Es demasiado pronto para abrir un juicio de valor definitivo, pero nada invalida la idea de que este Central debe meter un golpe de timón para volver a ser el de antes. No es malo lo hecho hasta aquí (está entre los ocho primeros y no perdió), pero a nadie escapa que le está costando más de la cuenta.
La frase "necesitamos darle más rosca a la generación de juego", que tiró el entrenador Ariel Holan minutos después del empate sin goles ante San Martín de San Juan, pinta de cuerpo entero de qué se trata la cosa cuando se hace referencia a esa sensación de que a Central le está costando. Y el DT está en lo cierto, estos últimos 90 minutos fueron un buen elemento para el análisis.
Muchos de los protagonistas coincidieron en que a "Central ya lo conocen"; que "cada equipo que viene al Gigante lo hace para jugar de una manera especial"; que "hay un respeto que Central se ganó" y por eso el comportamiento de los rivales. Nada que no sea cierto, pero es justamente lo que expone con mayor claridad todas sus falencias.
Cuando el Canalla manejó el trámite
Fue notorio el comportamiento de San Martín de San Juan en ese segundo tiempo en el que salió decidido a aguantar el empate, que fue lo que le posibilitó al Canalla manejar el trámite del encuentro con una alta cuota de holgura. Pero falló en el intento, porque esa posesión de la que hoy puede hacer alarde no decantó en una superioridad futbolística. Desde esa óptica se entiende aquello de que a este Central se le está haciendo difícil vulnerar el juego defensivo del rival.
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Ángel Di María venía de convertir de penal en las dos primeras fechas. Ante San Martín le costó, como al resto.
Celina Mutti Lovera / La Capital
¿Pero fue lo mismo que ocurrió en la primera mitad del partido? En absoluto. Esos primeros 45 minutos fueron lo que más claro dejaron la falta de chispa que hoy tiene Central, y fue con un comportamiento del Santo sanjuanino total y completamente a contramano de lo del segundo tiempo. San Martín complicó y mucho al Canalla porque le salió a jugar de igual a igual, a presionarlo alto, a no dejarlo salir con comodidad. En definitiva, salió a jugarle sin el mínimo respeto.
Por eso, si los problemas aparecen solo frente a planteos mezquinos, no tendría mucha razón de ser esto de sufrir el partido cuando el rival juega de la manera que a Central más le conviene.
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La conclusión es sencilla: Central no es ese equipo voraz, con capacidad de desequilibrio permanente, de un comportamiento agresivo y mucho menos contundente. Para explicar esa falta de desequilibrio, agresividad y contundencia sólo basta recordar que de los últimos cinco partidos anotó sólo dos goles, ambos de penal, convertidos por Ángel Di María.
Central, lo colectivo y lo individual
Claro, para fundamentar todo eso es necesario un análisis muchísimo más profundo, con cuestiones que hacen a lo colectivo y también a lo individual, pero que deja en evidencia la necesidad de lograr aquello con lo que se mencionó al comienzo, sobre la frase de Holan respecto a la generación de juego.
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Alejo Veliz se lamenta por una ocasión malograda. Central tuvo algunas chances claras que no pudo convertir.
Celina Mutti Lovera / La Capital
A esta altura del torneo Central tenía en el Apertura dos puntos más (no es poco) y ya en esa comparativa se advierte un retroceso o, cuanto menos, un estancamiento desde lo futbolístico. Porque, a tener en cuenta, el arranque del torneo pasado fue con dos de visitante y uno de local, a la inversa de este Clausura en el que el Canalla todavía no pudo sacar pecho antes sus hinchas y hacer gala de la firmeza que logró en el primer semestre del año jugando en su estadio.
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Y hasta aquí ni siquiera se mencionó ni a Angelito Di María ni a Alejo Veliz, a quienes les cabe las generales de la ley porque son parte de este equipo que no termina de arrancar. El ruido que generaron ambos con sus regresos a Central invitaron a pensar que todo esto de lo que se está hablando no iba a suceder. Al contrario. Pero Fideo solo no puede, aunque está claro que le cuesta tanto como al resto, y el 9 vive en carne propia la liviandad futbolística.
No es cuestión de nombres propios
Lo que explica todo esto es que lo de Central no es un problema de nombres propios ni muchos menos, sino que se trata de algo estructural. Si no, no se estaría hablando de las dificultades que tiene el equipo en establecer el protagonismo soñado en la previa.
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Malcorra y Enzo Giménez agreden en campo rival, intentado generar alguna situación de riesgo en favor de Central.
Celina Mutti Lovera / La Capital
¿Algún punto a favor? Claro que sí. Central es uno de los pocos equipos que se mantiene invicto en el torneo y tampoco es para desmerecer eso a lo que varios jugadores también hicieron referencia, el hecho de "sumar en todos los partidos". Y de hecho Central viene cumpliendo en ese sentido, con el fuerte argumento de que aun sin haber vencido de local, el único partido en el que lo hizo de visitante lo ganó.
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Desde aquel partido contra Huracán, por los cuartos de final del Apertura, las cosas en Central no están saliendo de acuerdo a lo previsto (en el medio hubo eliminación en Copa Argentina) y si bien los valores de referencia no le dan tan mal, el equipo necesita curar algunas falencias que hasta el propio Holan reconoce. Una vuelta de rosca.