron decisivas en algunos de los partidos.
Y el tercero fue más burdo, porque Ojeda lo tomó a Tissera en el área para el penal que convirtió el arquero De Olivera. Y el cuarto fue más de lo mismo.
Pero además cuando Ojeda y Villagra no logran sintonizar para dinamizar el juego con toques rápidos y así imprimirle velocidad a las transiciones, Central no alcanza el funcionamiento pretendido, porque pierde vértigo y se hace previsible. Y esto le ocurrió ante Platense, que pobló el mediocampo con el objetivo de evitar que los canallas tuvieran circulación.
Sin juego interno, es muy difícil habilitar el externo, por lo que Central debió recurrir al recurso de las jugadas con pelota parada para tratar de vulnerar al Calamar. Que desencadenó el gol de chilena de Lucas Gamba en el área local para un empate parcial que luego mutó en derrota. Y en goleada.
El partido concluyó con un Central yendo por la igualdad y con Platense dilapidando situaciones para ampliar. Hasta que llegó el tercero, de penal. Y un cuarto, de Zalazar. Y así el final terminó en goleada, la que frustró la esperanza canalla, esa de estar en los cuartos de final de la Copa de la Liga.