Al igual que en Santa Fe, las Paso echarán luz sobre tres aspectos centrales del sistema político. Uno, los equilibrios internos de cada espacio. Dos, la diferencia entre los distintos frentes. Tres, el nivel de rechazo hacia la oferta política en su conjunto.
A priori, la interna que protagonizan Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich en Juntos por el Cambio asoma como la más atractiva. Por el desgaste del peronismo y la expectativa de alternancia, el volumen de ambos competidores y la paridad con la que parecen llegar a la recta final.
El resultado de la interna dependerá, en buena medida, de en qué superficie conceptual se juega el partido. “Si el eje es economía tiene ventaja Larreta; si es seguridad, Bullrich”, señala un armador opositor con varias campañas sobre el lomo.
A priori, el jefe de gobierno porteño parece llegar mejor pisado. Evitó los errores no forzados, sus aliados se impusieron en la temporada de elecciones provinciales, sumó a buena parte de la estructura radical y parece conectar mejor con la demanda social de certidumbre. La presidenta del PRO comanda una tropa más pequeña pero leal y atrae con el sencillo “a todo o nada”, pero se empantanó cuando tuvo que profundizar sobre el combate contra la inflación.
Es un duelo de estilos. El gestor eficaz versus la dama de hierro. Sin grandes diferencias en el trazo grueso de la política, las diferencias se centran en el cómo. Bullrich se inclina por una minoría intensa preparada para el choque frontal. Larreta, por una mayoría extensa capaz de montar una arquitectura de acuerdos políticos.
Apuntaron a públicos diferentes. Una se concentró en los propios, decisivos en las Paso. Con vistas a las generales, el otro buscó una audiencia más amplia. Se verá hoy quién obtiene más rating.
“Creo que ganamos, pero el olfato ya lo perdí”, se ataja un bullrichista que trabajó para que ganara Carolina Losada en la interna de Unidos y que se vio sorprendido, como todos, por el alud de votos de Maximiliano Pullaro.
El resultado de la interna de Juntos por el Cambio dependerá, en buena medida, de en qué superficie conceptual se juega el partido. “Si el eje es economía tiene ventaja Larreta; si es seguridad, Bullrich”, señala un armador opositor El resultado de la interna de Juntos por el Cambio dependerá, en buena medida, de en qué superficie conceptual se juega el partido. “Si el eje es economía tiene ventaja Larreta; si es seguridad, Bullrich”, señala un armador opositor
Con el resultado puesto, se activará el operativo contención para minimizar la fuga de votos. El objetivo de máxima de Juntos es que la sensación sea de partido terminado. Un negativo de la foto de agosto de 2019, cuando el recién estrenado Frente de Todos trepó hasta los 48 puntos y le sacó 16 puntos de ventaja a Juntos.
Si la elección todavía parece abierta es por las peleas intestinas de la alianza opositora, la probada resiliencia del peronismo y la aparición disruptiva de Javier Milei.
Sergio Massa logró aterrizar la nave en la primera escala pero todavía queda un largo tramo del viaje hacia diciembre. Solo en la cabina tras la deserción de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, su tablero de control está plagado de luces rojas. Un estudio del economista Juan Manuel Telechea muestra que las variables más sensibles —salarios, jubilaciones, AUH, inflación— y la confianza en el gobierno que elabora la Universidad Torcuato Di Tella llegan peor que en las primarias de 2011, 2015 y 2019. Hace cuatro años, la fórmula Macri-Pichetto obtuvo 31,8% de los votos.
En el peronismo cunde la preocupación y le prenden velas a Massa. Con la salida de escena de Alberto y Cristina, el ex intendente de Tigre debe actuar tres papeles a la vez: ministro de Economía, precandidato a presidente y mandatario en ejercicio. Debe mostrarse mesurado frente a un mercado y un FMI que reclaman un ajuste, al tiempo que promete rescatar a los salarios del subsuelo. Debe vender futuro siendo la cara principal de un presente con 115% de inflación anual y con una pobreza que afecta a 18 millones de personas.
Más que a las expectativas, Massa y el peronismo apuestan a la identidad justicialista, al trauma de la administración Cambiemos y a que la candidatura de Juan Grabois funcione como dique de contención de los decepcionados que podrían saltar hacia el Frente de Izquierda.
Solo en la cabina tras la deserción de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, Serio Massa logró aterrizar la nave en la primera escala rumbo a diciembre pero su tablero de control está plagado de luces rojas Solo en la cabina tras la deserción de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, Serio Massa logró aterrizar la nave en la primera escala rumbo a diciembre pero su tablero de control está plagado de luces rojas
Uno de los problemas es la fragilidad económica sobre la que se pisa el ministro-candidato. Como en el cuento Los tres cerditos, el ex director de la Anses sostiene con escasas reservas un precario tinglado financiero que un soplido de los lobos de la city podría hacer volar por los aires.
“No sería mal escenario que Massa quede con una pizca de competitividad. ¿Qué pasa si queda destrozado, qué hace el próximo presidente? ¿Se tiene que sentar a negociar una transición anticipada? ¿Cómo se sostiene ese gobierno?”, se pregunta un operador opositor que teme un tembladeral económico.
Que se forme esa tormenta dependerá también de cuán cerca quede Milei de meterse en el balotaje. Como la torre en el ajedrez, el economista come horizontal, en todo el espectro político, y vertical, en toda la pirámide social. Se verá cuántos lo eligen como instrumento de castigo a la dirigencia política o al final el electorado termina inclinándose por opciones que no apelan a la motosierra o a la dinamita.
Más lejos en principio de la carrera por los principales lugares, Juan Schiaretti concretará el siempre postergado lanzamiento del cordobesismo al espacio nacional. Con el socialismo como aliado, el gobernador mediterráneo busca delimitar un sector por fuera de la grieta. La cantidad de hectáreas disponibles depende de la performance de Massa. “Si no genera expectativas de poder, a partir del lunes se discute quién conduce el peronismo en 2024 y ahí podemos atraer a sectores peronistas”, dicen desde Hacemos por Nuestro País, que también festejaría un triunfo de Bullrich que ahuyente votos de centro.
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Con la mirada puesta en las generales del 10 de septiembre, la dirigencia política santafesina juega su propio partido este domingo. Para el bullrichismo local es casi una cuestión de supervivencia, Pullaro quiere continuar su ascenso al status de gran elector y Lewandowski, Perotti y el resto de los caciques del golpeado peronismo santafesino buscan una transfusión de competitividad.
A la pregunta de cuánta gente irá a votar y cuán grande será la porción de votos blancos y nulos, se suma el interrogante de cómo metabolizará el electorado dos hechos conmocionantes que atravesaron la última semana de campaña: el asesinato de Morena Domínguez en un robo en Lanús y la muerte del militante Facundo Molares después de ser detenido por la policía porteña en una protesta en el Obelisco. Son incógnitas que desvelan a la oferta, no a la demanda. Como señala un consultor que presta servicios en la oposición: “La gente ya decidió, somos los que analizamos los datos los que no terminamos de entender lo que sucede”.