El Ironman es un triatlón, una carrera que combina 3,8 kilómetros natación, 180 de ciclismo y 42 de carrera a pie. Entrenar para disputar estas tres disciplinas con solvencia implica un reto en sí mismo pero el Ironman en particular está reservado para hombres y mujeres que tienen cuerpo y alma de hierro. En octubre se realizará el Mundial de Hawaii de la especialidad, donde lo mejor de este deporte se dará cita. Entre ellos habrá tres rosarinos, uno de ellos Andrés Amione, un ingeniero civil que fabrica galpones y naves industriales, es padre de tres chicos y tiene como hobbie tener este tipo de experiencia. Llegar a un Mundial no es para cualquiera, de hecho este hombre que el próximo 3 de julio cumplirá 50 años consiguió la clasificación en mayo pasado, en Florianópolis.
Para Aimone, que compite en la franja entre 50 y 54 años, “el Ironman es una carrera de regularidad donde no gana el que es mejor en una disciplina sino el más regular en las tres y va a un nivel importante. La carrera es un moño que le ponés a un proceso de entrenamiento. Podés soñar, pero este tipo de carrera enseguida te pone en tu lugar. Por eso siempre es bueno tener un resto para seguir adelante y para eso hay que ser muy minucioso en todos los aspectos que atañen a una competencia”.
La carrera de mayo en Florianópolis fue especial, no sólo porque otorgaba plazas a los tres primeros, sino que fue la primera que se hizo post pandemia.
¿Cómo fue entrenar en tiempos de pandemia?
La pandemia la tratamos de pilotear. En el momento más álgido, le alquilé una cinta a un gimnasio, yo tengo un simulador de bicicleta y cuando dejaron salir un poquito me fui a nadar al río. Me acuerdo que fue en pleno junio y me moría de frío, pero no me importaba, uno hace esto porque le gusta.
¿Y cual fue el balance de ese tiempo?
La pandemia logró que uno se ponga rebelde, que vea cosas de una manera distinta. Más allá de las vacunas, por cómo se hicieron las cosas, le hizo mucho daño a los deportistas, sobre todo al de alto rendimiento. Soy un apasionado por lo que hago y le di para adelante, y te diría que hasta con más ganas inclusive.
¿Cómo fue la vuelta al ruedo?
En las primeras competencias post pandemia me pasó que, siendo a veces muy crítico con las cosas que no estaban bien, estaba agradecido a la vida de poder haber corrido. La carrera de Florianópolis la suspendieron en 2019, en 2020 y también en 2021. Recién ahora hicieron una fecha Ironman en Sudamérica y como tal había muchas ganas, mucho hambre.
¿Cómo es la carrera de Florianópolis, donde conseguiste la clasificación al Mundial?
Es una carrera clásica y al ser la única de Sudamérica en este momento fue muy concurrida. Es muy competitiva, algo que me pone muy contento porque realmente estuve a la altura. Ahí no solamente conseguí la plaza para Hawaii sino que además por primera vez en un Ironman hice podio. Todas son carreras durísimas, pero uno se prepara para eso. Duran más de nueve horas, donde tenés que estar al máximo y en una misma competencia podés pasar por muchos estadíos. En Florianópolis, por ejemplo, llovió durante toda la carrera, con todas las complicaciones que eso trae, sobre todo cuando andás en bicicleta, pero con un poco de experiencia y muchas ganas la fui llevando.
Tenés que tener un entrenamiento cotidiano, de varias horas. ¿Cómo hacés con tu trabajo y la familia?
Le dedico su tiempo como corresponde, pero sinceramente si no tenés el apoyo de la familia no podés ir ni a la esquina.
Cuando arrancás una carrera, ¿cuáles son tus objetivos? ¿Cuál es tu filosofía?
Mi filosofía es la superación. Soy una persona que cree mucho en el laburo, de hecho estoy donde estoy porque soy un tipo muy laburante y que cree en los procesos. Si tengo procesos de entrenamientos largos me dan mucho resultado. Ya lo comprobé. Entiendo que si te gusta el deporte y querés progresar, tenés que entrenar no tenés otra opción. Además en este deporte no podés tener picos y es por eso que, al menos yo, lo que busco es no lesionarme. Por eso voy a yoga, hago quiropraxia, acupuntura y le presto mucha atención a la alimentación y al descanso.
Con la clasificación en el bolso, ¿cómo sigue la historia?
Ya tuve unos días de descanso y ahora empezamos con un proceso de entrenamiento progresivo, donde vamos creciendo en los volúmenes.
¿Porqué es conveniente para vos competir este año?
Porque entro en la categoría 50-55 y por ende soy el más chico de la categoría. Compito ante otros atletas mayores que yo y eso es una pequeña ventaja, más a esta edad. Igualmente hay muchachos de 55 años que vuelan.
De las tres actividades, ¿en cuál te sentís más cómodo?
Yo soy maratonista y te diría que desde siempre. Primero fui montañista y después que me recibí de ingeniero civil me dediqué al maratón al punto que en un momento llegué a ser coleccionista de carreras. Después, y como un desafío propio, me propuse correr los Ironman. Y fue un verdadero desafío porque yo a los 30 años no sabía nadar.
¿Cómo te llevás con las transiciones?
Las transiciones son importantes y podés ganar muchos minutos si estás sistematizado y yo, como buen ingeniero, soy muy estructurado y estudio mucho todas las transiciones para cuando llegue el momento tenerla en la cabeza y ser rápido. Generalmente mis transiciones son rápidas.
¿Tenés sponsors?
No, y tampoco busco. No creo también estar a la altura de un profesional como para merecerlo. En Argentina, el triatlón es un producto que no le interesa a las empresas. A veces los organismos oficiales te ayudan por representar a la Argentina, pero es poco lo que te pueden dar. La experiencia me hizo aprender a poner la energía en mi trabajo de ingeniero y las naves industriales, que es lo que realmente me va a pagar el viaje y no la dádiva de alguien. Siempre me gané lo mío, corro y viajo si tengo y sino me quedo en casa. En resumidas cuentas soy amateur y así lo entiendo.