Hombres de edad y mujeres, en su mayoría, hicieron cola ayer en el Club Atlético Olegario Víctor Andrade (Caova) durante la primera jornada de entrega voluntaria de armas de fuego impulsada por la Agencia Nacional de Materiales Controlados (Anmac) y el Ministerio de Seguridad de la provincia. Al final del día, 40 personas se habían acercado al club de zona sur y entregado 59 escopetas, pistolas y revólveres. La convocatoria sorprendió incluso a sus organizadores, que tuvieron que extender cuatro horas el horario de atención.
El número supera los resultados del último operativo de desarme realizado hace tres años. En esa oportunidad, durante dos semanas se entregaron unas 400 armas, un promedio de 40 por día. Entre ambas campañas, estiman sus organizadores, cambiaron algunas cosas.
Hubo una mayor difusión de los problemas que puede desatar un arma en el hogar, a través de talleres que se vienen realizando en todos los distritos; pero además crecieron las dificultades económicas para muchas familias, por lo cual la recompensa de hasta 3 mil pesos se hace más atractiva. Finalmente, se estima, también hay más armas ilegales circulando en la ciudad.
La campaña de entrega voluntaria apunta a reducir la cantidad de armas que existen en los hogares y son susceptibles de ingresar al mercado ilegal. Pero también tiene como objetivo prevenir los hechos delictivos y las situaciones de violencia que se originan en el acceso fácil y económico a armas de fuego.
Según destacan desde Seguridad, la mayoría de las balaceras que quiebran la tranquilidad de los barrios están protagonizadas por pistolas y revólveres que provienen del mercado negro.
Sin embargo, "la mitad de las armas de este mercado tienen su origen en el comercio legal. Son armas que en general están guardadas, que fueron heredadas y están en las casas", destaca el director provincial de Control de Armas, Lucas Covacich. A estas armas, que se encuentran en esta especia de "zona gris", son las que se busca rescatar con las campañas de entrega voluntaria.
Según datos de Seguridad, en la provincia hay unos 100 mil legítimos usuarios de armas de fuego y unas 160 mil armas registradas. Y se estima que por cada arma autorizada hay otra ilegal. Algunos cálculos van un poco más allá y afirman que en el Gran Rosario, por cada registrada existen dos o tres clandestinas.
La mayoría de las armas entregadas ayer estaban flojas de papeles, con permisos vencidos. Las historias de quienes se acercaron hasta el club de San Martín al 4900 eran más o menos similares: un jubilado llevó dos escopetas y un trabuco oxidados que tenía hace décadas colgados en su casa; mientras que una mujer se acercó con dos 9 mm, entre ellas una Glock, que habían pertenecido a su abuelo, un militar retirado.
Al final del día, por las prensas del organismo nacional habían pasado 59 armas. La cantidad de personas atendidas fue tal que el operativo, que estaba previsto terminar a las 13, se extendió hasta las 17.
Tanto carabinas como pistolas caían bajo la prensa de la Anmac donde eran inutilizadas, señaladas con números y fotografiadas. A cambio, sus dueños recibían entre 1.200 y 3 mil pesos, según la calidad del arma.
Voluntario y anónimo
"Un arma en tu casa es un peligro para todos", advertía el cartel que colgaba en el frente de Caova. La campaña que comenzó ayer se desarrollará hasta el miércoles en Rosario (hoy en Caova y el miércoles en el club Reflejos, de Génova al 2400) para después continuar en Villa Gobernador Gálvez y Rafaela.
La entrega de armas es un proceso anónimo. Si bien cada una se registra y se chequea su historial, las autoridades no conocen los datos de quienes las dejaron. Además, se condonan las deudas que recaigan sobre el material entregado y se omiten las penas que pudieran recaer sobre el portador.
Una vez hecha la entrega, la persona que llevó el arma o las municiones recibe un voucher para canjear por dinero en dos locales de Rapipago.
no va más. Un operario inutiliza en una prensa uno de los fusiles que los vecinos entregaron ayer en la sede del club Caova.