"Un amigo se puso a hablar con una chica llamada Agustina. Hubo un malentendido por lo que fue a llamar a un patovica", expresa la denuncia. Al parecer del intercambio verbal la adolescente habría sentenciado: "Si querés, te hago echar".
Al amigo de Correa se le acercaron dos hombre fornidos vestidos con remeras negras y jeans. Uno lo agarró del cuello y lo llevó fuera del boliche mientras el otro lo golpeaba.
"Cuando veo la situación me acerco a estos dos hombre para pedirles que no lo golpeen, que lo saquen pero que no le peguen. Y cuando llegamos a la entrada uno de ellos comienza a pegarme, me da en la boca, provocando que me caiga al piso. Perdí el conocimiento. Me desperté en la calle frente al boliche y un amigo me estaba limpiando la sangre”, narró el denunciante.
El joven de 25 años no era la primera vez que iba al Bar del Mar. Por el contrario se consideraba habitué y "hasta puse música", recuerda ante La Capital. También tenía un conocimiento previo de los patovicas agresores.
Después del brutal ataque, Correa sufrió un corte en el labio, cortes en el interior de la boca, dos dientes flojos, moretones en el brazo izquierdo, lastimaduras en la nariz, hematomas en la cabeza, y un corte detrás de la oreja.
“Los patovicas apenas terminaron de golpearnos se metieron rápidamente dentro del boliche”, dijo el pibe agredido para resaltar que dentro del boliche “hay cámaras de seguridad, y también en la zona. Es mi deseo que se manden a pedir”.
En la denuncia ante los fiscales, Correa presentó a tres amigos testigos del hecho y hasta un número de teléfono de quien sería el dueño del local. “Estuvo presente esa noche y no hizo nada por frenar a sus empleados”, subrayó. Acompañado por sus padres, y tras las repercusiones del caso Gerardo Escobar hubo una reflexión final: “Está acá con nosotros y no flotando en el río”.