Karen se levantó temprano. Era sábado y alguien golpeaba nervioso las puertas del albergue donde se alojaba con sus compañeros de secundario. Habían llegado tres días antes a Israel en un viaje educativo y no esperaban la noticia que iban a escuchar: que había habido un atentado, que caían misiles en el sur del país y que si llegaban a escuchar un alarma tendrían 50 segundos para cambiarse e ir al refugio. Desde entonces, el paseo de esos 22 adolescentes rosarinos cambió para siempre.
"Todavía no terminamos de procesar todo lo que vivimos", dice Karen C., una de los 22 alumnos del tercer año del Colegio ORT que se encontraba en desde el 2 de octubre pasado y lograron arribar este domingo a la ciudad, como parte de un vuelo de argentinos repatriados. "Nunca imaginamos pasar algo así", repite varias veces durante la entrevista con La Capital en la que repasó su experiencia y los sentimientos del grupo de adolescentes. "Queremos vivir en un mundo en paz", afirma.
Karen tiene 16 años y pide mantener en reserva su apellido. El 2 de octubre pasado, junto a otros jóvenes de toda Latinoamérica llegaron a Israel con planes de recorrer el país durante diez días. El viaje es una tradición para los alumnos del colegio secundario donde asiste, forma parte del proyecto Jail, una iniciativa de la Agencia Judía en conjunto con el Ministerio de Educación de Israel, que tiene como objetivo central fortalecer la educación judía.
Cuando arribaron al aeropuerto de Tel Aviv nadie imaginaba lo que iban a vivir sólo tres días después de iniciado el recorrido. "Era completamente impensado", dice la joven, luego de atravesar la semana más dura de su vida en Israel, en medio de la escalada de guerra con Hamas. Estaban en un complejo de la localidad de Netanya, una hermosa ciudad costera, unos 30 kilómetros al norte del Tel Aviv, cuando los coordinadores del viaje les informaron sobre los ataques de Hamas.
"Nos dijeron que estaban cayendo misiles en el sur y que si escuchábamos la alarma, íbamos a tener 50 segundos para cambiarnos agarrar nuestras cosas e ir al refugio. Tuvimos miedo, no sabíamos bien qué estaba pasando. Pero cuando iban pasando las horas y hablábamos con nuestras familias nos dimos cuenta de que la gravedad era aún mayor", recuerda.
Desde entonces, el contingente no pudo dejar el hotel. Pasaron una semana durmiendo vestidos, con un bolso a mano con el celular, el cargador, una botella de agua y algunos documentos por si tenían que dejar la habitación corriendo para ponerse a salvo. Dos veces tuvieron que alojarse en el búnker: la primera porque recibieron un alerta en la aplicación que habían descargado en sus celulares, pero fue una falsa alarma; la segunda la alarma había sonado en una localidad cercana, "pero era tan fuerte que se escuchó en varios kilómetros, por eso volvimos a estar en el refugio", recuerda Karen.
La adolescente destaca que más allá de la tensión y la angustia que atravesaron, siempre estuvieron acompañados y contenidos por los coordinadores del viaje. "Nuestra familia estaba constantemente cerca, estaban 24/7 al tanto de lo que vivíamos". Los días se pasaban entre las actividades que les proponían para realizar en el hotel, como pintura o música y las charlas con los compañeros de viaje. Las noches, dice Karen, era lo más difícil.
Así, durante siete días, cuando al hotel empezaron a llegar refugiados de otras regiones y los estudiantes empezaron su regreso a casa.
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"La guerra es una experiencia fea, muy triste", afirma Karen y rápidamente destaca que si bien ni bien llegó no para de recibir el cariño y los abrazos de toda su familia, "no puedo olvidar lo que pasa y lo que siguen viviendo las personas que están en Israel".
Para Karen, el conflicto bélico desatado en Medio Oriente no es una guerra contra un país o una religión es una guerra "contra la humanidad". Por eso, destaca, "como jóvenes queremos vivir en un mundo en paz".
El lento regreso
Volver a casa no fue sencillo. Karen recuerda que desde el inicio de los ataques los coordinadores empezaron a gestionar el regreso del contingente. "Querían que fuera antes del 12 de octubre, pero a la vez nos decían que era poco probable que llegáramos para esa fecha".
Un día, antes el miércoles 11, les comunicaron que viajarían en un avión especial que los estaba esperando en Madrid. Hicieron las valijas, pero a poco del horario de partida les dijeron que el vuelo no tenía autorización para aterrizar en Israel. Después les dijeron que viajarían en un Hércules y que no podrían llevar valijas, así que tendrían que poner sus pertenencias en bolsos, sólo lo más importante y no más de diez kilos.
Esa opción tampoco prosperó. El jueves 12 tuvieron que dejar el hotel porque estaban llegando refugiados de la guerra y las habitaciones estaban completas. Viajaron a Jerusalem y se alojaron en el hotel donde permanecieron hasta que el viernes 13 pudieron viajar en el Boeing 737 del operativo “Regreso Seguro” que el gobierno nacional dispuso para evacuar a los argentinos que se encuentran en Israel.
_¿Volverías a Israel?, le preguntó La Capital.
_Si, claro. Era la primera vez que iba y no pudimos conocer casi nada. No pudimos ir al Muro de los Lamentos o al Mar Muerto. Claro que volvería, cuando pase la guerra.