La histórica “cruz de la colonia”, símbolo de los primeros pobladores de Timbúes, despertó después de un largo sueño de óxido tras una restauración que buscó recuperar no solo un ícono, sino un vínculo profundo con la identidad local.
Erigida por los primeros pobladores de la antigua colonia Jesús María a fines del siglo XIX, la estructura de hierro recuerda los orígenes de la localidad de Timbúes
Los trabajos de restauración son llevados adelante por el muralista Claudio Capone a pedido de la Comuna de Timbúes.
La histórica “cruz de la colonia”, símbolo de los primeros pobladores de Timbúes, despertó después de un largo sueño de óxido tras una restauración que buscó recuperar no solo un ícono, sino un vínculo profundo con la identidad local.
Las manos del muralista Claudio Capone, avanzaron sobre los restos erosionados y la cruz volvió a cobrar forma. Levantada por los primeros pobladores de la colonia Jesús María tras sobrevivir a epidemias y penurias, la cruz no sólo es símbolo de fe, sino de arraigo.
La estructura de hierro custodia la historia de Timbúes. Hoy, su restauración despierta algo más profundo: el pasado de los primeros inmigrantes que poblaron la región.
Las colonias eran asentamientos agrícolas que fueron tomando forma a finales del siglo XIX. Antes de llamarse Timbúes estas tierras orilleras del río Carcarañá y del Coronda fueron conocidas desde 1871 como colonia Jesús María, hogar de inmigrantes italianos, españoles y suizos y donde el cólera dejó marcas imborrables. Fue tras superar esas epidemias que sus pobladores decidieron levantar una cruz en señal de agradecimiento y quizás, buscando trascendencia.
La cruz fue también una forma de fundación simbólica a la espera del decreto que pusiera en marcha el Juzgado de Paz de la colonia y resumiendo una identidad colectiva basada en la resistencia, la fe y el trabajo compartido. La cruz, así, se convirtió en el primer hito visible de un lugar que todavía no tenía nombre definitivo, pero ya tenía espíritu.
Con el tiempo la población creció, el tren la conectó con el puerto y con el devenir del río y de los granos. Cambió su nombre por Timbúes. Pero el tiempo, que sabe de metáforas, también se olvidó de la cruz y la cubrió en herrumbre, como si ya no fuera necesario agradecer.
La iniciativa de restauración, llevada adelante por Claudio Capone y como solicitud del gobierno comunal, no se limitó a recuperar la estructura de hierro. Incluyó un trabajo minucioso sobre los mosaicos de la Virgen y el tratamiento antióxido que devolvió el brillo y vida al monumento para sumarle voz a esa cruz dormida que formará parte del circuito histórico comunal, relato vivo de un pueblo que no quiere olvidar.
La “cruz de la colonia” es un punto de encuentro entre generaciones, entre la historia oral de los abuelos y el futuro que proyectan los más jóvenes. La identidad de un pueblo vive en los gestos, en los ritos, en las marcas del paisaje que decide restaurar en lugar de abandonar. En un presente atravesado por la velocidad y el olvido, Timbúes vuelve a mirar su cruz, porque al hacerlo, es una forma de mirarse a sí mismo.
>> Leer más: Habilitaron en Timbúes un nuevo espacio público para disfrutar en familia
Por Lautaro Marengo / Especial para La Capital
Por Carina Bazzoni