Sofía Scarpetta fue la primera graduada trans de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la denominación de la Biblioteca Central de la facultad con su nombre es todo un acto de Justicia. "Es una reparación y un reconocimiento, es reconocer esas identidades en nombres propios", afirmó Javier Gasparri, director de la Escuela de Letras de la cual Sofía fue graduada. Su paso por el edificio de Entre Ríos al 700 está ligado especialmente a ese espacio de la facultad, donde trabajó como bibliotecaria antes de ir a terminar su formación en España e iniciar su proceso de transición.
"No importa cuánto hayas estudiado y lo que sepas, el sólo hecho de ser trans te marca un destino de marginalidad y te condena a morir trabajando en la calle", había dicho Sofía a La Capital, en agosto de 2018, a poco de intentar reinsertarse en un espacio académico que muchas veces le resultó hostil.
El reconocimiento llega a poco de su fallecimiento y en la semana del Orgullo LGBTI+, en la que las autoridades de Humanidades definieron que además de su nuevo nombre la Biblioteca Central tendrá un área específica de Estudios Queer y que para 2022 podrá ofrecer más de un centenar de ejemplares.
Una biografía
Sofía fue estudiante de la facultad y fue la primera graduada trans de la Escuela de Letras. Con 52 años en agosto de 2018 había superado en una década el promedio de expectativa de vida para la población trans, se había licenciado en Letras en la UNR, había sido empleada en la biblioteca allá por los 90 y también había estudiado Filología Hispánica, un título que homologó en 2004 en la Universidad Autónoma de Barcelona.
>>Leer más: "No importa cuánto sepas, ser trans te condena a la marginalidad"
Justamente fue en su paso por España, según contó durante esa entrevista, donde hizo la transición a su identidad definitiva como Sofía. Habló de su regreso, de la pérdida del espacio en la biblioteca y de los intentos por permanecer ligada a la facultad a través de la cátedra de Literatura Argentina, los artículos sobre Adolfo Bioy Casares, Bustos Domecq, José Mármol y Jorge Luis Borges, a quien llamaba "Georgi" y al que leía a diario.
"Nunca pude volver a reinsertarme laboral y socialmente. Donde sea, no importa cuántos títulos tengas, cuánto hayas estudiado o formado, por el solo hecho de ser trans estás condenada a hacer la calle, a prostituirte y a morir en la calle. Te miran el currículum, te llaman y cuando te ven, nadie te toma. Y cuando envejeces, es cada vez peor", dijo en su departamento de Pellegrini al 600, del que decía: "Se viene abajo, como yo".
Reconocer y reparar
La propuesta de que la biblioteca lleve el nombre de Sofía fue una propuesta de la Escuela de Letras de la cual Sofía es egresada. "Su historia es un gesto de reparación a las identidades del colectivo LGTBIQ+ que siempre son precarizadas y de ahí parte el reconocimiento", explica Gasparri y considera que "las instituciones no son ajenas" a esas historias de exclusión.
"Hay una precarización de la vida de las identidades trans y este es un gesto que intenta ser una reparación y un reconocimiento, reparar historias de vida como la de Sofía, reconocer identidades y nombres propios en un gesto institucional y político", señaló el director de la Escuela, señalándose en primera persona "como personal involucrada con las disidencias sexuales".
Gasparri reconoció la vinculación de Sofía a la Biblioteca Central y de hecho, ella misma había señalado en 2018 que la pérdida de ese espacio fue la pérdida del empleo y así la pérdida de un todo.
El director, que justamente la conoció en su retorno de España y su vuelta a la facultad, contó que "le costó mucho reinsertarse institucionalmente" y señaló que logró volver a la facultad a través del Programa Universitario de Diversidad Sexual, estuvo en contacto con diferentes cátedras y participó de actividades hasta 2019.
"Todo eso fue un gesto de reinserción, pero ciertamente antes de poder terminar de formalizar un vínculo más estable falleció repentinamente", recordó, sin dejar de admitir "la sorpresa" que provocó su muerte.
Un área Estudios Queer
Además de llevar el nombre de Sofía Scarpetta, la biblioteca de Humanidades pasará a tener a partir del 2022 un área específica de Estudios Queer que, con la licitación ya en marcha, prevé ofrecer para el año próximo más de un centenar de títulos, adelantó la secretaria de Políticas Sexogenéricas de la facultad, Natalia Cocciarini.
Si bien la pandemia impidió relevar cuál es el material con el que ya cuentan las bibliotecas de las diferentes escuelas de la Facultad, la secretaría avanzó en la licitación de más de 80 títulos que componen el canon -es decir textos fundamentales- y que además "en la mayoría de los casos materiales muy caros y de difícil acceso para los alumnos ya que se editan en el exterior", detalló Coccoarini.
"La facultad tiene una trayectoria de larga data en el tema, es una referencia regional en formación y en la producción de conocimiento y así como hay una biblioteca del Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre las Mujeres, nos pareció fundamental potenciar el nuevo canal de estudios que se abre a partir de los estudios de las sexualidades a partir de los años 80", detalló.
Es que de hecho Humanidades suma año a año en esa perspectiva seminarios de grado en género y sexualidades que se dictan de manera permanente, además de ofertas de posgrado, maestrías, diplomaturas y especializaciones en estudios interdisciplinarios sobre sexualidades y género.
"Son espacios de formación muchos únicos en su tipo y en 2022 además se iniciará la especialización en Educación Sexual Integral", avanzó la secretaria.
Con esa perspectiva y con esas actividades y ofertas académicas en marcha, para Coccoarini, "tener una biblioteca especializada para trabajar, legitima, potencia y ayuda a sostener esa perspectiva contemporánea de estudios que es cada vez más prolífica en su producción".