Liliana Aita estaba en el secundario cuando su papá, el recordado empresario rosarino Ernesto Carlos Aita, le dijo: “Si vos seguís en la empresa, yo sigo”. Eran años donde él debía tomar decisiones a largo plazo y necesitaba saber si contaba con ella, su única hija, para ese camino por delante. Liliana dijo que sí, sin dudar. Han pasado décadas de esa anécdota, pero en diálogo con suplemento Negocios de La Capital, la empresaria define: “Mi vida entera ocurrió aquí dentro”. Se refiere a que su casa estaba junto a la fábrica de Moreno al 2900, por lo cual desde chica andaba por esos pasillos mirándolo todo. Hoy comanda la segunda generación de la fábrica de bicicletas Aita, un clásico rosarino con más de 60 años que tiene por delante grandes desafíos para poder salir a competir en grande.
A Liliana le tocaron años difíciles tras hacerse cargo de la fábrica en 2019, cuando su papá falleció. Primero enfrentó la pandemia, donde tuvo que sortear la complejidad de la coyuntura, De todos modos, confiesa que fue un año donde las ventas crecieron porque había mucha dificultad con el transporte público y las bicis pasaron a ser una forma saludable y ágil de trasladarse.
Luego llegó 2021, año en que comenzaron a faltarle los repuestos que se importaban del exterior, situación que se fue agravando con el pasar de los años. Se le sumó, en 2022 y 2023, la creciente inflación. Ese combo hizo que tomaran la decisión de no renovar el alquiler del local de avenida Pellegrini, donde hicieron venta directa por 30 años. Si bien fue una decisión difícil, ahora Liliana y su equipo se preparan para los nuevos proyectos que tienen por delante, pensando en un contexto global donde cada vez se utilizan más bicicletas para trasladarse.
“Quiero darle mi toque personal a la fábrica. Queremos invertir en el local de venta al público y también en la industria”, explica. Ya tuvieron los primeros encuentros con quien les va a dirigir la obra, la idea es comenzar primero con la remodelación del área de venta al público, que sigue firme en calle Moreno, y luego la fábrica. Pero aclara que para comenzar esta inversión esperarán que se estabilice la economía. Otra de las estrategias que tiene pensada es la de desarrollar el canal de venta online, porque si bien utilizan esa vía, necesitan profesionalizarla para lograr mayor eficacia y rentabilidad.
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La durabilidad es una de las claves de las bicis rosarinas de Aita.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
Cómo se fabrica una bicicleta
Aita sigue siendo una empresa familiar, tal es así que a cargo del área de producción está Gabriel Paris, marido de Liliana. Él cuenta a Negocios que en la fábrica se hacen unas 200 bicis al mes, un dato interesante es que cada una lleva unas 40 piezas, dependiendo del modelo, es por eso que el stock de repuestos es clave en este negocio. En ese marco, para esta nueva etapa que se viene en el país, Liliana dice que tiene expectativas de que puedan acceder a más repuestos importados para agilizar el negocio, porque hay piezas que no se fabrican en Argentina. Ellos en zona sur fabrican los llamados “cuadros” del rodado, que es toda la estructura en acero, mientras usan llantas y rayos de industria nacional. Para tener una idea de este mercado, hay en Argentina 25 fábricas de bicicletas, de las cuales muchas son sólo ensambladoras de partes importadas.
A la hora de situar cuáles son las bicicletas que más se venden en el mercado nacional, Liliana detalla que el modelo 29 de aluminio, de ruedas anchas, son las más pedidas en el país. Para poder fabricarlas en Rosario, ellos necesitan poder importar el aluminio que llega desde China, porque es mucho más liviano que las que están fabricando hoy. De llegar a concretar esa importación, la idea es hacer una bici con precios de gama media, que es donde mejor se manejan ellos.
El cliente clásico de Aita es de clase media con bicicletas que tienen un valor de base que van desde los $100 mil para niños a los $300 para adultos. Un dato de color: en la puerta de la fábrica tienen un inflador de uso común, por lo cual muchos trabajadores toman calle Moreno para pasar e inflar sus bicis antes de sus recorridos. Un servicio gratuito que los acerca a su comunidad.
Seguridad vial y personal
La proyección de este negocio es para Liliana muy buena, porque cada vez son más las personas que se pasan del auto a la bici, ya sea por costo o por cuestiones ambientales.
Lo que ella propone es que debe lograrse mayor seguridad vial para los ciclistas y también disminuir los robos de los rodados. Agrega que “mientras vos tengas medidas de seguridad para poder moverte en la ciudad, el segmento va a crecer más. A Rosario le falta todavía, si vos ves ciudades como Ámsterdam hasta se suben al tren con la bici. Pero yo veo que la municipalidad piensa en esto e incluso tienen un proyecto ambiental para el 2030 que contempla seguir sumando kilómetros de bicisenda. De hecho, todo lo nuevo que hicieron por boulevard Oroño colabora con esta línea, faltaría continuarla hasta el río”.
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Liliana muestra con orgullo el diseño del modelo tándem de Aita.
Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
Respecto del tema de la seguridad por los robos, adelanta que están “evaluando dar como servicio un seguro para quienes las compran en la fábrica”, pero están analizando si sus clientes lo utilizarían, ellos venden mucho en el segmento familiar, niños y trabajadores de distintas empresas. Lo que sí tienen es un servicio post venta con un año de garantía, lo que los diferencia de otras bocas de expendio más masivas.
En las crisis, suben las ventas
Tal como le pasa a quienes fabrican motocicletas, en las crisis económicas la venta de este tipo de rodados sube. Esta crisis no es la excepción, Liliana afirma que las ventas suben y que con sólo pararse en cualquier esquina de avenida Pellegrini se puede registrar el aumento de estos rodados. “La mayoría es gente que va a laburar”, agrega.
Dentro de los modelos que ellos hacen, tienen uno muy particular que lo fabricaron para trabajadores. Se trata de la bautizada “portatuto”, de tres ruedas con un gran espacio detrás para transportar elementos. Cuentan que en una oportunidad le compraron casi una decena de ese modelo para personas que trabajaban dentro de la fábrica de General Motors de Alvear porque les venía bien para trasladarse en la operatoria.
“De los modelos más propios de Aita, la que más se vende es la doble caño y también la llamada inglesa, mientras que el modelo que más llama la atención es la tándem”, dice Liliana. Se trata de una bici doble con un particular diseño, algo retro, que la diferencia del resto de las que hay en el mercado.
El camino por delante promete ser largo para Aita, Liliana confiesa que tiene muchas ganas de hacer crecer más la fábrica. Recuerda a su padre como un gran amante de la industria nacional, un hombre que llegó a fabricar hasta 90 bicicletas diarias. Dice que a veces llegan clientes a la fábrica con bicicletas Aita que tienen más de 30 años. El legado está, el futuro parece que también.