Débora, la dueña de la casa de barrio Industrial contra la que se estrelló un patrullero, dijo que vive un "calvario", ya que no sólo nadie se hizo cargo de las refacciones que debe realizar sino que, además, la custodia que le prometieron "no siempre está".
El siniestro se produjo el pasado lunes a la noche, en la zona de Juan José Paso y San Gerónimo, junto a las vías del ferrocarril. Una camioneta policial que aparentemente estaba en una persecución terminó impactando contra una pared de la vivienda y terminó con la trompa dentro de un dormitorio, apoyada sobre una cama.
"Estamos viviendo un calvario, estoy desesperada y no sé qué más hacer. Encima me dicen que hay pronóstico de lluvia y a mi casa todavía no le pudimos hacer nada porque nadie me dio una mano. ¿Qué hago con los pibes si se larga la lluvia, adonde los pongo?", se quejó con vehemencia Débora en diálogo con La Capital.
Asimismo, contó que el propio ministro de Seguridad de la provincia, Claudio Brilloni, se acercó hasta su casa para ofrecerle la custodia y le dijo que se iba a encargar del desastre que le hicieron.
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Sin embargo, comentó que la custodia que le asignaron "en los primeros días la veníamos teniendo, pero anoche, antes de cenar, estaba en la calle. Cuando terminamos y nos fijamos, ya se había ido".
Esa situación sembró temor en la familia, formada por ella, su marido y cuatro hijos, dos chicas de 16 y 11 años, un nene 9 y una bebé de 8 meses, ya que empezaron a notar que un grupo de personas acercaron a la casa. "'¿Se les fue la custodia?', me preguntaban. Otros me decían que nos habían dejado 'regalados'. Entonces volví a llamar y al rato apareció la custodia. Pero no podemos seguir viviendo así, pensando en que nos van a seguir robando", contó Débora.
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La mujer recordó que, tras el choque del patrullero, no solo robaron algunos efectos del móvil policial sino que se llevaron algunos elementos de su vivienda: una máquina de coser y un aire acondicionado. "Pero ahora -continuó con su relato-, mientras terminábamos de limpiar y acomodar, descubrimos que nos habían robado toda la instalación de cables, las lamparitas, los enchufes. No sé si la custodia se durmió, si se fue...".
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Fuerte choque de un móvil policial contra una humilde casa en barrio Industrial.
Por una cuestión de salud, Débora -que tiene 33 años y se dedica a la costura- debió dejar de trabajar. "No pedimos que nos regalen nada, pero sí que nos den una mano. Acá en el barrio todos nos conocen, somos gente de trabajo y sin problemas con nadie", comentó.
Y para darle la última pincelada a la pintura de su situación graficó: "Hoy en día, en las condiciones en la que estamos, un preso está en mejores condiciones que nosotros. Tienen mejor seguridad, un techo mejor que el nuestro y duermen mejor que nosotros. Porque ni colchones tenemos, tiramos una manta en el piso y así dormimos con los chicos"