La especialista apuntó contra la retirada del Estado en los últimos años. “El único Estado presente en esos barrios es la policía, y aparece para reprimir o disciplinar. No hay protección, ni cuidados, ni programas de contención”, cuestionó.
En la misma línea, recordó que muchos planes que habían significado un alivio fueron desmantelados: “El gobierno actual quitó los programas de acompañamiento a mujeres en situación de violencia, y las provincias también achicaron presupuestos. Eso genera más exposición y más muertes”.
Invisibilización judicial del femicidio narco
A la violencia estructural se suma otra capa: la falta de reconocimiento en el sistema judicial. “Muchísimos crímenes femicidas vinculados al narcomenudeo no se contabilizan como tales porque no se caratulan de esa manera. Los registros se hacen con base en medios, a probabilidades, no con información sistemática del Poder Judicial”, explicó Rovetto. Para ella, eso responde a un entramado “patriarcal, capitalista y delictivo, en el que estas pibas quedan atrapadas”.
Otro punto central de su análisis es la dimensión de clase. “No todas las mujeres estamos igual de expuestas. Siempre son las pobres, las pibas de barrios populares, las que están más en riesgo. No es lo mismo ser de clase media que crecer sin chances, sin oportunidades, en territorios donde el Estado no está”, sostuvo.
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Entre 2020 y lo que va del año, 128 mujeres fueron asesinadas en la provincia de Santa Fe con prácticas propias del mundo narco. Nueve de cada diez de esos femicidios en contexto de crimen organizado tuvieron como escenario la ciudad de Rosario. Los datos surgen del reporte que presentó la asociación civil Mumalá hace apenas unos días.
El año 2022 fue el más violento de la serie registrada por el observatorio: se registraron 49 femicidios en contexto de narcotráfico. Con 49 casos, la cifra constituyó un 72 % del total de femicidios y trans - travesticidios que se registraron hace tres años en la provincia. Además, durante 2021, 2022 y 2023, los feminicidios relacionados con el crimen organizado en la provincia superaron a los femicidios directos cometidos en contextos de relaciones íntimas o de pareja.
En los primeros seis meses de este año, los femicidios en contexto de narcocriminalidad fueron cinco y hubo seis femicidios directos.
De acuerdo al trabajo, la mayoría de las víctimas de feminicidio por narcotráfico y delitos conexos eran muy jóvenes: el 40 % tenía entre 19 y 29 años, el 7 % entre 16 a 18 y el 3 % de 13 a 15 años. Es decir que el 50 % de las víctimas tenía menos de 30 años. La víctima de mayor edad fue una adulta mayor de 75 años (1 %). Las de menor edad fueron 5 niñas víctimas: 4 de ellas menores de 1 año, 1 de 6 años.
La edad promedio de las víctimas de violencia narco fue de 33 años, tres años menos que los 36 años que son el promedio para las víctimas de femicidios directos.
El feminismo y "los tres pueblos"
El triple crimen de Florencio Varela generó también un fuerte eco en redes sociales. Entre las múltiples expresiones que circularon, una frase se volvió símbolo de la indignación: “No nos pasamos tres pueblos, nos mataron tres pibas”.
La consigna, repetida miles de veces, apunta contra quienes descalifican al movimiento feminista bajo la idea de que se “excedió” en sus reclamos y conquistas. Lo que este femicidio brutal expone, justamente, es que lejos de exagerar, la lucha por visibilizar la violencia de género sigue siendo urgente, incluso cuando esa violencia se entrecruza con las lógicas del narcotráfico y el crimen organizado.
El mensaje conecta con lo que planteó la especialista Florencia Rovetto: nombrar estos crímenes como femicidios es reconocer que las mujeres son asesinadas por su condición de tales, aun en disputas narco. Negarlo, advierte, sería invisibilizar otra dimensión de la violencia machista que atraviesa a la sociedad.
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Frente a ese panorama, Rovetto rescata la fuerza del feminismo argentino: “Volvimos a las calles con la misma potencia y rebeldía de siempre. Frente a cada femicidio hay que exigir justicia y reparación, acompañar a las familias y reclamar políticas públicas con presupuesto”.
Embed - DE LA VIOLENCIA MEDIÁTICA A TRIPLE FEMICIDIO CON SEC. DE GÉNERO DE UNR ROVETTO | #CARLITOYMONUMENTO
También destacó el compromiso de las nuevas generaciones, en especial estudiantes secundarios y preuniversitarios, que se suman masivamente a proyectos con perspectiva de género. “Eso me da esperanza. Pero necesitamos acompañarlos, sobre todo a los varones jóvenes, que muchas veces socializan en soledad o en espacios machistas de internet”, alertó.
Seis de cada diez crímenes en Rosario se vinculan a economías ilegales
Rosario no es ajena a los conflictos colaterales de la narcocriminalidad. El informe de gestión 2024 del Ministerio Público de la Acusación (MPA) puso en números el peso que tienen las economías ilegales en los crímenes más violentos de Rosario. Según el relevamiento, seis de cada diez homicidios registrados en el departamento Rosario durante el año pasado estuvieron relacionados con tramas delictivas vinculadas al narcotráfico y otras actividades criminales.
Aunque el porcentaje muestra un leve descenso en comparación con 2021, 2022 y 2023, el MPA advierte que los mercados ilegales siguen siendo el principal motor de las muertes violentas en la ciudad. En contraste, los homicidios derivados de conflictos interpersonales representaron dos de cada diez casos, mientras que los cometidos en ocasión de robo tuvieron un peso mucho menor en la estadística.
El documento también subraya que, pese a la baja, Rosario continúa siendo el epicentro de la violencia urbana en la provincia y que el fenómeno se expresa en prácticas como la tercerización de la violencia, los sicariatos y las balaceras ligadas a disputas territoriales.
El narcotráfico y su impacto en las mujeres
El mismo informe incluyó un apartado específico sobre la variable de género en los homicidios ocurridos en Rosario. Allí se advierte que, entre 2014 y 2021, las mujeres representaron apenas una de cada diez víctimas del total.
Sin embargo, el escenario cambió en los últimos años: en 2022 y 2023 el porcentaje de mujeres asesinadas creció de manera significativa, un aumento que el Ministerio Público asocia directamente con la violencia generada en los contextos de economías ilegales y bandas criminales.
En 2024, el número mostró un leve retroceso respecto del año anterior, aunque se mantiene por encima de los valores históricos. Para el MPA, este dato evidencia cómo las disputas del narcotráfico no solo multiplican la violencia letal en general, sino que también impactan cada vez más sobre las mujeres.
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La violencia de género adopta formas extremas: embarazadas ejecutadas, madres asesinadas frente a sus hijos, víctimas de balaceras mafiosas en plena vía pública. Son escenas que muestran el cruce entre el machismo estructural y la lógica despiadada del negocio narco.
Según los especialistas, las mujeres suelen ser vistas como “eslabones débiles” dentro de las organizaciones. Suelen ocupar roles menores en la cadena del narcomenudeo y, por esa condición, son más fácilmente reemplazables. Esa misma vulnerabilidad las deja expuestas a las represalias de bandas rivales, a la violencia intramuros ordenada desde las cárceles y, en muchos casos, a los ataques que buscan golpear a varones de su entorno.
Aunque la proporción haya bajado, el fenómeno se mantiene por encima de los valores históricos. Una señal de alarma que obliga a pensar los femicidios en Rosario no solo como violencia de género en sentido clásico, sino también como parte de una trama criminal que utiliza los cuerpos de las mujeres como territorio de disputa.