Los fallecimientos por accidentes de tránsito son solo una parte de un problema global. No solo constituyen la primera causa de muerte en varones jóvenes del mundo, sino que el año pasado la Sociedad Argentina de Pediatría advirtió que en la Argentina son la principal razón del fallecimiento de varones jóvenes, pero también incluso de niños. Sin embargo, las lesiones severas y las secuelas, incluida la condición de discapacidad tras el siniestro, tiene un impacto aún difícil de mensurar. En Santa Fe las personas que sufren heridas graves representan el 30 por ciento del total e incluso 7 de cada 100 lesionados quedaron con secuelas, sobre todo motociclistas menores de 35 años. Las consecuencias son tales que incluso el 5 por ciento de quienes debieron ser internados en un efector de salud para su recuperación, egresaron de las instituciones médicas con lesiones tan severas que los obligaron a tramitar un Certificado Unico de Discapacidad (CUD).
El estudio del Observatorio Vial de la Agencia Provincial de Seguridad Vial se hizo público en estos días en el marco de la conmemoración del Día de la Víctima con Discapacidad por Hecho de Tránsito, una fecha que busca sensibilizar y sobre la cual mostrar justamente que las víctimas fatales son apenas “la punta del iceberg”, dijo el titular de la agencia, Osvaldo Aymo.
“La cantidad de fallecidos en accidentes de tránsito, a pesar de su impacto, no representa el total de la problemática. Este escenario adquiere real dimensión cuando se completa con la gran cantidad de lesionados de distinta consideración, muchos de ellos con discapacidad de por vida”, dijo el funcionario provincial.
La discapacidad como secuela
Un millón y medio de personas mueren cada año en el mundo por accidentes de tránsito, pero son entre 20 y 50 millones las personas que sufren traumatismos no mortales. Es más, el impacto de los siniestros viales, afirman los especialistas, son “físicos, psicológicos, culturales e incluso sociales”.
Si bien no existe aún en Argentina un registro fehaciente de los heridos que tras el hecho quedan con algún tipo de discapacidad, se estima que en el país por cada colisión que se produce, dos personas sufren secuelas de una gravedad que les impiden continuar con su vida laboral y social.
En Santa Fe, el Observatorio de la APSV llevó adelante un relevamiento a través de los efectores de salud y el seguimiento de las historias clínicas de las personas que resultaron hospitalizadas por siniestros viales.
Ese registro mostró que el 22,4 por ciento de los pacientes padecieron traumatismos múltiples, el 18 por ciento tuvo traumatismos de cabeza y cuello, el 17,5 por ciento tuvo las principales lesiones en los miembros inferiores, como rodilla, piernas, tobillos y pies; el 14 por ciento en tórax, abdomen y cadera.
De hecho, 7 de cada 100 lesionados ingresados en hospitales y centros de salud tuvieron alguna secuela, la mayoría se trató de motociclistas y menores de 35 años.
Es más, el dato más preocupante es que el 5 por ciento de los que fueron internados egresaron del efector de salud con certificados de discapacidad en trámite.
Calcular la pérdida
A partir del 2015, como una forma del calcular en detalle los efectos de los siniestros viales sobre la morbilidad de la población, Santa Fe puso en marcha una investigación a largo plazo donde busca estimar “los años de vida perdidos y vividos con discapacidad (Dalys) como consecuencia de la siniestralidad vial”, indicaron desde la agencia a través de la aplicación de un método específico que incluye parámetros internacionales.
El cálculo, detallaron, se hace estableciendo la diferencia entre la expectativa de vida y la edad de las víctimas en el caso de los fallecidos; y en el caso de las lesiones la diferencia es entre los años vividos con discapacidad o “mal vividos” de los lesionados graves por el tránsito de acuerdo a parámetros establecidos internacionalmente según las lesiones.
En el caso de Santa Fe y lo estimado hasta al momento, en 2017 los “Años de Vida Perdidos y Vividos con discapacidad” fueron 29.796, un dato que mostró además que la población más vulnerable frente a la siniestralidad son los varones de entre 15 y 39 años, que representan el 50 por ciento de las víctimas, y frecuentemente son motociclistas.
Un año más tarde, ese número creció a más de 31.600, lo que implicó un aumento interanual casi del 6 por ciento.