“La guerra contra el narcotráfico es una lucha perdida que sirve como pretexto de intervención en otros campos”. Quien habla es el especialista en la problemática de adicciones, profesor universitario y director de la carrera de especialización de la Universidad Nacional de Tucumán, Alberto Calabrese. El catedrático, con 40 años de experiencia en el tema, consideró al tráfico de estupefacientes como “el negocio más monstruoso que ha generado casos monumentales de corrupción sobre el Estado”. Y afirmó: “El 99 por ciento del impacto en la salud se lo llevan el alcohol y el tabaco, el 1 por ciento restante las drogas”.
El catedrático se remontó a 1951 para explicar que en Naciones Unidas se impuso “el pensamiento geopolítico de Estados Unidos, donde la prohibición sobre las drogas se produjo para el control de países y personas. De allí, la contradicción en la que se generó el negocio clandestino más fuerte de la humanidad”. Por eso, se preguntó si vale la pena seguir combatiendo el narcotráfico, “cuando cualquier policía del planeta sabe que se decomisa sólo el 10 por ciento de lo que se consume”.
La consecuencia directa es la corrupción del Estado que produce el negocio y el trasfondo político que tiene. “En los últimos 8 años en México la guerra contra los narcos causó 80 mil muertos, 10 mil desaparecidos y sólo 700 muertos por sobredosis”, remarcó Calabrese.
En Argentina, la primera ley de drogas llegó durante la presidencia de Juan Carlos Onganía y en 1974 se considera punible su tenencia para uso
personal.
“Estamos en una sociedad de consumo donde hay personas con problemas por comprar compulsivamente. En este contexto no necesito una prohibición para tratar una enfermedad, porque somos los hombres los que usamos las drogas y no al revés”, destacó el profesor universitario.
Pero lejos de alinearse en inscribir a las adicciones a drogas y su consecuente inseguridad urbana como “el flagelo”, Calabrese respondió con estadísticas: “Es el 0,6 por ciento de los problemas sociosanitarios del mundo, lo grave son las cardiopatías y el cáncer. Y en materia de inseguridad, Argentina tiene una tasa de 5,5 muertes cada 100 mil habitantes, Estados Unidos 4,4; Brasil tiene 25 muertes cada cien mil habitantes. Es decir que vivir en Ceará es más peligroso que estar en
Beirut”.
En cuanto a la composición y referencia de las muertes, Calabrese aseguró que “prevalecen las disputas por el territorio y las economías del narcodelito”.
—¿Hay instituciones suficientes para atender a adictos y así bajar la demanda de personas que consumen?
—Hay más oferta en proporción a la gente con problemas de neurosis o psicosis. El consumo abusivo es no poder dormir sin una pastilla o no poder ir a bailar si no se hace la previa de alcohol, o el fumador que piensa cuántos cigarrillos le quedan para pasar la noche. Una forma eficaz de achicar la demanda es canalizar una necesidad. Hay lugares en los sistemas de salud, quizás no tantos. Pero los operadores sanitarios deben tener una apertura para el abordaje terapéutico. Todas las drogas peligrosas sumadas frente a alcohol y tabaco son sólo el 1 por ciento.