Cuáles eran los corredores gastronómicos y hoteleros de principios de siglo XX en Rosario, donde se mezclaban argentinos e inmigrantes recién llegados. Quiénes los atendían en los masivos alrededores de Rosario Norte, Rosario Central y La Francesa, ahora Estación Mariano Moreno. Cuáles eran las normativas que los regulaban. Cuáles subsisten, al menos en sus edificios originales. Qué vinculación llegaron a tener algunos como pantalla de actividades delictivas como el juego y al trata. Parte de esa trama en la Rosario de principios de 1900 fue la desandaron -en un meticuloso trabajo de revisión de más de 700 prontuarios de la Policía de Rosario entre 1911 y 1935- los alumnos de la cátedra de historia del Programa Universidad Abierta para Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que ahora se proponen traducir en un mapa geolocalizado y, una apuesta mayor, un libro.
El trabajo se llevó adelante en la sede Rosario del Archivo Provincial, donde su directora Gisela Galassi, que además es la docente de la cursada en la UNR, condujo a más de una decena de estudiantes en los quehaceres específicos y el tratamiento de las fuentes documentales. En muchos casos, personas con una amplia experiencias en diferentes áreas, desde ex directoras de museos hasta antropólogas, pero que reconocieron en el trabajo "una experiencia única" con este tipo de documentos.
"Tratamos de tomar una serie que fuera abarcable en su volumen y que además le resultara interesante en el marco de la historia de ciudad no sólo por lo que ya vienen trabajando en las clases, sino que además se cruza muchas veces con los mismos relatos familiares y de la memoria oral que ellos traen e la ciudad", contó Galassi a La Capital sobre la labor iniciada en más de 16 cajas con 750 prontuarios que componen la serie Corredores de Fondas y Gastronomía (CDF).
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Por qué los hoteles, fondas y restaurantes, así como los "corredores" -es decir quienes los atendían- estaban registrados por la Policía fue una de las respuestas que tanto la directora como del archivo como el grupo de trabajo respondieron. "Si bien cuando uno piensa en prontuarios, piensa solo en el accionar delictivo, hay que decir que en el inicio del siglo XX la policía tenía amplia funciones y eso incluía la habilitación de estos espacios tal como lo hace hoy el municipio", contaron a La Capital durante el encuentro que mantuvieron en el subsuelo de la Gobernación, donde funciona el archivo y donde trabajaron a lo largo de este año.
Eso no sólo tenía que ver con la registración de locales comerciales, restaurantes y de quienes allí trabajaran, sino además con el "control social" que ejercían sobre esa y otras actividades en zonas clave de la ciudad, fundamentalmente en los alrededores de las por entonces masivas estaciones del ferrocarril.
"Muchas de las historias que relevamos y encontramos se entrelazan con los relatos y memorias de nuestros abuelos, con la tradición oral de la ciudad", señaló Ruth Duri. Es que se trata nada menos que de lo que sucedía en lo que el área de Pichincha y la Estación Rosario Norte, donde además por entonces era necesario diferenciar los restaurantes y "hoteles familiares", de las llamadas "casas de tolerancia" que funcionaron en los tiempos de la prostitución reglamentada.
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A ese sector, se sumaba además la populosas Estación Rosario Central y los alrededores de la estación principal del Ferrocarril Santa Fe conocida como “La Francesa”, donde actualmente funciona la Terminal de Ómnibus Mariano Moreno.
Documentos, pero también fotografías, propagandas, folletos, libretas habilitantes y dibujos permitieron a lo largo de los meses de trabajo reconstruir este período de la ciudad que Galassi recalcó está "marcado por el cosmopolitismo y los conflictos sociales", pero al mismo tiempo hace lugar "al universo social de los sectores populares: las redes de sociabilidad generadas entre los inmigrantes, las costumbres alimentarias, los espacios habitacionales y la circulación de personas de esa Rosario en ciernes".
fondas
Folletos, fotografías, libretas y dibujos que son parte de los prontuarios permiten reconstruir la vida social de la época.
Celina Mutti Lovera
Historias en primera persona
Graciela Galván es antropóloga y además de rescatar el aprendizaje en el trabajo con las fuentes documentales, hizo hincapié en el rescate de las historias con nombre propio. "Más allá de los registros prontuariales, fuimos leyendo las historias de cada persona, argentinos y muchos extranjeros, polacos, italianos y españoles, jóvenes la mayoría de ellos que llegaban solos, alojados en conventillos", describió.
Esas historias de lo que llamaron "la gente común" también se rescataron a lo largo del trabajo, así como los cruces con el delito. Amelia Decándido, ex directora del Museo de Carcarañá y participante del proyecto, señaló que "muchas de las fondas, restaurantes y hoteles tenían una doble cara y encubrían, sobre todo en el sector de Pichincha, actividades ilegales, como los garitos de juego clandestino y la trata de blancas".
Sobre eso, Rolando Guma, destacó la reconstrucción de la historia de María D., una de las tantas mujeres víctimas de la explotación sexual en la ciudad de inicios del 1900 que incluso llegó a la Justicia. "Ella denunció la trata de blancas después de trabajar en los prostíbulos Chantecler e Internacional", contó Guma.
Sin embargo, "El ucraniano", como le decían al acusado, resultó absuelto por la Justicia. "Lo dejaron en libertad y ella fue una de las tantas mujeres que quedaron sin Justicia", agregó Decándido.
Edificios en pie
Así como hicieron grupos para indagar uno a uno los más de 700 prontuarios de la serie, también salieron a recorrer la ciudad y las antiguas zonas ferroviarias para "ver qué de todo eso quedaba en pie todavía", señaló Graciela.
Así, hicieron listados que fueron chequeando uno a uno. La Amistad de Martínez Hnos., La Alta Italia de Eugenio Teseo, Hotel Marconi de Juan Canavera, Restaurante Yadrán de Pedro Culak, Pensión Italia de Romano Arcari, La Cancha de Deafín Fraccero, La Vila de Ricardo González y La Piamontesa de Martínez Hnos., aparecían en las interminables listas.
Mirta Orgaz fue la que un sábado, indagando entre una decena de direcciones en la zona de vieja Estación Central Córdoba, en la zona de 27 de Febrero y Buenos Aires, se encontró con La Piamontesa aún funcionando, un viejo bodegón y hotel, que no sólo conserva el edificio, sino que sostiene el restaurante en manos de la misma familia que lo atiende desde la década del 40.
"Es impresionante porque en esa época había un montón de fondas que llevaban ese nombre, pero esta era la única de la zona sur -señaló-. La familia aún conserva las habitaciones que fueron del hotel desde antes de 1905, que fue el año en que surgió el decreto en que estos comercios debían tener la libreta habilitante".
Originalmente el lugar fue los Martínez, pero la familia que actualmente está al frente del restaurante lo adquirió en 1946. El abuelo Santiago, recién llegado de Córdoba, lo compró a sus primeros dueños y desde entonces está manos de sus descendientes.
Aunque muchos de los hoteles y restaurantes ya desaparecieron como tal, los recorridos ayudaron a determinar los antiguos edificios que pese a tener otras funciones, o incluso estar cerrados, todavía siguen en pie. Entre ellos encontraron recién inaugurado el actual Hotel Magestic, sobre calle San Lorenzo; el entonces Hotel Hansa, de Hugo Karbaum, que funcionó en el 156 de la bajada Sargento Cabral desde 1905 como uno de los burdeles de la ciudad, mayormente vinculado a la actividad portuaria. El lugar, que cambió de nombre en varias oportunidades (se llemó Metropol, Pelayo y fue el cabaret el Bambú India), actualmente alberga Caja Mutual del Banco Provincial de Santa Fe y un instituto de nivel superior.
También siguen en pie los inmuebles donde funcionaron el Restaurant y Hotel Europa, en Rioja 1285; el Restaurant y Hotel Regina, en San Lorenzo 729, así como el edificio del hotel Sarmiento, en San Juan 1251.
Con el entusiasmo que no cede, el equipo tiene ahora varios proyectos bajo la manga. El primero es geolocalizar en un mapa de la ciudad todos los sitios que aparecen referenciados en el archivo y una apuesta de máxima para el 2024: editar con toda la información procesada un libro que rescate toda esta historia local. "Son materialidades excepcionales y registros sobre los cuales sería importante seguir indagando", señaló la directora del archivo.