Valter Longo es alto y atlético. El científico italiano puede presentarse como ejemplo de lo que predica: comer menos y ayunar para vivir más y mejor. A él no le sobra ni un gramo y el 9 de octubre cumplió 50 años que no aparenta.
La fuente de la eterna juventud no existe, pero sí "La dieta de la longevidad", tal el título del libro que ahora publica en España (ediciones Grijalbo) y que además significa una forma de comer en la que se reduce la cantidad de comida diaria y se reintroduce el ayuno con el objetivo de ayudar al cuerpo humano a regenerarse y posponer el envejecimiento de los órganos.
Longo propone reducir la gran cantidad de proteínas animales que se ingieren y sustituirlas en parte por proteínas vegetales, pero sobre todo aboga por reducir la ingesta calórica diaria, ser más que generosos con el aceite de oliva, tacaños con la pasta y el pan, evitar en lo posible los azúcares simples e incluir el pescado un par de veces por semana, aunque hay que ir con ojo con los que contienen demasiado mercurio.
Asimismo aboga por hacer de las nueces, las almendras o las avellanas un ingrediente más en la alimentación diaria y realizar dos comidas al día, preferiblemente el desayuno y la comida, más un tentempié, dejando transcurrir 10-12 horas entre la cena y el desayuno del día siguiente.
Además es importante realizar ayunos bajo supervisión médica de al menos cuatro días un par de veces al año para reajustar el sistema inmunológico.
"Probablemente en España hace 60, 70 años se comía de forma muy parecida. Este tipo de dieta era la dieta normal. Por otra parte es la dieta que siguen muchos centenarios sin que nadie se lo diga", explica en entrevista con DPA Longo en la presentación de su libro en Madrid.
"Es una dieta que forma parte de nuestra historia, pero que muchos han abandonado y casi todos, lo que es muy interesante, la han abandonado sin saberlo", agrega el bioquímico, que se ha convertido en un referente mundial en envejecimiento, un conocimiento que ha fundamentado con estudios sobre genética y nutrición.
En su afán por conocer qué lleva al cuerpo humano a perder facultades recorrió diversas zonas del planeta donde se concentran un gran número de centenarios, desde el sur de Ecuador hasta Japón, pasando por Rusia, hasta que recaló en Calabria, su región natal en el sur de Italia, donde también existe una llamativa concentración de personas que viven más de cien años.
Fue entonces cuando comenzó a prestar atención a la comida de la región y observar patrones que se repetían también en otras comunidades, comenzando por una menor ingesta de alimentos.
"Si ahora empujas a una persona a comer el 30 por ciento menos, se convierte en muy delgada en un año. Eso tiene beneficios enormes a pesar de que también comporta problemas. Lo que decimos es: si conseguimos beneficios, poquísimas enfermedades y se eliminan los problemas, efectivamente podría tener un efecto enorme sobre la esperanza de vida. Se ve en los estudios clínicos", explica Longo, que dirige el California Health and Longevity Institute de la Universidad del Sur de California y ha publicado los resultados de sus investigaciones en las prestigiosas Nature o Science.
El bioquímico se sirve de una dieta equilibrada de base mediterránea para atajar enfermedades como la diabetes, que se ha convertido casi en una plaga en las sociedades occidentales, pero también para mantener a raya patologías cardiovasculares o incluso plantar cara al Alzheimer.
Explica que hay una serie de estudios como uno en el que esta dieta mediterránea antigua, sumada al consumo de nueces y el aceite de oliva, ha sido asociada a una disminución de los problemas cognitivos. "Ahora comenzamos a tener una serie de estudios que asocian una dieta determinada con las enfermedades neurodegenerativas", señala, y recuerda también que en el cáncer, él y otros científicos con los que trabajó hicieron ver en Estados Unidos que "los que comían un alto nivel de proteínas tenían cuatro veces más riesgo de desarrollar tumores que los que comían menos (proteínas)".
"Se puede hablar claramente de una dieta para la prevención de las enfermedades del evejecimiento, una dieta para alargar la vida", agrega el científico, al que le ha sorprendido que en Italia uno de los grupos que más ha apreciado el libro ha sido el colectivo médico.
"No es que hemos puesto algo de moda, sino que unimos ciencia, estudios clínicos e historia", recalca Longo, quien insiste en que su dieta está basada en estudios clínicos pero tiene una fundamentación a la vez popular, pues ha sido adoptada en todas las poblaciones más longevas del mundo. Además, "el ayuno lo hacían todas las religiones del mundo".
Longo, que ha colaborado en sus estudios con destacados centros médicos en Estados Unidos, Alemania o Suiza, no disimula una sonrisita de orgullo cuando asegura que ha vendido en Italia más ejemplares de su libro que Andrea Camilleri, un superventas de novela policíaca. La gente "está interesada en tener información seria", que habla de longevidad sana, explicó.
Sin embargo de las ganancias del libro Longo no verá ni un céntimo. Los ingresos se destinan íntegramente a nuevas investigaciones que se sufragarán desde su fundación Create Cures, recalca el científico, que sigue esta forma de alimentación desde hace lustros.
Para seguir las reglas de oro que propone Longo se necesita disciplina, algo que él aprendió de su paso por el Ejército estadounidense. Longo asegura que nunca pasa hambre y, si por alguna circunstancia no puede comer otra cosa, "cae" en la tentación de comprarse un dulce con mantequilla. "No se muere uno por comer mantequilla una vez al mes", asegura.
María Luz Climent Mascarell
DPA