Por Mauricio Tallone / La Capital
Por Mauricio Tallone / La Capital
Todo sirve para vitaminizar la confianza y afirmar conceptos. No importa que por estos días el
meridiano de la prioridad pase por llenar el tanque de nafta con los trabajos de pretemporada. En
los amistosos también conviene refugiarse en las expectativas. Porque es saludable para ratificar
rumbos y medir insinuaciones. Eso sí, vale hacerlo tomando distancia de conclusiones contundentes.
Sin perder de vista que lo realmente importante es llegar en perfectas condiciones al debut ante
Boca en el Clausura 2008. Siguiendo esa unidad de medida, igual es saludable para Central arrancar
la serie de ensayos con una victoria por 2 a 1 ante Banfield, uno de los mejores equipos en el
Apertura pasado.
No fue para tirar manteca al techo ni mucho menos. Incluso, como siempre se dice en estos
casos, el resultado pasa a un segundo plano. Se jugaron apenas 45 minutos de fútbol que sirvieron,
entre otras cosas, para empezar a romper con las cargas luego de largas rutinas en la arena y
circuitos aeróbicos. Este triunfo también es un baño de optimismo para Madelón. El técnico quiere
impregnar al plantel de un aroma ganador y considera que cualquier avance, por más insignificante
que sea, contribuye a dar una mano.
De hecho, un tiempo fue suficiente para que el entrenador refuerce lo que pensaba de algunos
de los jugadores que todavía no tenía una idea formada. Por lo visto ayer, ya sabe que Zelaya,
Danelón y Moya son alternativas potables. Además, Arzuaga le envió una clara señal: “Si me
pongo bien físicamente, soy un delantero picante”, pareció decirle el colombiano con su
actuación. La defensa fue la contracara. Está claro que la incorporación de Ribonetto es una gran
inversión futbolística. Pero ayer Banfield desnudó grietas que requieren una rápida solución. Sobre
todo en los centros cruzados o pelotas paradas en contra. El gol de Cvitanich vino por esa vía.
Centro desde la derecha, dudaron los defensores, volantes y Alvarez incluido, y el delantero
cabeceó solo por detrás de todo. Antes de eso, Central había mostrado una saludable intención por
proponer y no esperar que todo le cayera del cielo. No generó muchas jugadas, pero Moya y Arzuaga
probaron de media distancia. Precisamente el colombiano empató con una apilada fantástica y una
mejor definición ante la salida de Lucchetti.
Si lo de Arzuaga fue de otro partido, el golazo de Zelaya arrancó el aplauso de todos los
hinchas canallas presentes. El pibe lo vio adelantado a Lucchetti y la colgó del ángulo izquierdo.
Hasta Madelón le gritó desde lejos: “Bien Cachi”. Después tuvo otra chance con una
chilena.
En ventaja, Central bajó la intensidad de su dominio. Algo lógico. Las piernas aún pesan
toneladas. Pero mantuvo sin sobresaltos el resultado a resguardo. Madelón se fue conforme porque su
equipo logró reaccionar y dar vuelta una historia. Es cierto que fue en un amistoso, pero siempre
por algo se empieza.
Jugó Ribonetto
Walter Ribonetto debutó en un amistoso con la camiseta de Central. Estuvo bastante seguro en los cruces por ser la primera vez que jugó con Raldes, Danelón y Papa. También aportó su habitual voz de mando para sacar a la defensa del fondo o en el momento del retroceso del equipo. Es entendible que todavía no coordine movimientos perfectos con Raldes. Igual supo suplir con su experiencia ese déficit, sobre todo cuando el boliviano salió a cortar lejos del área a Pavlovich o Cvitanich.