El Sanatorio Neuropático que crearon Clemente Álvarez y Teodoro Fracassi cumple 100 años. Hasta entonces las personas con problemas de salud mental que vivían en Rosario debían trasladarse a Buenos Aires para sus terapias. Pasado y futuro del centro terapéutico.
Hay algo de mágico y misterioso en esa casa enorme de la zona sur de Rosario. Ese predio que resguarda a personas que buscan recuperar el equilibrio de su mente, que están perturbados, que deambulan en una realidad que a la mayoría se nos presenta ajena, o como mínimo lejana. Misterio que se devela a poco de traspasar las rejas negras y el pequeño ingreso, donde se impone un jardín enorme en el que gobierna la paz. Un espacio abierto y cuidado en el que algunos juegan a las cartas, otros toman mate. Un lugar en el que pacientes y terapeutas saludan con entusiasmo.
Hace 100 años, un 8 de agosto, un médico clínico, neurólogo y psiquiatra rosarino llamado Teodoro Fracassi junto a Clemente Álvarez, un colega que además era profesor de semiología de la Facultad de Medicina, concretaron una idea común: que Rosario tuviera su propio espacio para la atención de personas con trastornos mentales, las que hasta el momento debían irse a Buenos Aires a cumplir con sus tratamientos.
Fue en el barrio Saladillo donde los profesionales y amigos levantaron ese primer sueño, una pequeña clínica a la que bautizaron "Quinta de Arijón" y en la que buscaron dar respuestas a los desafíos que planteaba la salud mental en aquellos tiempos.
En 1926 Alfonso Quaranta, médico psiquiatra, se unió al trabajo que habían comenzado Fracassi y Álvarez una década antes y ayudó a planificar y diseñar un nuevo espacio, que se conserva hasta hoy en San Martín al 5800: esas dos hectáreas con corazón verde que nacieron bajo el modelo alemán de psiquiatría que imperaba en esa época.
Es la institución para salud mental más antigua de la provincia de Santa Fe y una de las más viejas del país. Se construyó desde cero, con pabellones rodeados de jardines como lo indicaba la tendencia médico-psiquiátrica basada en el concepto de "open door" (puertas abiertas) que priorizaba lo no represivo, algo poco usual en aquellos momentos.
"Tuvieron una visión estratégica que 100 años después se sostiene, aunque desde ya, nos obliga a transformaciones permanentes y a pensar en superarnos cada vez", señalaron directivos del establecimiento.
"Mi abuelo vivió en Alemania y manejaba perfectamente el idioma. Conoció a Einstein y a Freud con quienes siguió carteándose por años. Tenemos fotos que reflejan esos momentos. Incluso se vieron cuando Eistein estuvo en la Argentina", mencionó Alejandra Fracassi, una de las dueñas, y tercera generación de su familia en la institución.
Muchos de los recuerdos que ayudan a tejer el recorrido del Sanatorio Neuropático fueron reflejados recientemente en un libro del médico psiquiatra y escritor Lucas Raspall en el que además de los hechos históricos de la entidad se escucha la voz de quienes la habitan, de los pacientes y también de los médicos, enfermeros, terapistas, kinesiólogos, musicoterapeutas, y todo el personal que la sostiene.
"Hace cuatro años que estoy acá; antes estuve en el Suipacha. Escuché que muchos estuvieron también en otros sanatorios y hospitales. La primera vez que me internaron mi hijo tenía 5 años. Y desde ahí arrancó esto. Puedo volver a casa sólo por unos días. Cuando llegué al sanatorio estaba muy enojada. Y me aislaba. Pero ahora no, acá me curé. Y si bien quiero ir a casa, acá me siento bien", dijo Marcela, una de las pacientes que habla en esas páginas.
También está María del Carmen que dice lo suyo: "Todos somos artífices de nuestro destino. Lo que hacemos hoy tiene consecuencias para mañana, para el futuro. Lo que vivimos es el resultado de nuestro accionar en el pasado. Toda causa tiene sus consecuencias".
Y están las palabras de uno de los médicos que cuenta parte de la vida de Oscar, un paciente que es atendido allí desde hace mucho tiempo y que pasó por varias tragedias personales. "El asume que es una de esas personas que tiene una nube arriba con ganas de lloverle a cada rato; y si bien su mirada suele perderse en algún punto del horizonte él dice no estar triste. Eso sí, cuando asiste al hospital de día exige con justicia: «¿Acá sólo yo traigo galletitas?»", cuenta el profesional con amor y sensiblidad.
Sembrando futuro
Hasta último momento Pablo Quaranta, médico obstetra e hijo del psiquiatra que se asoció con Teodoro Fracassi, estuvo presente en los detalles de las celebraciones que se harán durante esta semana. Quaranta, que era socio gerente, soñó con este centenario, y lideró los detalles de los festejos hasta que su salud se complicó demasiado. Falleció el pasado 2 de junio.
Hablaba con especial entusiasmo de la historia de esta institución, y también con orgullo. "Mi padre, cordobés, vino a Rosario a formarse como médico y tuvo el orgullo de ser integrante de la segunda camada de médicos de la Universidad del Litoral. Aportó mucho a la salud mental de la ciudad y de la región".
"Cuando estaba terminando la carrera, vendió un campo que había heredado en James Craik y compró parte del Sanatorio Neuropático. Fuimos los primeros prestadores del Pami en el interior del país. Muchos años de trabajo y crecimiento. Vivimos épocas durísimas en las que pensamos que no podríamos salir adelante. Por eso tengo claro que es necesario innovar, moverse, cambiar. Esto lo supimos leer siempre a tiempo y por eso tal vez estamos cumpliendo los 100 años", dijo hace algunos meses.
Desde la dirección de la entidad afirman que los pilares en los que se forjó el Neuropático siguen fuertes. Que hoy están abocados con energía y compromiso a adaptarse a la ley de salud mental que plantea la desmanicomialización y desinstitucionalización de los pacientes psiquiátricos con la incorporación permanente de nuevos dispositivos asistenciales como los hospitales de día, además de una red de consultorios externos periféricos en toda la provincia y una casa de medio camino (hostal asistido) que se inaugurará en 2018.
Muchas de las camas psiquiátricas del sanatorio ya se transformaron en cupos para hogares con centros de día para personas con discapacidad. Y, en rigor, el objetivo es que los "días de cama" sean menos cada vez.
También la entidad brega por una mayor sensibilización de la población acerca de la salud mental y sus problemáticas, porque nadie está ajeno a que la realidad se transforme en otra y los dolores necesiten ser abrigados, y sanados.