"¿Estás leyendo 'La Polaquita?' Yo vi la serie de la China Suárez, muy buena la historia", le dice una mujer a otra que lleva consigo el último libro de la rosarina Patricia Suárez. Pero la autora le aclara a La Capital la confusión entre la historia de la tele y su novela y se explaya en otras cuestiones de su obra que presentará el texto editado por Homo Sapiens, este jueves el 10 de agosto a las 16, en el auditorio Angélica Gorodischer especialmente instalado en el patio exterior de la Feria del Libro.
Junto a ella estarán la periodista Hagar Blau Makaroff y las actrices Camila Pfeffer y Gabriela Cantatore, quienes leerán escenas de la obra La Casamentera.
Suárez se autodefine como "un poco anfibia" porque indaga desde siempre distintos géneros: narrativa, poesía, teatro y cuentos para infancias.
Además, es la primera escritora latinoamericana de novelas para celular ("Switch" y "Bonus Track", para adolescentes) dice que cree que "no hay nada en común entre estas dos historias salvo el suceso histórico, que entre fines del siglo XIX y hasta 1930, hubo una red de trata de personas llamada Zwi Migdal que traía mujeres de centro Europa para ser prostituidas en la Argentina, también en Brasil y Chicago".
Así marca características propias de la serie "Argentina, tierra de amor y venganza", producida por Polka sobre la historia de la Raquel Liberman -la primera prostituta feminista- y la historia que cuenta en primera persona una jovencita llamada Leyla como personaje principal de su libro. "A través de ella y por su voluntad de saber salen cosas del pasado a la luz", adelanta la autora.
La Zwi Migdal (traducción de "Gran fuerza") tal como señaló la autora, no fue la única comunidad que explotó a sus mujeres, ni tampoco la más numerosa, pero el estigma caló en el imaginario popular. Los judíos polacos que recalaron en Buenos Aires desde finales del siglo XIX prostituyeron a sus propias compatriotas, a quienes habían llevado a la capital argentina desde el Este de Europa atraídas con falsas promesas. Lo mismo hicieron los franceses, italianos o españoles, aunque el antisemitismo amplificó las despreciables prácticas de la mafia judía, a quien la comunidad llamó los "impuros" y no dejó entrar más a sinagogas ni ser enterrados en sus cementerios.
La temática ya fue abordada Suárez en la trilogía teatral "Las polacas" (que también fue adaptada como miniserie), pero en esta ocasión la autora juega el desafío de destinar la historia a jóvenes.
"Fue muy difícil este proyecto, estuve un año entero dándole vueltas a partir de la propuesta que me hizo Perico Pérez, de Homo Sapiens. Por un lado, me trababa lo horrible del tema. Por otro, me gustó incorporar a los lectores más jóvenes a través de una protagonista de la edad de ellos, con los problemas de la edad de ellos: el encuentro con el otro sexo, la vocación, los padres", adelantó Suárez antes de decir también que si bien difícil el tema de la trata de personas es "actual" al punto que "se habla también en la ESI de las escuelas".
Si bien la historia la cuenta una adolescente no se priva de "mucha investigación", según palabras de la autora.
image - 2023-08-03T124819.546.jpg
"La venía haciendo desde hace años: mis historias de Las Polacas tienen versión en teatro originalmente y fueron estrenadas en 2002. Después hay una nouvelle para adultos en Bajalibros llamado “En la Varsovia” (como se llamaba también a la Zwi Migdal), también un musical que se estrenó en el Gala Theatre, de Washington DC, en 2015 y se llama 'Polish girls' y está la serie que dirigió Damián Ciampechini para la TV Pública el 2021, pero no había una versión para jóvenes".
La historia de la investigación dejó su huella en Rosario y también en lo que era Paganini (hoy Granadero Baigorria). Allí se asentó un cementerio hoy abandonado en el que se enterró a varios rufianes conectados a los dos prostíbulos que se abrieron allí luego que Rosario erradicó los burdeles. Fue durante la gestión del intendente Esteban Morcillo por la ordenanza Nº 7, del 29 de abril 1932 del Concejo, anunciando "el fin de los puteríos para el 1º de enero de 1933 en todo el ejido de la localidad". Los comercios eran regenteados por tres madamas: Rosa Weisman, Rosa Prais y Anita Baran de Smit, dirigidas por León Duckler, uno de los dueños de los terrenos donde se levantaron los prostíbulos, un polaco feroz y boxeador.
La novela de Suárez es bien local. Por momentos parece una crónica, porque lleva por calles y lugares reales de Rosario. "Es el Rosario de los años 2000, dos años antes de que yo me fuera de mi ciudad. Por eso quise contarlo, es una crónica de mi Rosario en algún punto".
Y también brinda datos pintorescos como qué es un "Carlitos", para la sandwichería vernácula, o cómo y cuando se construyó el Monumento.
"La gastronomía local forma para de la cultura de una persona, como diría mi profe de historia del CEL, Marta Romero, 'cultura es lo que los seres humanos hacen, dicen y piensan'. Y en este hacer está la comida. Y además no podés no saber nada del Monumento si están en Rosario; es el punto de referencia de un rosarino. Yo todavía al Obelisco le digo el Monumento. Creo que podrían leer esta historia de “La Polaquita”, armar un club de lectura y debatirlo con un buen Carlitos, ¿no?", desafía Suárez.