Aturdidos habitantes del sur de Estados Unidos trataban ayer de recomponer sus vidas tras el paso de devastadoras tormentas y tornados que destruyeron comercios y viviendas y causaron por lo menos 57 muertes.
Aturdidos habitantes del sur de Estados Unidos trataban ayer de recomponer sus vidas tras el paso de devastadoras tormentas y tornados que destruyeron comercios y viviendas y causaron por lo menos 57 muertes.
En medio de tanta destrucción ocurrió un milagro: entre escombros, juguetes y muebles destrozados, dos rescatistas encontraron un bebé que en un principio creyeron era una muñeca. "Le tocamos el cuello para tomarle el pulso y tomó aire y comenzó a llorar", dijo David Harmon, un bombero de la localidad de Castalian Spring, Tennessee.
El niño, Kyson Stowell, de 11 meses, estaba a unos 100 metros de donde su familia había levantado su hogar, y fue arrastrado por fuertes vendavales, de acuerdo con testigos. No había indicios del lugar donde estaba la casa antes de la tormenta. La madre del bebé no sobrevivió.
En una región devastada por tornados que mataron a por lo menos 57 personas en su paso por cinco estados, el niño fue una señal de esperanza. No sufrió heridas serias, sólo algunos rasguños en la cara.
El bebé, que ahora quedó al cuidado de su abuela Kay Stowell, estaba rodeado de casas destruidas, escombros de una oficina postal y decenas de árboles caídos.
Su mamá, Kerri Stowell de 24 años, fue una de las seis personas que murieron en la pequeña población, precisó la policía.
Los tornados mataron a 32 personas en Tenessee, 13 en Arkansas, siete en Kentucky y cinco en Alabama, dijeron los cuerpos de rescate.
Por otra parte, el centro de Estados Unidos quedó bajo la nieve ayer, que provocó enormes embotellamientos, obligó a paralizar cientos de vuelos y a cerrar centenares de escuelas.
Mientras tanto, los residentes de los Grandes Lagos vieron con nerviosismo cómo crecía el caudal de los ríos y se prepararon ante para ser evacuados ante eventuales inundaciones. l (AP)