Vecinos de Villa La Ribera llevaron a cabo una manifestación en la confluencia de las rutas nacional 11 y provincial 91 en reclamo urgente de obras de infraestructura vial, necesarias para “sacar de las localidades” a los camiones. Y se dio en simultáneo a la medida de fuerza de Federación de Transportistas Argentinos (Fetra) y cerca del mediodía por “razones estratégicas” decidieron levantar el corte hasta que vuelvan a circular los vehículos pesados rumbo a los puertos.
Pasadas las 8.20 de ayer, una veintena de residentes autoconvocados se ubicaron en la intersección de las rutas 11 y 91. Allí juntaron y colocaron ramas que usaron para visibilizar el pasacalle que exponía su lema: “Que ningún grano de cereal valga más que una vida”.
Unidos en lucha, a pocos metros, los camioneros nucleados en Fetra se cercioraban de que no circule ningún camión rumbo a los puertos agroexportadores para que su paro nacional tenga el efecto esperado. Dentro de los reclamos, además de las mejoras en las tarifas y la compleja situación del gasoil, también destacaban la necesidad de infraestructura.
“Con la ausencia de camiones nos dimos cuenta de todo lo que perdimos”, comentó una mujer. Al lado, un hombre avanzó: “Se volvió a sentir el silencio y hasta escuchamos el cantar de los grillos”. La vida tranquila que los atrajo e invitó a radicarse en Villa La Ribera ya no existe. Cambió para convertirse en un continuo paso de transportistas granarios, tierra en el ambiente y bocinazos.
La zona tripartita de La Ribera, con jurisdicción en las localidades de Pueblo Andino, Oliveros y Timbúes, ahora la llaman “el embudo”. Es el nombre que le adjudicaron los vecinos en la unión de la ruta nacional 11 y la provincial 91, uno de los accesos principales del cordón industrial con conexión a las empresas agroexportadoras.
Pese a que en los últimos años la salida del cereal aumentó al ritmo de los buenos rindes de las cosechas, se instalaron más empresas portuarias y la llegada de cargas se multiplicó pero se mantuvo la misma infraestructura.
Desde el Plan Circunvalar, hasta un camino lindero al río Carcarañá, con ingreso desde Puerto Gaboto, o el desvío hacia el puente de Giardino, a la par de las nuevas vías del ferrocarril, fueron muchos los proyectos que se prometieron como la “solución definitiva” pero ninguno se concretó.
En diálogo con La Capital, la politóloga y vecina de la villa, Gisela Signorelli, remarcó: “Necesitamos la infraestructura vial de rutas exclusivas que lleve a los camiones hasta las terminales agroportuarias y que no se genere el colapso que nos deja aislados completamente, sin el servicio de transporte público ni de emergencia”.
Al tiempo que no dudó en reclamar: “Lo que tienen que hacer las autoridades es decidir invertir con lo que se genera en esta región, porque imaginamos que no es un problema de falta de dinero, sino de desidia política, de falta de decisión y sobre todo de federalismo”. Luego disparó: “Parece que la Nación nos queda muy lejos”.
El presidente comunal de Pueblo Andino, José Abraham, fue la única autoridad zonal que estuvo al momento del corte de ruta: “Siempre hay que estar del lado del vecino, este es mi lugar”, comentó y no dudó en resaltar la necesidad de respuestas: “Las obras no llegan y el reclamo es constante. Llegamos a un punto límite por la cantidad de vidas que se pierden”.
También destacó la organización de los habitantes de la zona en pos de mejorar su calidad de vida, haciéndolo “de una forma consciente y legal”. Y se refirió a una nueva etapa política regional: “Lo que celebro es el diálogo. Hace unos días nos reunimos con Antonio Fiorenza (presidente comunal de Timbúes), para trabajar en conjunto, algo que con la anterior gestión no pasaba”.
Cosecha trágica
Los accidentes son habituales con el intenso tránsito y las complicaciones que acarrean las largas horas de los camiones estacionados sobre las rutas. La primera vez que los vecinos decidieron manifestarse para decir “Basta” fue luego del fatídico accidente de marzo de 2017, donde perdieron la vida Emanuel Milton Ferreyra (9 años) y Lautaro Joaquín Magallanes (5 años).
Desde aquella terrible noche la tragedia invadió el corazón del pequeño poblado, cuando una traffic quedó en medio de dos camiones, y entre la angustia y la bronca nació su lema a la protesta.
En la mañana de ayer estuvo Melisa Machuca, la madre del pequeño de 9 años, y ante su arribo Samanta Molina, una vecina, le confió a este diario: “Para nosotros es muy importante que estén. Es significativo que todos los que nos vemos afectados nos unamos”.
La mamá llegó y casi instintivamente organizó su pasacalle con la foto del niño al lado de la pancarta central. El dolor los unía. Luego, dijo a La Capital: “Es difícil volver porque es revivir el momento, también porque a cinco años del accidente todo sigue igual”.
Y cuestionó: “Parece que la vida de las personas no les importa. Necesitaba estar porque los vecinos nos acompañaron a pedir justicia. Fue tanta la angustia de perder a mi hijo que terminé en un centro de diálisis tres veces por semana. No solo no tengo a mi hijo sino que lucho cada día para seguir viviendo”.
A media mañana los papás de Milton fueron hasta el sitio donde se produjo el siniestro vial, sobre ruta provincial 91, y repintaron las estrellas amarillas con sus nombres.
La semana pasada (jueves 7), otra vez las sirenas sonaron y paralizaron a la región. A metros del puente angosto sobre ruta 91, entre Pueblo Andino y Serodino, sucedió otro accidente. Dos vecinos de Serodino, un chofer (62 años) retirado de la línea interurbana y una joven mamá (22) murieron al quedar en medio de dos camiones. Producto del fuerte choque el auto se incendió y los cuerpos quedaron irreconocibles.
Otra vez las sirenas, una enorme columna de humo, la desesperación y el miedo invadieron a Villa La Ribera. Al día siguiente, la comunidad de Serodino se manifestó en el ingreso “del arco” para exigir justicia, organización territorial y obras de infraestructura.
Sin la circulación del transporte de cargas y sin ánimo de complicar el paso de los vehículos particulares, decidieron levantar la medida: “Por razones estratégicas levantamos el corte y volveremos a llevarlo a cabo cuando se levante el paro de Fetra. Agradecemos a todos los que nos acompañaron”.
El pedido se repite una y otra vez, en el clamor popular se escuchan las cuentas con pocas precisiones del dinero que se genera en cada muelle y la indignación aumenta. “La plata va y viene pero las vidas no”, refuerzan. La esperanza se esconde mientras la desidia y el malestar se instalan. Así, los vecinos prometieron volver a las rutas de manera “sorpresiva y constante” hasta que lleguen las respuestas que necesitan.