El hombre que mató a cinco clientes e hirió a otros 18 en un bar gay de Colorado Springs tenía graves antecedentes por amenazas con una bomba casera. Usó un fusil AR-15, el arma que casi siempre aparece en este tipo de masacres en Estados Unidos, y al parecer nadie le retiró el permiso para poseerla pese a esos antecedentes. Ahora fue imputado de asesinato y “crímenes de odio”.
Anderson Lee Aldrich, de 22 años, fue acusado de cinco cargos de asesinato y cinco de crímenes motivados por prejuicio causantes de daños físicos, según los registros. Una fuente policial dijo que en el ataque del sábado a la noche, el sujeto usó un fusil semiautomáticoAR-15, pero que también en el lugar fue recuperada una pistola y municiones. El AR-15 es el rifle más utilizado en este tipo de ataques o “tiroteos masivos”, como se los llama en EEUU. El lugar atacado, Club Q, publicó un mensaje en su página de Facebook agradeciendo “la rápida reacción de clientes heroicos que sometieron al atacante y pusieron fin a este ataque de odio’’.
Pero han surgido interrogantes sobre por qué las autoridades no trataron de quitarle las armas a Aldrich en 2021, cuando fue arrestado luego que su madre denunció que la había amenazado con una bomba casera y otras armas.
Si bien en ese entonces las autoridades no hallaron explosivo alguno, activistas a favor del control de armas ahora preguntan por qué la policía no aplicó la ley de Colorado según la cual se le podría haber despojado de las armas que, según su madre, tenía. Tampoco hay registros de que la fiscalía intentara acusar a Aldrich de secuestro y amenazas.
El alcalde John Suthers dijo en el programa “Today’’ de la NBC que la fiscalía presentará pedidos para permitirle a las agencias policiales divulgar más información sobre cualquier antecedente penal “que este individuo pudiera haber tenido’’.
De los 25 heridos en el Club Q, por lo menos siete están en condición crítica. Algunos se lastimaron tratando de huir y no estaba claro si todos habían sido baleados, señaló un portavoz policial. Al menos 18 fueron heridos por el agresor. Suthers dijo a Associated Press que “hay razones para tener esperanzas’’ de que todos los heridos sobrevivirán.
La matanza trajo recuerdos de la ocurrida en el club gay Pulse en Orlando, Florida, en 2016, donde 49 personas fueron asesinadas por un fanático islámico hijo de inmigrantes afganos. El asesino fue abatido por la policía. En sus redes sociales había declarado ser integrante del ISIS.
En el caso de Colorado, el asesino no tiene antecedentes de tipo religioso o de ideología política extremista, al menos por lo poco que se sabe del joven de 22 años. Colorado sufrió varios hechos de violencia armada, entre ellos el más famoso, el de la Escuela Secundaria Columbine en 1999, llevado al cine. También hubo una masacre en las afueras de Denver en 2012 y en un supermercado de Boulder el año pasado.
Esta es la sexta masacre este mes en EEUU y ocurre el mismo año en que el país se vio estremecido por la muerte de 21 niños en una escuela en Uvalde, Texas. El atacante también usó un rifle AR-15.
Las autoridades fueron llamadas al Club Q el sábado a las 11:57 y el primer oficial llegó a la medianoche.
Joshua Thurman relató que estaba en el club con unas otras 20 personas y que estaba bailando cuando estalló el tiroteo. Inicialmente pensó que era parte de la música, hasta que escuchó otro balazo y vio el destello del cañón del fusil. El agresor fue reducido por dos clientes que arriesgaron su vida para detener lo que de otro modo hubiera sido una masacre mucho peor.
Los ataques a minorías, sexuales o raciales, se reiteran en Estados Unidos. Ciertamente ayuda a concretar estas matanzas la laxitud extrema de las leyes federales y estatales sobre adquisición y tenencia de armas de guerra y deportivas como las usadas por los asesinos en Colorado Springs, Orlando y Uvalde, entre muchos otros “tiroteos masivos”.