La fiesta empezó mal y terminó peor. Los chicos y sus padres se habían preparado varios días antes sin imaginarse que el calor y la inseguridad arruinarían la graduación del nivel inicial. Y fue así: ni más ni menos. El acto en el colegio se suspendió por un corte de energía eléctrica y, a la salida del saloncito infantil alquilado para el festejo nocturno, descubrieron que habían robado las baterías de los autos estacionados enfrente. Lo que se dice un “verdadero fiasco”.
En una ciudad donde puede ocurrir cualquier cosa desagradable en cualquier momento, parecería que este tipo de hechos, tomados en forma aislada, ya no llaman la atención. Distinto es cuando la afectación es masiva o al menos más numerosa.
El pasado martes, los nenes del nivel inicial del Colegio San José (Presidente Roca y Jujuy) ya estaban formados en el ingreso del salón de actos de la más que centenaria institución salesiana. Permanecían expectantes para recibir los diplomas y disfrutar de un cierre de ciclo junto a sus compañeritos. Y ni hablar de los papás, siempre sensibilizados ante este tipo de actividades de sus hijos.
Lo que se presagiaba como un atardecer inolvidable fue definitivamente eso, pero no por los motivos que todos suponían. Lejos de las sonrisas y alguna que otra lágrima de emoción, el calor y la bronca transformaron la velada. El acto ni siquiera pudo comenzar debido a un apagón que dejó al lugar a oscuras y sin climatización. Se cortó la luz en la zona donde los afectados, por supuesto, no solo fueron los asistentes a la colación, sino el resto de los vecinos.
Atrás quedaron los preparativos y el malestar se adueñó del momento: los chicos gritaban, estaban intratables, el ambiente era un horno, se veía poco, la escuela se descontroló y el tránsito se volvió un caos. Sin embargo, aún quedaba la revancha: la fiestita en el salón que, con esfuerzo, habían reservado para el esperado broche de oro.
Así, los concurrentes enfilaron para el distrito norte con destino a Warnes al 2000 donde, lejos del pandemonio del centro, los esperaba algo parecido a un oasis.
Pero no. En pleno trayecto hacia el lugar hubo una explosión en la usina Sorrento que también provocó un corte de luz en esa zona. “Los padres nos fuimos enterando a medida que íbamos a la fiesta, pero decidimos hacerlo igual”, dijo una mamá. Es que, entre otras cosas, ya estaba todo pagado y comprado: helado, torta, bebidas y sandwichitos.
Optimismo
Y así fueron arribando, siempre con la expectativa de que volviera la energía eléctrica, algo que recién ocurrió cerca de las 21. Entonces, en busca de superar los problemas, se propusieron pasarla bien: los chicos jugaron, se divirtieron y tuvieron lo más parecido a una graduación. Los padres, hermanos y abuelos intentaron relajarse.
¿Lo consiguieron? Solo por poco tiempo, porque lo peor estaba por venir: tras los saludos de despedida y, a medida que se fueron yendo del local, llegó otra irritante sorpresa: varios autos no arrancaban; les habían robado las baterías.
“Creo que los ladrones actuaron con inhibidores para neutralizar los cierres automáticos, ingresar a los vehículos y abrir el capot”, sostuvo una testigo directa a La Capital.
Eran cerca de las 23, un horario nada agradable para iniciar un operativo remolque. Pero no quedó otra: había que llegar a casa y evitar una nueva contingencia; de esas que tanto caracterizan a la ciudad.