Laura aclara: lo suyo no fue una adopción sino una apropiación o sustitución de identidad. Siempre supo que no era la hija biológica de quienes la habían criado, pero su partida de nacimiento dice lo contrario, aunque de eso se enteró cuando ya era más grande. "En casos como el mío es muy importante que la familia de crianza hable, que cuente todo lo que sepa, porque en las apropiaciones es difícil encontrar documentación que tenga datos de la familia biológica. En nombre del amor con el que nos criaron les pedimos que hablen, porque todos nos merecemos nuestro derecho a la identidad. La libertad y la paz que yo siento ahora, nunca antes la sentí", remarcó.
El primer intento para saber algo de su familia biológica lo hizo en 2004. Tenía dos datos: sabía que había nacido en la Maternidad Martin y que, a pesar de que su documento decía que su cumpleaños era el 6 de marzo, ella había nacido el 31 de enero de 1977.
Consiguió tener acceso al libro de partos, anotó todos los nacimientos cinco días antes y cinco días después del 31 de enero y empezó a contactar a algunas de esas personas. "Visité a dos y dejé. Fue muy desgastante. Los buscadores por momentos tenemos toda la energía para arremeter y buscar, y por momentos no das más y parás, y necesitás tomar tiempo y distancia de la búsqueda".
Laura nació durante la última dictadura cívico-militar, y por eso en 2010, cuando retomó su búsqueda, entendió que lo más lógico era acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo para saber si era o no hija de desaparecidos. El ADN dio negativo.
"En 2015 me enteré que la Secretaría de Derechos Humanos se estaba dedicando a esto, así que con poca esperanza llevé mi caso. Llevé mi DNI, mi acta de nacimiento y conté todo lo que yo sabía, que me había contado mi familia", recordó.
El reencuentro
"Mis tíos se acordaban de que mi mamá biológica era una mujer humilde que no me podía tener y por eso contactó a mi familia para entregarme. Ellos siguieron todo el embarazo hasta el momento del parto. El día que nací la fueron a ver a la maternidad y llevaron a mi mamá conmigo hasta su casa. Ella iba en el asiento de atrás del auto y lloraba mucho. Hasta que me entregó en brazos a mi tío y se fueron conmigo".
Esos datos fueron fundamentales para dar con Ramona, la mamá biológica de Laura, que había llegado a anotar a su beba en el registro civil con el nombre de Alejandra Noemí.
Pero el reencuentro, a principios de 2017, no fue lo que esperaba.
"Había mucha gente. Yo la vi y no me pasó nada. No lloré, no me emocioné, no me vi parecida. No la quise ver más", recordó.
Le hicieron falta otros seis meses para volver a contactarse con Ramona. Hablaron por teléfono y convinieron reencontrarse, pero solas. Ese encuentro se dio en agosto y "fue buenísimo", contó Laura.
"Fueron tres horas y media y hubo una conexión bárbara. Y a los dos días nos encontramos en un almuerzo familiar con dos de sus hijos", dijo.
Laura tiene diez hermanos. Con ellos también está tratando de construir un vínculo nuevo. "Somos desconocidos todos. Esto se hace de a poquito", confió la mujer.