En Argentina, siempre, rige la ley de Murphy: "Si algo malo puede pasar, pasará".
Por Mauricio Maronna
En Argentina, siempre, rige la ley de Murphy: "Si algo malo puede pasar, pasará".
A salto de mata desde hace muchísimo tiempo, la realidad económica, financiera y social está peor que nunca, y cercada por los condicionamientos políticos que se instalaron tras el 11A, fecha emblema en la que el peronismo le dio una paliza electoral a Juntos por el Cambio. Hasta convertir en casi nada las chances del macrismo para la primera vuelta. Es más, el futuro inmediato, el aquí y ahora, depende desde ayer de la renegociación de la deuda. Otra vez (¿y van?).
Ese camino largo hasta el 27 de octubre lleva a que todos los sectores que participan de las discusiones (gobierno, oposición, FMI, mercados) actúen con mucha irresponsabilidad y poco tino. El país se bambolea entre la irresponsabilidades de Mauricio Macri, pero también colabora el declaracionismo infantil de algunos opositores.
El FMI le bajó el pulgar a la posibilidad de reelección de Macri, y esto no es neutral. El presidente fue el preferido del organismo hasta permitirle hacer cosas que, en otro contexto, jamás hubiera autorizado. Todo se explicaba en las necesidades electorales del oficialismo, algo que también llevó a la extinción de la credibilidad de empresas de opinión pública que formatearon un paraíso artificial (y mentiroso) el viernes previo a las primarias.
Al desnudo
Ahora todos están desnudos: el gobierno y las empresas encuestadoras, justo cuando comienza el tramo definitivo de la campaña electoral. A propósito: algunas consultoras que quedaron al margen de la debacle están marcando una diferencia de 20 puntos, a favor de los Fernández. Es probable, porque siempre hay en Argentina una tendencia de votar a ganador.
La exitosa movilización de macristas del fin de semana mostró la otra cara de la moneda. Hay un sector, que ahora se sabe minoritario, que no se resigna y hace todo lo posible para evitar el regreso del peronismo al poder. En ese grupo también anida la crítica a funcionarios del gobierno que siguen estando en sus puestos solo por la decisión de Macri de no cambiar los fusibles. Insólito.
"Mauricio debió haberlo echado a (Marcos) Peña hace bastante. O, de última, después de las Paso. En vez de hacer saltar el fusible, reforzó el fusible. Y cuando al fusible lo mantenés dañado y recauchutado, hace saltar todo el tablero", le dijo a LaCapital un diputado nacional del PRO, resignado a la derrota en octubre. "Ya tenemos que empezar a pensar en el pos macrismo, y ahí no hay Peña que valga", sorprendió a su interlocutor.
El derrumbe
La desmesura de los análisis políticos tiene como personaje central a Peña. Hasta hace unos meses era idolatrado por sus campañas y su invicto electoral. Esos mismo periodistas que hacían cola para reunirse en el primer piso de Balcarce 50, hoy crucifican al jefe de Gabinete y lo hacen responsable casi exclusivo del derrumbe. Un desvarío.
Lo que hubo en Peña y Jaime Durán Barba fue un extraordinario error de estrategia política. Apostaron todas las fichas a polarizar con Cristina. Y Cristina les ganó. Una muy alta fuente oficialista, candidato él, le dijo a LaCapital la semana pasada que constituyó un gravísimo error no haber acicateado la formación de Alternativa Federal para dividir el voto opositor.
"Si ese espacio quedaba competitivo, Macri era reelecto con total seguridad. Se equivocaron los que monopolizaron todo para rivalizar con Cristina. Son errores de aprendices, como poner a (Elisa) Carrió de vocera", amplió el informante, mientras la tarde se consumía en un hotel rosarino entre agua mineral y café.
Argentina no es un país normal desde el punto de vista político. Hoy, hay todo un coro que le arroja la culpa del desvarío al sistema electoral, a las Paso. La responsabilidad de la incertidumbre actual es de la irresponsabilidad de la clase política y financiera, no de los instrumentos electorales. En Uruguay también existen las Paso, y no hay democracia más ordenada que esa. Al menos en los alrededores. Aunque el sistema uruguayo tenga modismos que quizás haya que imitar.
Las palabras y las cosas
Ayer, Hernán Lacunza dejó en evidencia el problema. Dicho en otras palabras: la situación es de emergencia y se necesitan decisiones de urgencia. El cumplimiento de la deuda en sus términos originales es imposible.
El futuro del gobierno depende del "reperfilamiento" de las obligaciones con el FMI. Es un dejá vú de otras temporadas. Ahora sí será clave la opinión del peronismo, porque sin su concurso no podrá ser aprobada en el Congreso la extensión de la deuda.
La diferencia entre los barquinazos económicos de antes de las Paso y los de ahora es el riesgo institucional en ciernes. Hay un presidente que va licuando su poder, y un ganador de las primarias muy legitimado por los votos pero que ni siquiera es presidente electo. Y el tiempo, el enemigo.
Las próximas horas serán cruciales para todos. Del desenvolvimiento de "los mercados" dependerá el oxigeno para avanzar en otras cuestiones urgentes, más allá de la flexibilización de los plazos de la deuda. Ayer, no hubo ningún anunció para intentar aliviar la situación de los ciudadanos que no tienen su suerte atada a los vaivenes de las Letes y las Lecaps.
El gran drama es que en Argentina una de las pocas leyes que se cumple a rajatabla es la ley de Murphy.
Hay plazos que se acortan, hay plazos que piden alargarse.